viernes , 22 noviembre 2024

Pánico e incertidumbre ante la amenaza gubernamental de ‘bancarización forzosa’

Los insuficientes salarios que ganan los trabajadores están trabados en las tarjetas de débito o congelados, sin que puedan extraerse.

(Yoan Miguel González / DDC) – «No sé qué va a pasar con mi negocio si me obligan a partir de septiembre, como dicen, a depositar diariamente lo que facturo en mi cafetería. Así se tranca el dominó. Yo lo que recaudo lo reinvierto rápidamente y voy viviendo de esto. Si lo meto en el banco después no puedo sacarlo, ni puedo trabajar ni comer. Me tienen asustado con esta nueva locura. Cada vez que inventan algo es para joder, no para ayudar», opina Ismel, un cuentapropista holguinero.

«Ni yo ni nadie confía en el banco, eso no funciona: colas interminables, límites para sacar el dinero, y eso cuando por fin hay dinero en los cajeros o en las cajas, porque dura poco. Un desastre, esto no va a funcionar. Yo por lo menos no tengo ninguna fe en que de la noche a la mañana vayan a arreglar este desastre», dice sin esperanza.

Para Eduardo, un campesino productor de viandas y tabaco, tampoco la cosa pinta bien: «Si la tal bancarización es ampliar lo mismo que tenemos con las tarjetas magnéticas, que a uno le pagan y no haya cómo sacar el dinero, entonces esta va a ser la medida que le ponga la tapa al pomo, ¡esto se jodió ya!».

«De las tarjetas normales te permiten sacar 2.500 pesos, que es poquísimo con lo cara que está la vida; y de la tarjeta que nos dan como campesinos para depositar los pagos que nos hacen, permiten sacar un poquito más, 5.000 y a veces 7.000. Sin embargo, arar una hectárea cuesta 5.000 pesos y un paquetico de veneno (plaguicidas), alrededor de 20.000 pesos. Y para sacar más hay que pedir muchos permisos, tremenda burocracia, y esperar a que haya efectivo, que casi nunca hay. Este país está hundido», opina.

La inoperancia de los bancos cubanos y su red de cajeros automáticos es tendencia en las redes sociales, donde proliferan las quejas e insatisfacciones de la población. La falta de efectivo en el sistema financiero del Estado tiene a la economía nacional semiparalizada, y a la población en ascuas. El insuficiente salario que ganan los trabajadores está trabado en las tarjetas de débito o congelados los salarios que no se pueden extraer de los bancos.

«Casi ningún sector ha podido pagar completamente a sus trabajadores el pago del día 5 y ya está finalizando el mes. Se hace difícil que trabajen sin cobrar. Y los obreros que cobran en tarjeta, pasan tremendo trabajo para sacarlo», declara a DIARIO DE CUBA un funcionario del Gobierno de Holguín, de manera anónima.

«Comercio, por ejemplo, (Empresa de Comercio y Gastronomía), está gestionando que le dejen pagar a sus trabajadores de la propia recaudación, antes de depositar en el banco, porque todavía no han podido cobrar el mes de julio. Los maestros están al comenzar el curso escolar la próxima semana y no han cobrado las vacaciones; y las empresas productivas, tampoco han podido pagar y hay que seguir produciendo bajo estas condiciones», añade el funcionario.

«Es una situación crítica y no se sabe hasta cuándo durará ni cómo se va a superar. La bancarización generalizada es el plan del Gobierno, pero su implementación provoca mucha resistencia en la gente, en las MIPYMES ni hablar, y hasta en el sector estatal. Incluso, aun siendo la solución, va a ser dolorosa y complicada hasta que se logre establecer. El escenario financiero se ha complejizado mucho y estamos viviendo un momento de tensión social», opina.

«Es crítica la situación», comenta Dolores, contadora en una empresa de construcción. «Todos los días llamamos al banco para verificar si hay dinero para ir a sacar el pago de los trabajadores, pero todavía nada».

«Tengo dinero en el banco, quiero sacar una parte para completar la compra de un carro y no puedo», cuenta Orlando, un campesino productor de ajo. «¡Esto es increíble! La persona que lo me vende, como es lógico, lo quiere en efectivo, y no lo puedo sacar. Es mi dinero ganado honradamente trabajando la tierra, sembrando y ahorrando, y ahora está prisionero en el banco».

«Yo pensé que estaba más seguro allí que en la casa, pero me equivoqué, ahora no tengo dinero, no puedo disponer de él. Pueden dar toda la muela que les dé la gana, pero yo me siento engañado, estafado», lamenta.

En este escenario, lógicamente, la mayoría de las MIPYMES y los trabajadores por cuenta propia han dejado de aceptar el dinero digital por transferencia para cobrar sus productos y servicios, al igual que dejado de usarse significativamente entre las personas en sentido general. Y el Gobierno pretende «imponer» el uso del dinero digital mediante la «bancarización forzosa».

Mientras en el sector privado se aprecian estas reacciones lógicas por la falta de efectivo y la inflación, a las que se suma la preferencia a los pagos en dólares o MLC para las ventas mayoristas, se hace patente el temor a que la bancarización forzada ponga coto a la funcionalidad ganada en los últimos dos años por los negocios, y al rol de proveedor de bienes y servicios que hoy son suplidos por el sector privado.

La crisis del efectivo en el sistema bancario estatalizado en Cuba es otro capítulo de la profunda crisis del sistema socialista radical planificado y excesivamente estatista. Que ha «permitido» el florecimiento limitado del sector privado mediante las MIPYMES y los trabajadores por cuenta propia, pero que los relega a un papel complementario del sector estatal, y por consiguiente, no está concebido para el protagonismo que vienen escalando.

La banca estatal, ineficaz y poco confiable, queda fuera del flujo del dinero manejado por un sector económico que ya representa un porcentaje importante de la economía. Y que para ser «atraído», debe tener garantías y motivaciones que el sistema, dominado por la ideología radical de la izquierda conservadora, se niega todavía a conceder.