jueves , 28 marzo 2024
Una trabajadora vende artículos de santería en un negocio privado en La Habana. (EFE)

Cuentapropistas en Cuba quieren expandirse pero gobierno lo impide

MIAMI| Nora Gámez Torres | El Nuevo Herald (www.elnuevoherald.com) – Como los empresarios de cualquier país, los emprendedores cubanos quieren más acceso a recursos y menos trabas burocráticas para expandirse y reinvertir en sus negocios, según encontraron los autores de “Voces del cambio en el sector no estatal cubano”, un estudio realizado en Cuba bajo la coordinación del economista cubano Carmelo Mesa Lago.

“Me gustaría que quienes gobiernan comenzaran a pensar en cómo hacerles la vida más sencilla a los ciudadanos y menos cómo preservar los preceptos que se ha demostrado ofrecen no más que penurias”, dice un vendedor de viviendas entrevistado para el estudio.

Los autores entrevistaron a 80 personas de la capital y provincias aledañas de cuatro grupos que forman parte del llamado “sector no estatal” de la economía cubana, aún altamente centralizada y controlada por el Estado: trabajadores por cuenta propia, usufructuarios de tierras estatales; “corredores”, vendedores y compradores de viviendas, así como trabajadores de cooperativas de producción no agrícola y de servicios.

Entre los entrevistados hay dueños de cafeterías y peluquerías, vendedores de artículos religiosos de santería, un chófer de un auto de alquiler para bodas, masajistas, fotógrafos, y dueños de casas para rentar a turistas. Ausentes del estudio se encuentran no obstante los dueños de paladares, lo que Mesa Lago achaca a la dificultad de acceder a estas personas que, en muchos casos, se mueven en el filo de la legalidad y no quieren atraer atención a sus negocios.

Entre las grandes sorpresas de las entrevistas, señaló, “fue encontrar el altísimo nivel de reinversión que tienen los cuentapropistas. La mayoría, incluidos los que rentan apartamentos y casas, reinvierten”.

Otra sección interesante del libro, publicado por la editorial Iberoamericana y del que se espera una edición en Cuba, es la que resume los principales problemas y aspiraciones de los entrevistados. “Una de las principales barreras que mencionan y, hubo una unanimidad impresionante, es la interferencia estatal”, destaca Mesa Lago.

El panorama no ha cambiado mucho desde que un estudio similar llevado a cabo por los profesores Ted Henken y Archibald Ritter publicado en el 2015 halló que los altos precios de los insumos, la ausencia de un mercado mayorista, los altos impuestos y el exceso de regulaciones lastraban el desarrollo del empresariado cubano.

La abrumadora mayoría entre los encuestados respondió que enfrentaba problemas para llevar adelante su negocio o trabajo, desde los altos precios de bienes e insumos, los bajos salarios y la burocracia, hasta el poco acceso a jnternet.

Los llamados cuentapropistas estuvieron en el centro de la política del ex presidente Barack Obama hacia Cuba. Obama se reunió con ellos en La Habana, emitió medidas ejecutivas para promover la exportación de sus productos en Estados Unidos y que ellos pudieran importar directamente de EEUU, pero el gobierno cubano lo ha impedido pues ve con reticencia el desarrollo de ese sector, el cual ha sufrido “un estancamiento”, opinó Mesa Lago. En particular, la ausencia de nuevas reformas durante el congreso del Partido Comunista en abril del año pasado, llenó de decepción a los cuentapropistas.

“Tiene que cambiar la manera de pensar, no [solo] la nuestra, sino la de los que nos dirigen, nos tienen que dar más libertad para poder crecer, para seguir cooperando”, opinó el socio de una cooperativa citado en el libro.

Al mismo tiempo, otras de los resultados más inesperados para los autores fue el alto grado de satisfacción expresado por quienes han decidido emprender un negocio privado en Cuba, lo que les ha permitido ganar en autonomía y vivir mejor que los asalariados estatales.

Mesa Lago advierte que el estudio tiene varias limitaciones y no pretende ser científico. La muestra, como advierte el economista, es pequeña y no es representativa del universo compuesto por los cuentapropistas y otros trabajadores del sector no estatal. Por otro lado, al incluir tanto a emprendedores como a otros trabajadores del sector no estatal e incluso a compradores de viviendas, la encuesta no pudo ser homogénea y no todos los entrevistados respondieron las mismas preguntas, por lo que cualquier cuantificación o análisis estadístico no debe ser tomado como concluyente sino como un punto de partida para recabar más información sobre el tema.

El gobierno de Cuba ha elaborado encuestas a los cuentapropistas pero sus resultados no han sido publicados, acotó Mesa Lago por lo que el libro “llena vacíos de información sobre temas de los que no sabíamos nada, como las características de raza y género” en estos sectores. El 76 por ciento de los cuentapropistas entrevistados era trabajador estatal antes de abrir su negocio, el 80 por ciento de todos los entrevistados es de raza blanca y el 74 por ciento es hombre.

Pese a que en la muestra están sobrerrepresentados los blancos, el análisis cuantitativo no halló relaciones significativas entre el color de la piel y otras variables. Otros académicos como Alejandro de la Fuente han señalado que la población afrocubana se encuentra en desventaja frente a los blancos—que reciben más remesas y apoyo desde el exterior—en el emergente sector privado. Sin embargo, las mismas características de esta encuesta, la subrepresentación de negros y mulatos en el Censo oficial y la ausencia de datos oficiales sobre raza en relación al mercado laboral para comparar, hacen difícil extraer conclusiones sobre el tema.

No obstante, Mesa Lago destaca el valor informativo del estudio en un contexto donde recabar esta información de manera independiente del Estado es extremadamente difícil y las personas son reticentes a brindar información personal.

“Tratamos de ver si se podía hacer una encuesta con 200 personas y fue imposible”, comentó. “Incluso entre los cooperativistas no logramos hacer las 25 entrevistas porque nadie quería hablar, porque las cooperativas dependen del Estado. El Estado decide que se van a convertir en cooperativas y los trabajadores no tienen opción. Si no están de acuerdo quedan despedidos, entonces no se atreven” a hablar, subrayó.

La introducción y los antecedentes en cada capítulo ofrecen, además, un resumen de la información y los datos más actuales disponibles sobre el tema, por lo que resultan de gran valor para los interesados en la economía cubana. El libro se presentará el viernes en la librería Books&Books en Coral Gables a las 6:30p.m. | ngameztorres@elnuevoherald.com