jueves , 28 marzo 2024
Trabajadores de comunales, en La Habana.

El acoso al trabajador cubano

Cientos de trabajadores son obligados a trabajar en la higienización de barrios o recoger basuras en carretones tirados por caballos

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – La muerte por infarto en un baño del aeropuerto francés Charles De Gaulle de un médico cubano expulsado de una misión de la salud en Mauritania. La expulsión de un chofer por cobrar un servicio de transportación y denunciado por una ciudadana a través del teléfono habilitado por el gobierno para “chivatear” a quienes no contribuyan a palear la crisis energética generada por la ineficiencia e incapacidad del régimen. Dos muestras del acoso a la clase trabajadora cubana.

De igual forma, la expulsión de un trabajador del monopolio gubernamental de la información, Etecsa, por subir a internet la bandeja con el almuerzo que le dan de comer a los empleados, y la misma suerte corrida por una profesora universitaria y una trabajadora de Telegram por parecidas razones extra laborales, entre otros empleados cesanteados, anuncian una especie de cacería de brujas contra quienes juzguen o acusen por abusivo e ineficiente al Estado Patrón.

La intolerancia que siempre ha mantenido la dictadura cubana contra quienes cuestionen su accionar político, social y económico en cualquier circunstancia, alcanza el grado cero, ahora que los mismos señalamientos formulados por el pueblo y la clase trabajadora, desatendidos por el poder, irrumpen otra vez en la sociedad, creando el caos, la escasez y la zozobra en la ciudadanía.

Con la total impunidad que le ofrece ser el único empleador en Cuba –incluidos el trabajo por cuenta propia y el privado–, las autoridades de la isla, seguras de la anuencia y sumisión total de una dirigencia sindical envilecida con prebendas y amenazas, la emprende contra cualquier integrante de la clase obrera o profesional que manifieste su desagrado con la política laboral.

Sin importarle los niveles de insatisfacción alcanzados durante seis décadas de “dictadura del proletariado”, a sabiendas de que ese mito fracasó desde los mismos inicios de la revolución frustrante, y convencidos de que la única fórmula para conservar el poder es el control general a través del amedrentamiento, el chantaje y la expulsión del trabajo, aplican este último método.

No son pocas las violaciones a los derechos de los trabajadores cubanos, recogidos durante décadas por el movimiento sindical independiente cubano que, proscrito ilegalmente por las autoridades, y perseguidos, golpeados y encarcelados muchos de sus dirigentes y activistas, hoy circulan, son escuchadas y condenadas en diferentes escenarios internacionales como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en voz de los integrantes de la Asociación Sindical Independiente de Cuba (ASIC), reconocida en diversos foros y organizaciones sindicales del universo laboral, pese a la campaña de difamación orquestada por un régimen desacreditado.

En el contexto actual, signado por el desabastecimiento y el caos socio laboral que generan la falta de combustible y la ineficiencia, miles de trabajadores ven regulados sus horarios laborales, son enviados a laborar desde sus hogares o son interruptos en su empleo y obligados a cumplir otras funciones sin importar perfil ocupacional, estado de salud del trabajador ni su disposición.

De no cumplir con estas disposiciones, puede ser despojado del salario, amonestado o expulsado de su puesto laboral, sin importar categoría o nivel profesional, sector laboral, años de empleo ni otros vínculos con la entidad, comportamiento anterior y otras razones legales a valorar para despedir a un obrero, y menos en medio de un caos incendiario en la puja por sobrevivir de la ciudadanía y la imposibilidad del Estado de ocultar sus desmanes gracias a las nuevas tecnologías.

En Bayamo, al oriente de la isla, cientos de trabajadores son obligados a trabajar en la higienización de barrios insalubres como Manopla, Barrio Azul o Jabaquito, zonas de alta infestación con el mosquito Aedes Aegypti; en Sancti Spíritus, al centro del país, deben recoger escombros y basuras de las calles en carretones tirados por caballos, y en Mayabeque, al extremo occidental de Cuba, a obligar a los choferes a recoger pasajes en las congestionadas paradas.

Quienes se niegan a cumplir con estas emergencias de una “situación coyuntural” que ya cumple 60 años, sólo recibirán estigmas, amenazas y expulsiones por parte de una dirigencia que llama al ahorro, la austeridad y la resistencia, sin que les falte un litro de combustible, una bien surtida alacena, y no tenga que esperar por una “balita de gas” para cocinar o viajar en el transporte público. Todo incluido en esa pose prepotente de “no mires lo que hago, y haz lo que yo digo”. | vicdominguezgarcía55@gmail.com