miércoles , 16 octubre 2024
De los 156 ingenios que existían en 1959, apenas queden una veintena que aportan una cantidad muy por debajo de las necesidades del país. (Foto: @unguajirocubano | X)

Sabor amargo

La última producción de 296,700 toneladas es significativamente menor que los 5 millones en 1958 y los 8 de 1970.

Pittsburgh (Sindical Press) – No hace falta leer entre líneas en los textos publicados en la prensa oficialista para saber que la industria azucarera continuará a la zaga de una estructura económica entrampada en una albañilería especializada en muros y techos de hierro con tal de evitar la entrada del sentido común.

He corroborado la continuidad del desastre en unas notas referidas al puñado de centrales que quedaron en pie tras la orden de desmantelarlos en el año 2000 a causa de los serios indicadores de ineficiencia.

Valga recordar que el declive de la otrora locomotora de la economía nacional cobró mayor vigencia a partir de la caída de Unión Soviética en los albores de la década del 90 de la pasada centuria.

Es desconcertante que de los 156 ingenios que existían en 1959, apenas queden una veintena que aportan una cantidad muy por debajo de las necesidades de la población y de los montos requeridos por las entidades que utilizan el azúcar y sus derivados en la confección de disímiles productos.

De aquellas producciones millonarias solo queda un vago recuerdo. En la pasada campaña 2023-2024, se obtuvieron solo 296,700 toneladas, cifra que palidece ante los 5,6 millones de toneladas alcanzados en 1959 y los 8 millones producidos en 1970, tras la mastodóntica movilización de recursos materiales y humanos en todo el país, ordenada por Fidel Castro en aras de llegar a los 10 millones. Aquel plan causó un grave perjuicio económico y social, al haber sido impulsado por la voluntad mesiánica del líder, sin basarse en una metodología fundamentada en estudios ni en una evaluación objetiva de las condiciones necesarias para su éxito.

El diario digital La Demajagua, de la provincia de Granma, en el oriente de la Isla, es uno de los que cierra el paso a vaticinios alentadores en un texto, recientemente publicado, sobre el tema. Las tibias alusiones en relación a un posible alivio de un mal que es crónico, no son suficientes. Se sabe que las carencias prevalecerán, lo cual prescribe la continuidad de las importaciones como recurso de compensación, esto a expensas del poco dinero disponible para adquirir decenas de productos e insumos en el mercado internacional, igual o más prioritarios que el azúcar.

Por otro lado, la secretaria general del Buró Sindical de la unidad empresarial de base (UEB), adscrita a la empresa agroindustrial azucarera Antonio Guiteras, en el municipio Puerto Padre, Nelsy Polo Gutiérrez, declaró, en este caso al Periódico26, de la provincia de Las Tunas, la falta de materias primas, impagos de utilidades y bajos salarios, entre las dificultades que enfrentan los trabajadores de la entidad, usando el “bloqueo” como justificación, un proceder recurrente para encubrir las fallas de una política económica basada en el centralismo, el verdadero motivo de la debacle nacional.

El resto de las declaraciones vertidas durante la III Conferencia Provincial de los Trabajadores Azucareros, tuvieron la misma tónica que las vertidas por la representante sindical.

Por tanto, la reafirmación de los delegados de contribuir a la salvación del sector azucarero, con el presunto fortalecimiento de las direcciones administrativas y sindicales, carece de validez en el contexto actual.

La zafra 2024-2025 apunta a un fracaso, quizás más pronunciado que el precedente.

Nada ha cambiado, al interior del remanente de centrales, donde abundan los remiendos, el descontento de obreros y técnicos hastiados de laborar en condiciones anormales, así como la falta las inversiones que provean el necesario parque tecnológico.

Desgraciadamente, en las postrimerías del 2024, el verbo endulzar continúa difuminándose en los avatares de una cotidianidad cada vez más amarga.