La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – Que un tonto de capirote se desordene, indigne, patalee, haga boquita y hable de las brechas salariales entre hombres y mujeres en los Estados Unidos, demuestra que su papel de títere de una cofradía de ineptos dirigentes y sus correveidiles de turno aún es útil en un país de momias petrificadas que fingen desconocer el viejo refrán “No existe peor ciego que el que no quiere ver”.
Según reveló el comentarista deportivo Pavel Otero al “Mentidero” Nacional de la Televisión Cubana (noticiero estelar, 8.p.m), las futbolistas del equipo de los Estados Unidos que acaban de obtener su tercera corona mundial consecutiva en el campeonato del Orbe celebrado esta vez en París, se quejan, emplazan y acusan a federaciones, directivos, al gobierno de Trump y al sistema capitalista universal por la brecha salarial abierta entre ellas y sus colegas del equipo masculino.
En su alharaca patriotera y sentimental –que no corresponde a la objetividad de un comentarista deportivo–, como un tribuno de la plebe en la antigua Roma pero sin ser elegido por nadie y mucho menos con la facultad para vetar las orientaciones del partido, cual un perrito faldero en busca de una caricia del amo comenzó a comparar el sistema en que ¿vive? con el capitalismo.
Con el pelo teñido de rubio para semejarse a sus enemigos de origen anglo sajón en el país de las barras y las estrellas que tanto le aflojan las pantorrillas, el joven comentó que eso sólo sucede en naciones donde rige el cruel e inhumano capitalismo, que abre brechas entre hombres y mujeres por cuestiones de género, sexo, color de la piel y orientación política, algo que no sucede en Cuba.
De acuerdo con lo expresado por este pelafustán más torpe que una mula y ciego por convicción o compromiso, mientras una mujer futbolista obtiene 1,300 dólares por cada juego ganado en los que participa, los hombres devengan 7000 o 17 mil por partido –no escuché la cifra–, hecho que demuestra la brecha salarial entre ambos sexos –aunque desempeñan similar oficio– en los Estados Unidos, cuestión que en Cuba no sucede, pues todos reciben igual salario por igual servicio.
Pero lo que no dice ni se pregunta este corderito de Dios en su salmodia verde olivo, es ¿de qué le sirve a una mujer cubana obtener el mismo salario que un hombre por igual oficio si sumando ambos sueldos (anuales) la cifra no llega ni por asomo a lo que devenga por un partido una discriminada futbolista en Los Estados Unidos?
Además, querido fracatán, ellas pueden reclamar, pedir justicia, decirle viejo verde al presidente, tildar de morralla a los integrantes del partido, sin miedo a ser expulsadas del equipo ni condenadas a dos años por desacato a una “figura” política.
También debiera sopesar este cretino en su adulterada balanza revolucionaria, que una futbolista estadunidense no tiene que preocuparse cuántos pescados le venderán a su familia, el número de huevos que deberá comer al mes o si traerán el pedazo de pollo o las salchichas, algo que unido a vivir sin miedo al apagón, qué desayunarán sus hijos antes de ir a la escuela, qué ropa se pondrán, o si pasa el P-2 o el P-5, creo que les compensa un poco aunque merecen ganar igual por justicia.
No, Pavito, no. En realidad la verdadera injusticia está en Cuba, y la brecha salarial no es entre hombres y mujeres en los Estados Unidos, sino entre cubanos y el resto del mundo, dada la inutilidad de un salario miserables ante el costo de la vida en la Isla, ahora maquillado con un aumento que poco saciará la herrumbre de las bocas, y menos la orfandad de los bolsillos.
Revise su tinte, tonto, tal vez le haya hecho metástasis la creatinina y el cerebro se le haya reblandecido. Sería una maldad, pues usted despertaba admiración por poner los puntos sobre las íes a los secretismos y malas decisiones de las autoridades deportivo-gubernamentales cubanas.
Así que no se enoje, recapacite y vuelva a lo suyo. Deje de meterse en camisa de once varas. No sea sumiso ni perro guardián de quienes lo azuzan, comprometen y luego le darán la espalda. | Vdominguezgarcía4@gmail.com.