viernes , 29 marzo 2024

Las quimeras del sindicalismo oficialista

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – Mueven a risa muchas de las peticiones que por estos días se realizan en todo el país en el contexto de la lectura –más que estudio y análisis, como pretende hacer ver la propaganda oficialista– del documento Bases para el Fortalecimiento de la Misión del Movimiento Sindical Cubano.

Da la impresión de que los trabajadores dicen cualquier cosa con tal de que las asambleas se terminen con rapidez. Nos conduce a pensar de esa manera el hecho de que varias de las solicitudes emanadas de esas reuniones son inalcanzables dadas las características del sindicalismo que promueve la oficialista Central de Trabajadores de Cuba (CTC).

Por ejemplo, en más de uno de esos cónclaves preparatorios del XXI Congreso de la CTC se ha abogado por que “las reuniones convocadas para analizar el presupuesto y el plan de la economía logren despertar el mayor interés de los trabajadores”.

Una pretensión inútil, pues la realidad demuestra cada día que a los trabajadores les importan muy poco lo uno y lo otro. Los consideran como directivas venidas “de arriba”, y que en lo fundamental no serán modificadas con los planteamientos que surjan en alguna que otra asamblea de trabajadores. El día en que los colectivos obreros asuman el protagonismo en la confección de sus planes, la situación podría cambiar.

El oficialismo clama por que en las empresas y entidades funcionen adecuadamente los Órganos de Justicia Laboral (OJL), como medio para dirimir las querellas que se produzcan entre las administraciones y los trabajadores. Sin embargo, olvidan que de un sindicalismo puramente formal no es posible que broten mecanismos eficaces.

A nivel de base abundan los OJL que se hallan incompletos debido a que los trabajadores rehúsan formar parte de ellos. Según estadísticas de la propia CTC, en el año 2017 el 57% de las decisiones adoptadas por los OJL fueron favorables a los trabajadores. Sin embargo, buena parte de las administraciones incumplieron con los fallos de los OJL –lo que demuestra que no los respetan para nada–, lo que obligó a los demandantes que habían sido beneficiados a apelar ante las instancias superiores. Apelaciones que no siempre resultaron a favor de los trabajadores.

Y si ilusas devienen las solicitudes anteriores, qué dejaremos para aquella que insiste “en la necesidad de que exista un dirigente sindical con liderazgo y protagonismo”. En primer término, cualquier dirigente sindical con liderazgo y protagonismo es muy probable que, como su primera tarea, se proponga asumir una actitud independiente frente a las imposiciones de las administraciones y los núcleos del Partido Comunista, y de esa manera representar realmente a los trabajadores.

Entonces, y comoquiera que lo anterior resulta casi imposible de imaginar en las actuales condiciones de la isla, ningún trabajador con espíritu rebelde acepta una responsabilidad en los sindicatos de la CTC, y mucho menos los muchachones de Ulises Guilarte de Nacimiento permitirán el surgimiento de un Lech Walesa cubano.

No menos “simpática” ha sido la propuesta de un sindicalista artemiseño en el sentido de incorporar a los sindicatos a los estudiantes universitarios que cursen el último año de sus carreras. Como si la apatía y el formalismo que corroen a los sindicatos oficialistas se solucionaran sacando a los trabajadores viejos e incorporando a los jóvenes. Hay que recordarle a ese sindicalista –si es que realmente habla como piensa– que el problema no es generacional; es del sistema político e ideológico.

Por último, no vale la pena detenernos mucho en aquellos soñadores que todavía piensan que los trabajadores puedan detener la corrupción y el delito que desangran a las entidades estatales cubanas. Por mucho que los gobernantes de la isla proclamen que tales actitudes son inherentes al capitalismo, la realidad indica que florecen más en aquellos entornos donde nadie se siente dueño de nada.