domingo , 22 diciembre 2024
Tractores aparcados en el centro de Bruselas durante las protestas de los agricultores. (Thys/AFP)

Los países europeos responden a las protestas de los agricultores con concesiones nacionales

Las protestas de los agricultores europeos han provocado algunos cambios a nivel nacional en la mayoría de los países.

(Orbán/Conservative European) – Las protestas de los agricultores europeos han provocado algunos cambios a nivel nacional en la mayoría de los países, pero las principales reivindicaciones de los manifestantes se refieren a las políticas de la UE que aún deben ser abordadas por Bruselas.

Según un mapa publicado por Euractiv, en el que se visualizan las protestas de los agricultores de todo el continente, las recientes protestas de los agricultores estallaron en 22 de los 27 Estados miembros de la UE, y sólo Dinamarca, Suecia, Finlandia, Estonia y Austria han conseguido mantenerse al margen del movimiento de protesta paneuropeo hasta la fecha.

En los 22 países en los que los agricultores salieron a la calle, 15 gobiernos ya han otorgado ciertas concesiones nacionales al sector agrícola, principalmente en forma de recortes fiscales y subvenciones a los carburantes y fertilizantes, y algunos ganaderos y cerealistas también han recibido paquetes de ayuda financiera única para reembolsarles el lucro cesante debido a la crisis del COVID y a las importaciones baratas ucranianas.

Además, los sindicatos de agricultores siguen negociando nuevas concesiones con varios gobiernos del bloque. Los únicos países en los que las protestas aún no han provocado ningún cambio son los Países Bajos, Luxemburgo, Irlanda, Eslovaquia, Hungría, Croacia y Malta.

Alemania, Francia y España, por ejemplo, ampliaron la disponibilidad de sus subsidios a los combustibles agrícolas, entre otros, mientras que Bulgaria, Rumanía y Chequia concedieron ayudas financieras directas a sus agricultores en apuros. Ningún país ha cambiado las normas sobre las importaciones ucranianas, pero Letonia al menos prohibió los productos agrícolas rusos dentro de sus fronteras.

No obstante, el mapa también revela que las principales preocupaciones de los manifestantes de toda Europa aún no se han abordado, ya que tienen que ver, concretamente, con la política de la UE.

Entre las tres reivindicaciones más comunes figura la reducción o suavización de los requisitos medioambientales de la Política Agrícola Común (PAC) de la UE. Los agricultores deben cumplirlos si quieren acceder a las ayudas financieras de la UE. Los agricultores europeos también quieren que se ponga fin a los acuerdos comerciales injustos con terceros países que hacen bajar los precios (como el acuerdo Mercosur con países latinoamericanos). También quieren poner fin a las importaciones baratas de Ucrania, posibles gracias a los acuerdos especiales de la UE con Kiev tras la invasión rusa.

La avalancha de productos ucranianos baratos fue criticada inicialmente sobre todo por los Estados miembros de Europa Central y Oriental (Polonia, Rumanía, Eslovaquia, Hungría y Bulgaria), pero se ha convertido en un importante tema de conversación también en países más alejados de la frontera ucraniana, como la República Checa y Francia.

Dado que estas cuestiones no pueden abordarse con éxito a nivel nacional, corresponde a la Unión Europea escuchar. Las capitales también lo saben y presionan cada vez más a Bruselas para que actúe.

La semana pasada, los ministros de Agricultura de la UE pidieron conjuntamente a la Comisión que completara sus reformas propuestas e iniciara «otras más ambiciosas», durante una segunda ronda de grandes protestas en las calles de Bruselas en las que se vieron tractores retirando cordones policiales y rociando a los agentes con estiércol.

La Comisión Europea ha respondido hasta ahora con concesiones más bien simbólicas y lanzando un «diálogo estratégico» sobre el futuro de la agricultura de la UE, prometiendo propuestas concretas de reforma para mediados de marzo. No hay garantías de que las grandes reformas puedan aplicarse a tiempo, ya que sólo quedan tres meses para las próximas elecciones de la UE.