El plan del Ministro de Economía alemán ha generado críticas de diversos sectores políticos por discriminación hacia los ciudadanos alemanes.
(Paternoster / Euro News) – El plan del Ministro de Economía alemán, Robert Habeck, de desgravar gradualmente a los trabajadores extranjeros ha suscitado críticas explosivas de todo el espectro político, con argumentos de que discrimina a los nacionales alemanes.
El Gobierno alemán ha dado a conocer sus esperados planes presupuestarios preliminares, tras meses de controversia política que han amenazado con derribar la coalición gobernante del Canciller Olaf Scholz.
Dentro de Alemania, una propuesta suscitó más controversia que otras, ya que la idea de Habeck de desgravar a los trabajadores cualificados extranjeros para acabar con el déficit de cualificación de Alemania fue criticada por un amplio abanico de partidos.
Habeck sugirió que la desgravación fiscal, que ofrecería a los trabajadores extranjeros cualificados una reducción fiscal del 30%, que disminuiría al 10% al cabo de tres años, incentivaría la llegada de trabajadores extranjeros cualificados a Alemania.
El Ministro de Economía justificó su propuesta diciendo que ya se aplicaba con éxito en otros países, como Austria y los Países Bajos, y que: «Si más trabajadores cualificados vienen a Alemania porque quieren trabajar aquí o porque se aprovechan de estas ventajas, entonces ganamos todos».
Sin embargo, la idea ha sido duramente criticada por otros partidos, que afirman que favorece a los extranjeros en detrimento de los ciudadanos alemanes.
La portavoz de política económica de la Unión Cristianodemócrata (CSU), Julia Kockner, afirmó que la propuesta suponía una «discriminación contra los residentes en el país».
El secretario general de la CSU, Martin Huber, también criticó el plan, declarando al periódico sensacionalista Bild que el «trato fiscal preferente» era «escandaloso».
El partido de extrema derecha Alternativa para Alemania, que ha hecho de la lucha contra la inmigración y el nacionalismo alemán mensajes centrales de su campaña, calificó la idea de «bofetada en la cara de los trabajadores alemanes».
Susanne Ferschl, del Partido de la Izquierda, criticó la política por dar un trato preferente a los trabajadores cualificados extranjeros frente a otros inmigrantes en Alemania y por contradecir el principio de calidad consagrado en la Constitución alemana.
Alemania necesita trabajadores extranjeros para seguir siendo competitiva
La responsable de la Confederación Alemana de Sindicatos, Yasmin Fahimi, llegó a calificar la idea de «socialmente explosiva».
Alemania ha ido cayendo paulatinamente del puesto 12 al 15 en la lista de países atractivos para los extranjeros, según la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE).
Según el Instituto Económico Alemán, la escasez de mano de obra cualificada en sectores clave le cuesta a la economía alemana 29.000 millones de euros, una pérdida que se ha multiplicado por diez desde 2010.
Habeck mantuvo que el plan había funcionado en otros países como Austria y los Países Bajos y que, por tanto, Alemania podría utilizarlo con éxito para resolver el problema de la escasez de personal cualificado, afirmando que «merece la pena intentarlo» para incentivar a los extranjeros cualificados a venir a Alemania.
El presupuesto, aprobado el pasado viernes, estuvo a punto de provocar el colapso político de la coalición en el poder, ya que los tres partidos gobernantes trataron de encontrar un equilibrio entre no sobrepasar el límite constitucional de endeudamiento de Alemania y comprometerse a un gasto cada vez más necesario.
Otros aspectos controvertidos del proyecto de plan son la limitación del gasto en defensa y seguridad europea, lo que parece abocar a Alemania a nuevos enfrentamientos con sus socios internacionales, que ya han acusado al país de no contribuir lo suficiente a Ucrania.
La coalición gubernamental alemana, formada por el Partido Socialdemócrata, de centro-izquierda, el neoliberal Partido Democrático Libre y el Partido Verde, de centro-izquierda, es cada vez más impopular.
En las recientes elecciones europeas, los partidos gobernantes fueron superados por la CDU, de centro derecha, e individualmente por el partido de extrema derecha AfD, cuyos miembros se han visto salpicados por una serie de escándalos.