La escasez de petróleo y las severas fallas técnicas podrían agotar el sistema eléctrico en la Isla antes de diciembre.
La Habana (Sindical Press) – Sin el petróleo suficiente para cubrir la demanda y las severas afectaciones técnicas que impiden alcanzar mínimos niveles de eficiencia, el sistema electro-energético nacional da señales de un agotamiento que pudiera ser definitivo antes de diciembre.
Después del colapso ocurrido el viernes último –el cuarto en seis meses– que afectó, como los anteriores, a la totalidad del país salvo algunas zonas reservadas para el turismo internacional, un número significativo de personas aun esperaban el retorno del fluido eléctrico a sus hogares.
Permanecer más de 48 horas bajo tales condiciones en un país tropical, con una temperatura promedio actual de 30 grados Celsius, algo más alta en el oriente, refleja una realidad de desesperación extrema, especialmente por la noche, rodeados de enjambres de mosquitos y guasasas, ambos en el ambiente ideal para potenciar sus incursiones. El ventilador, en un escenario cada vez más familiarizado con la oscuridad, se convierte en un objeto meramente decorativo, sustituido por trozos de periódicos y portadas de revistas convertidos en abanicos, que poco alivian el calor ni el molesto zumbido de los insectos.
No faltan comentarios que avizoran un “apagón” definitivo como señal del fin de la hegemonía del partido y su nefasto modelo de economía centralizada. La hipótesis tiene asideros suficientes para asumirla entre los posibles escenarios de una revolución que, desde hace tiempo, perdió su rumbo y se adentra en una espiral descendente hacia la extinción.
Actualmente no existe un suministrador confiable de hidrocarburos. Venezuela mantiene envíos cada vez más modestos, México muestra una disposición muy limitada para asistir a su socio caribeño, al igual que Rusia, cuya prioridad estratégica se concentra en la guerra contra Ucrania, dejando, si no en la estacada, sí bastante al margen a sus aliados en la Isla.
Lo que llega de esos lares es el petróleo justo para aplazar la parálisis —lejos de ser una asistencia regularizada— ni los fondos necesarios para mejorar las condiciones de las termoeléctricas, estimados en más de 10 mil millones de dólares.
En el fragor de una escasez que supera lo imaginable y de la que muy pocos escapan, siempre de manera parcial la prensa oficialista vuelve a mostrar su cinismo con la exaltación de la clausura de la Sexta Conferencia de Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), una entidad creada el 7 de diciembre de 1993 con el propósito de defender los principios políticos e ideológicos establecidos por Fidel Castro.
Resulta paradójico que muchos de sus integrantes, pudiera decirse que la mayoría, padecen las mismas penurias. No obstante, se unen al coro legitimador, esta vez dirigido por el general en jefe Raúl Castro y el presidente designado Miguel Díaz Canel.
En el evento no faltaron los compromisos a viva voz de defender lo indefendible, los aplausos y toda la alharaca que acompaña a esas representaciones, que vuelven a poner en el candelero la magnitud de la debacle moral y ética, tanto de organizadores como de convocados.
Mientras se apagaba la euforia en la Sala Universal del Ministerio de las Fuerzas Armadas, una internauta celebraba el momento en que consiguió las dos libras de papas por persona que se reparten en la ciudad de Matanzas. Una oportunidad dorada para la mayoría de la población, obligada a comer lo que aparezca, una o dos veces al día.
Seguramente se habrá comido las tres o cuatro papas hervidas, preparadas gracias a un improvisado fogón de leña y en penumbras, mientras miles, como él, aguardan el retorno de la electricidad.