En este ciclo final del ‘sálvese quien pueda’, no sería raro un colapso del resto de la obsoleta infraestructura industrial.
Pittsburgh (Sindical Press) – Un viejo problema vuelve a la palestra en la provincia más pobre de Cuba, de acuerdo a las declaraciones recogidas por la prensa local del miembro del Secretariado provincial de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), en la provincia, Enmier Savón Cotilla.
El funcionario citó varias deficiencias en cuanto al tema de las utilidades del sector empresarial. Entre ellas, las relacionadas con su distribución, la falta de profundidad al tratar el asunto en las asambleas de afiliados, y en general, la baja disposición para realizar las debidas correcciones.
Por otro lado, admitió las exiguas disponibilidades del fondo para financiar la adquisición, reparación y construcción de viviendas y la estimulación individual y colectiva, debido a las irrelevantes contribuciones de las empresas.
De acuerdo al reporte publicado en el órgano oficial de la CTC “solo cinco entidades del territorio realizaron sus aportes para favorecer a 23 trabajadores, mientras no se muestra sistematicidad en discusiones y análisis sobre el tema en los espacios ocupados por los organismos de dirección del movimiento sindical…”, dijo Savón Cotilla.
Para tener una idea de la magnitud del problema, basta saber la pérdida de más de 133 millones de pesos a causa de las bajas ventas, incumplimientos de servicios a terceros y la crónica carencia de recursos y materias primas para concluir las producciones pautadas, por parte de 26 entidades.
A tono con las indisciplinas, las pésimas gestiones administrativas y privaciones de todo tipo, en el ámbito económico, cuyas afectaciones se extienden por toda la Isla, nada más oportuno que traer a colación algunas de las incidencias plasmadas en un informe de la Contraloría General de la República (CGR) del pasado año, donde se refleja parte de un desastre que tiende agudizarse a medida que avanza el tiempo.
El documento avala la pérdida de una cifra superior a los 251 millones de pesos en las empresas estatales encargadas de la producción de alimentos en Guantánamo; casi el 50% provocado por los incumplimientos en el plan de ventas de las empresas de productos lácteos, la avícola y la industria cárnica.
El déficit en las entidades relacionadas con la pesca y el ganado porcino, ascendió a 21 millones de pesos.
Los recientes planteamientos del cuadro sindical no constituyen una novedosa referencia, más bien exponen una secuencia de patrones repetitivos que tienden a agudizarse en la medida de la ausencia de compromisos de la dirección del país en liderar transformaciones económicas de gran calado que den al traste con la primacía del Estado sobre los medios de producción.
De lo contrario, continuaremos a la espera de otras intervenciones sin otro fin que aparentar preocupación, cuando lo que hace falta es determinarse a accionar en evitación de mayores descalabros.
Hace pocos días, una señora residente en Guantánamo se quejaba del diminuto pan que le asignan diariamente por la tarjeta de racionamiento. La protesta no era por el tamaño, sino por los rastros de arena que tenía dentro.
En este ciclo final del sálvese quien pueda, no sería raro un colapso de lo que queda de la obsoleta infraestructura industrial. Los guantanameros enfrentarían las peores consecuencias; son los más pobres entre los pobres.
No sería descabellado pensar que en el futuro cercano le entreguen un sucedáneo de pan sin rastros de harina de trigo y hecho con ingredientes tan o más exóticos que la arena.