Con la misma verborrea de siempre, los directivos al más alto nivel de la CTC sembraron esperanzas en tierra baldía.
Pittsburgh (Sindical Press) – La 2ª Conferencia del Sindicato Nacional de Trabajadores Agropecuarios, Forestales y Tabacaleros (SNTAFT), cuyas conclusiones tuvieron lugar en la sede del Ministerio de la Agricultura (MINAGRI) la pasada semana, arrojan nuevas capas de sombras al drama cotidiano del desabastecimiento en los mercados, la pésima calidad de las ofertas y la continua alza de precios.
Con la verborrea de siempre, directivos al más alto nivel, como el miembro del Buró Político del Partido y secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), Ulises Guilarte de Nacimiento y Félix Duarte, miembro del secretariado del Comité Central del Partido y jefe de su departamento agroalimentario, sembraron esperanzas en tierra baldía. Sus intervenciones reafirmaron la continuidad del estatismo que explica la actual generalización de la miseria y el cierre, a cal y canto, a un pragmatismo que ayude a salir del empedrado laberinto de la improductividad y la ineficiencia.
Como un mantra, los delegados volvieron a señalar las insuficiencias de larga data como preámbulo a las propuestas que ahora sí resolverían los problemas más acuciantes. Nada nuevo en un ritual que hace tiempo aburre y que además ratifica la indolencia de los funcionarios y la extraordinaria capacidad para perder el tiempo en el planteo de soluciones, condenadas a terminar en el más absoluto olvido.
Las dificultades en los procesos de contratación, la baja sindicalización de los trabajadores, la necesidad de sumar jóvenes y de aplicar métodos y estilos de trabajo más participativos, fueron algunos de los temas abordados, de acuerdo al reporte del diario Trabajadores, con su habitual prestancia para hacerse eco de la venta de ilusiones, en este caso, de soluciones rápidas y duraderas en el ámbito socioeconómico, laboral y sindical.
Por más esfuerzos que se inviertan en crear expectativas alentadoras, la realidad al interior de la Isla tiende a empeorar en los próximos meses a partir de la obsolescencia de los mecanismos de producción y la determinación a conservarlos a toda costa.
Paralelamente a esos debates sin sentido, es duro pensar que miles de cubanos se las ingeniaban para encontrar algo de comer en mercados, donde un paquete de 30 huevos cuesta 2500 CUP (10 USD), una botella de aceite 900 CUP (casi 4 USD), un kilogramo de leche el polvo, 1800 CUP (poco más de 7 USD) y una libra de carne de cerdo 500 CUP (2 USD), tales costos frente a tasas salariales irrelevantes. En Cuba, el salario mínimo es de 2100 CUP (alrededor de 8 USD y el salario medio 4000 CUP (16 USD), lo cual indica la existencia de niveles de extrema pobreza.
Ante las evidencias del desastre, hay que tomar como una burla las palabras de la delegada Betty De la Torre, delegada de la provincia de Sancti Spíritus, quien citó las mejorías de las condiciones laborales e incrementos salariales en la empresa de tabaco torcido, ponderando el absurdo vínculo entre el sindicato y la administración como la causa principal de los referidos beneficios.
No menos grotesco, resultó lo expresado por Yosvani Arencibia, presidente de una Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC), de la provincia de Pinar del Río, quien sugirió “la creación de un grupo a escala nacional que a través de las redes sociales suministre y canalice información de ciencia y técnica de gran utilidad para la agricultura en diversas especialidades dentro del país”. Todo ello en un país con serios problemas de conectividad digital y una burocracia que ha demostrado con creces su ineptitud y falta de responsabilidad.
Como colofón, no faltaron ciertas críticas formuladas por los máximos exponentes de la CTC, atemperadas por la fraseología triunfalista que incluyó los llamados a incorporar las experiencias innovadoras de prácticas agroecológicas que permitan enfrentar las plagas y mantener los rendimientos potenciales en los cultivos, así como el avance en la constitución de Empresas Agroindustriales Municipales y la eliminación de las pérdidas económicas en las UBPC.
El otorgamiento de la Orden Lázaro Peña de Tercer grado al secretario general saliente del SNTAFT, Néstor Bárbaro Martínez, precedida por la presentación de su sucesor, fue el último acto de la obra que suele repetir una élite de poder supuestamente revolucionaria, sin capacidad para reinventarse y mucho menos de aceptar su estrepitoso fracaso.