Fidel Castro resultó ser un paladín del actual caos. Un perdedor a tiempo completo. Un farsante con ínfula de Mesías.
Pittsburg (Sindical Press) – Recientemente el semanario Trabajadores trajo a colación uno de los arranques voluntaristas de Fidel Castro convertidos en parte esencial del personaje que interpretó durante su largo mandato, más afín a las tramoyas de un mago de circo municipal que al notable desempeño de un estadista, como todavía suelen tomarlo en amplios sectores de esa izquierda pro-estalinista, para quienes continúa siendo un émulo de Jesucristo, a juzgar por su pretendida sapiencia, capacidad para crear y repartir brillantes ideas, prosperidad a raudales y una magna satisfacción espiritual, para Cuba y el mundo, incluso desde el mundo etéreo en el cual se encuentra tras su fallecimiento en 2016.
En realidad, su legado se circunscribe a una sumatoria de dislates y fracasos, imposibles de cuantificar durante el ejercicio del poder omnímodo que ejerció por casi medio siglo.
En esta ocasión el asunto estriba en su “sobresaliente” orden de transformar las granjas estatales en las conocidas Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), con la finalidad de ponerle coto a los pobres resultados en la agricultura y la ganadería.
Lo cierto es que todo el tiempo dedicado a viabilizar la estrategia fue en vano. El comandante en jefe añadía otra de sus innumerables pifias al prontuario de iniciativas que, en este caso, contribuirían a desbordar las tarimas de los agromercados con infinidad de productos a precios asequibles.
A tres décadas de aquel intento fallido por enmendar la crónica escasez de alimentos, las anomalías no solo persisten, sino que se han acrecentado mostrando un panorama extremadamente crítico.
Unos de los pilares del plan concebido por el máximo líder para potenciar las UBPC estaba vinculado a una eficiente administración de los recursos. Ni entonces y, mucho menos en la actualidad, ha sido posible cumplir con tal objetivo. Salvo unas pocas entidades de este tipo que exhiben algunos logros, el denominador común es la carencia de suficiente fuerza de trabajo, el endeudamiento, la baja disponibilidad de insumos y la falta de recursos financieros para pagar a los trabajadores, entre otros obstáculos recurrentes y sin atisbo de solución.
Sin los debidos márgenes de autonomía y unidas a un derroche de trabas en forma de decretos y exigencias de los organismos rectores del Estado, como el Ministerio de Agricultura (MINAG) y la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), que priorizan el tema político-ideológico en detrimento del factor productivo, el deterioro se multiplica inexorablemente.
Ya se ha vuelto común enterarse de cosechas pudriéndose en los campos por falta de personal o de medios de transporte.
Escandaliza la existencia de más de un millón de hectáreas de tierras ociosas, alrededor del 15% de la superficie cultivable, en un país con un clima excepcional para el desarrollo de una agricultura con la suficiente capacidad para abastecer, en buena medida, el mercado interno, donde imperan el déficit, la mala calidad y precios de escándalo.
Como botón de muestra del desastre, cito la pérdida de toneladas de mango reportada, hace poco más de tres meses, en la provincia de Guantánamo. Un hecho que se repite año tras año ante la desidia de los funcionarios estatales de la localidad.
Por si fuera poco, hace unos días, el periódico oficialista Vanguardia se hizo eco de la muerte, en lo que va de año, de más de 13 000 vacas en la provincia de Villa Clara.
Un 34 % de los decesos se produjeron a causa de la desnutrición y otros motivos no especificados. Entre los efectos colaterales de la mortandad se cuentan las afectaciones en el acopio de leche, que apenas alcanzará la mitad de los 193 300 litros diarios estimados.
Después de este breve repaso por una de las aristas de la crisis sistémica del modelo económico centralizado, solo resta decir que Fidel Castro resultó ser un paladín del actual caos. Un perdedor a tiempo completo. Un farsante con ínfula de Mesías redentor que sentó las bases para que Cuba se convirtiera en lo que es hoy: un país a la deriva.