FHRC | El nuevo presidente electo en Brasil, Jair Bolsonaro, acaba de declarar que su objetivo no es acabar con el programa «Mais Médicos», sino decretar la libertad de los médicos cubanos esclavizados dentro de ese esquema. Los invita a quedarse a trabajar como personas libres, con residencia, cobro íntegro de sus salarios, traer sus familiares de Cuba y estudiar para revalidar sus títulos en Brasil. Sin duda, es un duro golpe para el régimen castrista.
El 13 de mayo de 1888, la esclavitud fue abolida oficialmente en Brasil por la Ley Áurea, siendo el último país en abolir esa forma de explotación. Pero el trabajo obligatorio y el tráfico de personas continuaron existiendo en el Brasil, constituyendo una forma de esclavitud moderna que los partidos de izquierda decían estar dispuestos a erradicar. Por el contrario, dieron paso a otra nueva modalidad de ese engendro al importar profesionales cubanos de la medicina para financiar a sus amigotes de la dictadura cubana.
Como los tribunales brasileños lo impedían, los dictadores cubanos y estos líderes brasileños fabricaron un esquema internacional fraudulento con corporaciones supuestamente privadas y falsos programas educacionales de organizaciones internacionales de la salud. El ingenioso “mecanismo” malandro creado para sifonear recursos a los Castros puede competir con el de Odebrecht.
Al violar la legalidad nacional e internacional, estos “líderes progresistas” brasileños y cubanos disfrazaban de motivaciones humanistas sus verdaderos propósitos: fomentar el clientelismo electoral con los pacientes de estos galenos (a quienes se chantajeaba diciendo que si el Partido de los Trabajadores (PT) perdía las elecciones ellos perderían esos servicios médicos) y asegurar el apoyo multimillonario anual de Brasil a la dictadura cubana con miles de millones de dólares extraídos de la explotación esclavista de esos médicos cubanos.
Los galenos esclavos exportados por medio de este sistema no pueden moverse libremente, no pueden traer familiares ni establecer relaciones no autorizadas con brasileños u otros extranjeros, se les vigila y a su vez se les exige que ellos vigilen a sus colegas y reporten sobre la conducta política de pacientes y líderes locales, y hagan proselitismo político a favor del PT en el lugar donde se encuentren laborando.
Es así como, además de usar a los médicos como “informantes” parapoliciales del partido político gobernante, también se les emplea como comisarios político –ideológicos a favor del PT y del régimen cubano para influir en las percepciones de la población y sus intenciones de voto. Se les paga entre el 15 y el 25% de su salario nominal (unos pocos cientos de dólares) a diferencia del remunerado a los pocos médicos de otras nacionalidades que son parte del programa y cobran su salario íntegro.
Ha ocurrido una coincidencia del azar. Por una parte este anuncio ha ocurrido en el 130 aniversario de la abolición de la esclavitud en Brasil. Pero también en el 150 aniversario de que el patriota independentista cubano Carlos Manuel de Céspedes tocara la campana de su ingenio azucarero para convocar a los esclavos, otorgarles su libertad e invitarlos a luchar, como seres humanos libres, por la independencia nacional.
Ahora los médicos esclavos cubanos han sido invitados por el presidente Jair Bolsonaro a luchar por la salud de los brasileños, pero, de aquí en adelante, con plenitud de derechos, como hombres y mujeres libres.