La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – Si al crecimiento de la economía cubana de un 1,5 por ciento se le hubiera añadido un incremento real en la producción de los innumerables productos deficitarios en la vida del cubano de a pie, entraríamos al 2019, para variar, con unas libritas de más y algunas consignas y preocupaciones de menos.
Pero el bloqueo, los temporales, el peinado de Trump y el arribo al poder de Bolsonaro en Brasil afectan las cosechas de viandas y hortalizas, la siembra de granos y merluzas en el país, impiden al ganado vacuno producir carne o leche y a las gallinas que pongan (o si lo hacen, que parezcan de codorniz). Y en esta situación, a los cubanos, una vez más, se nos encogieron o faltaron los huevos.
No obstante, el pueblo está feliz. Si la masa no pudo despedir el año viejo y esperar el nuevo empuñando en una mano un vaso de yogurt y en la otra un pedazo de pan por falta de soya y harina en el país, sí se hartó de patriotismo y dignidad, comió hasta la indigestión combates ocurridos en 150 años de revolución y tuvo como postre flameado de banderas la Nueva Constitución.
Además, se abrieron las puertas a la inversión extranjera en el país, que, aunque todavía no acorta el ciclo de tres meses para la entrega de sal por la canasta familiar, nos permite soñar mientras sazonamos la sopa con culeros desechables vietnamitas que se fabricarán en la Zona de Desarrollo Mariel.
También ganamos en la ONU otra batalla contra el bloqueo, le metimos un nuevo esquinazo a las exigencias de la OIT y elevamos a la dignidad de solar el chancleteo diplomático en diversos escenarios fuera de Cuba, algo que corrobora la identidad nacional, aunque no resuelve el problema del transporte ni minimiza los de la vivienda, las calles, el salario, ni el empleo en la nación.
Asimismo, logramos poner fin al éxodo desenfrenado y sin control de cubanos que por cualquier vía y medios huían del país, y hoy marcamos como a reses de corral a quienes pueden salir o no, pese a que todavía algunos saltan la talanquera o rompen la cerca custodiada por los caporales de la Seguridad del Establo en la finca nacional de los Castro-Ventura-Valdés-Frías-Díaz-Canel.
También resultó exitosa en 2018 –aunque a regañadientes– la implementación de nuevas regulaciones para el éxito del trabajo por cuenta propia en Cuba, que, si bien no permitirá enriquecer a sus gestores, les garantiza realizar un corte de cabello, alquilar un cuarto y vender maní sin ser decomisadas sus propiedades, multados o enviados a prisión, entre otras medidas de control.
Como si fuera poco, nuestras cultas prostitutas que ganan las visas y el sustento familiar con el sudor de sus cuerpos hoy realizan su trabajo con mucha aceptación y diversidad en la modalidad sexual, a tono con los cambios y la ética de un país que, además, facilitó a sus proxenetas un empleo de guías emergentes para el turismo internacional, o como buquenques de almendrón.
En lo político, a la existencia y preponderancia de un partido único sobre todas las instancias del poder gubernamenental, ahora se le llama inclusión. Además, al pleno ejercicio de la libertad de expresión hoy se le agregan nuevos personajes a los que abuchear o aplaudir. Ya no sólo están autorizados a gritar ¡Abajo Trump!, sino también fascista a Bolsonaro y hermano a Xi Jimpim.
¿Qué más se le puede pedir, señor presidente? Luego de un año de tantas campañas victoriosas y éxitos en la televisión y los demás medios de información nacional, sólo me queda agradecerle su gestión al frente del país, y asegurarle, democráticamente que, #yo voto no, aunque ayer llegó el yogur. | vdomínguezgarcía4@gmail.com