viernes , 10 enero 2025

El trabalenguas del primer ministro y el futuro incierto en Cuba

La dolarización parcial refleja el fracaso económico del régimen, agravando la crisis y alejando al país de la desdolarización prometida.

La Habana (Sindical Press) – A la par de los decretos, los trabalenguas continúan marcando los derroteros de la política en la Isla en los albores del 2025.

Fue bajo esta última modalidad que el primer ministro Manuel Marrero destacó recientemente la continuidad de un estilo de gobernar instaurado por Fidel Castro y replicado fielmente por quienes han ostentado y ostentan el poder central.

El otrora ministro del Turismo y, desde 2019, ocupante del tercer puesto en importancia dentro de la nomenclatura —después del primer secretario del partido y el presidente— no se anduvo por las ramas al anunciar, durante el Cuarto Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, la dolarización parcial de la economía. Según Marrero, este proceso es «necesario» para controlar las divisas estatales con el supuesto propósito de “beneficiar” a la población.

Más allá de las interpretaciones literales, hay que ir al trasfondo de una estrategia que solo contribuirá a engordar las arcas gubernamentales y a provocar nuevos descensos en el nivel de la vida de la mayoría de los cubanos.

Los precedentes históricos confirman esta tendencia: en 1993, la despenalización de la tenencia de dólares y la introducción del peso convertible (CUC) en 1994 crearon una falsa ilusión de mejoría económica. La arbitraria equivalencia 1 USD = 1 CUC generó en su momento una estabilidad aparente pero desató más tarde una cascada de efectos contraproducentes. Incluso, en un momento dado, el CUC llegó a sobrepasar al dólar estadounidense en valor.

En 2021, la eliminación del CUC y la aparición de la MLC (moneda libremente convertible), un dólar virtual, desvalorizó aún más el peso cubano (CUP), una moneda destinada a desaparecer debido a su progresiva e inevitable pérdida de poder adquisitivo.

Con la noticia del uso del dólar en determinados centros comerciales a partir del anuncio de Marrero, no solo se rompe un viejo tabú sino que también se sella una disposición que supera la supuesta temporalidad. Esta medida define cual será el signo monetario predominante en las transacciones del cubano de a pie, invalidando cualquier aspiración de sostener el socialismo bajo los parámetros actuales.

El primer ministro, miente de forma grosera al decir que “se ratifica que, en todos los programas del Gobierno, el camino a seguir es la desdolarización de la economía; pero hay que transitar por este camino previo”. Se burla abiertamente de los millones de nacionales agobiados por unos niveles de miseria insostenibles y a la espera de peores tiempos bajo el predominio de una moneda cuya única vía de acceso es a través de los familiares que viven fuera del país.

El anuncio ha desatado un incremento en la apreciación del dólar en el mercado negro, y especialistas predicen un aumento exponencial de su valor en los próximos meses. Una señal inequívoca de que las difíciles circunstancias socioeconómicas del 2024 quedarán como una mera caricatura en comparación con lo que se avecina.

Es lamentable que los líderes del régimen carezcan del valor para admitir sus fracasos y continúen propalando subterfugios a diestra y siniestra.

Entre trabalenguas, decretos y una unanimidad artificial nos acercamos al fin de una tragedia onerosamente larga.

La implosión del sistema no es una simple metáfora, sino una posibilidad tangible que, quizás, Marrero y sus secuaces evalúan en secreto, al igual que los planes de escape con sus respectivas familias para el disfrute de sus fortunas depositadas en bancos internacionales y si les da tiempo, llevarse algunas maletas adicionales llenas de euros y dólares.