sábado , 23 noviembre 2024
Primero de Mayo en La Habana, Mayo 2024.

Nefasto, el cine de Sifumo Nokomo y los trabajadores cubanos

La Habana (Sindical Press) – Las imágenes de algunos de los filmes cubanos realizados de manera undergraund en los últimos 65 años de una revolución farandulera y evasiva como no hay otra en el mundo, bastarían para ilustrar por qué los trabajadores desfilan cada primero de mayo por las embachecidas calles y soleadas plazas de la isla.

La comedia política “Unidad y compromiso en torno a la revolución y el partido “, realizada en los estudios Verde Olivo bajo la dirección de Ramiro Valdés con actores egresados de las escuelas de Villa Marista, Mar Verde y Agüica, entre otros centros ideológico-culturales de la filmografía castrista en Cuba, no es más que una espuria versión y un plagio de “Bostezos junto al fogón” del cineasta nipo- bayamés, Sifumo Nokomo, fallecido de un infarto casual en la prisión las Mangas.

En la escena final del filme –cine de actor–, se ve como un señor de la tercera edad, vestido de miliciano y el pecho lleno de medallas y condecoraciones por las proezas laborales realizadas durante más de treinta años de permanencia en un centro estatal de elaboración de alimentos, mezcla, junto a su amada esposa, un jugo de tuna con cabecillas de arroz para convertirlo en un “café con leche” que, junto a un pedazo de casabe, será el desayuno de sus hijos para ir a la escuela a gritar la obligada consigna: ¡Pioneros por el comunismo:  Seremos como el Che¡

Otro de los filmes undengraund que junto a “Bostezos junto al fogón”, conforman la trilogía del desaparecido Nokomo, es el Road Movie “Kcho de emigrante”, donde un artista plástico, cansado de buscar fórmulas para volar fuera del país, recurre a diversos tipos de alucinógenos como la cocaína o la noble marihuana, pero es en vano.

Dos coroneles monjes de Villa Marista, empeñados en librar de sus pecados capitales al joven, pero ya destacado artista, le ofrecen dos opciones para el inicio de una nueva vida: o acepta purificar su alma en las filas gloriosas del partido comunista de Cuba o será enviado por un tiempo de diez a veinte años –sin pases ni visitas– a un curso intensivo en la universidad de Chafarina, en el inhóspito, pero acogedor Guantánamo.

Como era lógico esperar, el joven se acogió a la buena vida del partido y hoy recorre todo el mundo sin dinero ni necesidad de visa e incluso se ha hecho amigo del Papa comunista que reina en el Vaticano, y allí expone sus piragüitas de barro, sus remos de madera y sus balsitas.

Pero, sin menospreciar la calidad de los filmes reseñados, ni establecer categoría elitista entre uno y otro largometraje (65 años de rodaje constante de escenas similares en la isla no es cosa de risa), quiero comentar la película que resume la verdadera razón por la que los cubanos desfilaron este primero de mayo sin pensar en la escasez de comida, los apagones ni en la falta de medicinas.

En la entrevista realizada hace algunos años a la joven artista, Mesalina Rebollo, protagonista del film “Las penitencias del corazón”, ella me confesó que jamás en la historia de la cinematografía internacional se ha filmado una escena con tanto apego a  la vida real como la escena que tuvo que hacer, en una sola toma y final, durante el rodaje de esa melodramática película.

Según cuenta la Rebollo, todavía erizada de horror y con temblores en las rodillas, que cansada de    ver escenas similares durante su larga estancia en Cuba jamás pensó que las realidades de las calles en la isla superarían la ficción de la película. Fue un golpe inolvidable del que jamás se ha podido recuperar, cuenta la artista.

Verse enchumbada en mercurio cromo y timerosal por la cabeza partida por la tonfa de un policía, con las manos esposadas atrás, un ojo amoratado, una ristra de ajo alrededor del cuello, un corazón de vaca mordido entre los dientes y una jaba de nailon con paquetitos de café Pilón, chancletas Chúpamelo, Chupa-Chupas y el resto de las vísceras, era como correr la misma suerte que corren a diarios las vendedoras ambulantes sorprendidas por la policía en Atarés o Mayajigua.

Es verdad que una situación así no es como para desfilar sino para tirarse a las calles y poner fin al suplicio de los cubanos de a pie dentro de la isla, pero también existen personajes como los del filme “Parásitos en la nevera”, esos que reciben remesas del exterior o montan una Mypime con ese dinero y apoyan, desfilan, aplauden y vitorean al régimen que mandó lejos a sus familiares.

Por eso, luego de reseñar la trilogía fílmica de Sifumo Nokomo (Bostezo junto al fogón, Kcho de emigrante y La penitencia del corazón), espero que todos sepan, aunque no justifiquen, la razón de los cubanos para desfilar el primero de mayo: Una probable javita con productos del agro, un jabón de lavar y un pomo de refresco para quiénes enarboles los mejores carteles o más griten.

Eso se los aseguro yo, Nefasto “El crítico de cine”.