A tenor de los sindicatos, se esperaba que la huelga fuera seguida por medio millón de los 7,5 millones de hongkoneses.
Hong Kong | Pablo M Díez | Además de parar el metro durante la mañana, cortar el tráfico y obligar a la cancelación de más de 230 vuelos en el aeropuerto, la huelga general de ayer en Hong Kong desató violentos enfrentamientos por ocho distritos de la ciudad. No solo entre los manifestantes y la Policía, que volvió a emplearse a fondo disparando gases lacrimógenos, sino también con grupos de simpatizantes del régimen chino.
Como la huelga formaba parte de las protestas iniciadas hace dos meses contra la ley de extradición a China, suspendida pero no retirada, la agitación social ha agrandado las diferencias entre la comunidad local que habla cantonés y pide democracia y los inmigrantes venidos del continente, que usan el mandarín y se muestran afines al autoritario régimen de Pekín.
En el distrito de North Point, donde vive una abundante comunidad procedente de la provincia china de Fujian, un grupo de hombres vestidos de blanco atacó con palos y cañas de bambú a los manifestantes ataviados de negro, estallando una pelea multitudinaria. Hasta la madrugada, el barrio fue una olla a presión a punto de reventar, ya que los manifestantes buscaron a los atacantes en un club juvenil cuyas ventanas rompieron y algunas discusiones acaloradas llegaron a las manos.
La Policía, que había estado desaparecida, no hizo acto de presencia hasta el filo de la medianoche, cuando detuvo a varios jóvenes sospechosos de haber participado en la manifestación. En el distrito de Tsuen Wan, al otro lado de la isla en la península de los Nuevos Territorios, otra reyerta dejó al menos cuatro heridos, uno por cuchilladas en las piernas y el pecho, según informa el periódico «South China Morning Post». El 21 de julio, en la estación de tren Yuen Long, hubo otro salvaje asalto de matones de las triadas y partidarios de China que dejó 45 manifestantes heridos e indignó a la opinión pública, furiosa con la pasividad -cuando no connivencia -de la Policía.
Guerrilla urbana
Dicho ataque supuso otro punto de inflexión de las protestas, que han derivado en una guerrilla urbana a la que se sumó la huelga general de ayer. A tenor de los sindicatos convocantes, se esperaba que el paro fuera seguido por medio millón de los 7,5 millones de hongkoneses. Aunque los transportes públicos fueron los más afectados y muchos oficinistas no pudieron ir a sus puestos de trabajo, casi todas las tiendas permanecieron abiertas y los taxis siguieron circulando en medio de un tráfico más ligero que de costumbre.
«En mi oficina, y a propuesta de nuestro jefe, los doce empleados hemos decidido seguir la huelga», explicaba a ABC Louisa, que trabaja en una agencia de relaciones públicas. A su juicio, «la gente está rabiosa por la falta de respuesta del Gobierno, sobre todo por no retirar totalmente la ley de extradición como venimos pidiendo desde el 9 de junio». Junto a una amiga, que trabaja por su cuenta pero también había optado por parar, acudía a la multitudinaria concentración que, a partir del mediodía, inundó el parque alrededor del Gobierno y el Parlamento. Como en ocasiones anteriores, miles de jóvenes cortaron la avenida paralela de cinco carriles en cada sentido, arteria básica en la isla de Hong Kong y escenario habitual de las protestas desde la «Revuelta de los Paraguas» en 2014.
«No hay esperanza, estamos más enfadados aún que antes y vamos a seguir con las movilizaciones hasta que el Gobierno nos escuche», decía Wai, una creativa de una agencia de publicidad que también faltaba al trabajo. Camino de la concentración del parque de Tamar, donde la multitud se protegía del sol abrasador bajo un mar de paraguas, se despachaba a gusto con la comparecencia durante la mañana de la jefa del Gobierno local, Carrie Lam. Sin visos de solución, se agrava la tensión en Hong Kong, sumido en su mayor crisis política desde su devolución a China en 1997.
Carrie Lam: «La situación es muy peligrosa»
Después de dos semanas desaparecida, la jefa ejecutiva del Gobierno local de Hong Kong, Carrie Lam, compareció ayer junto a su gabinete para volver a criticar a los manifestantes, insistir en legalidad vigente y alertar del daño a la economía de las protestas. «Hong Kong ha sido la ciudad más segura del mundo. Pero esta serie de actos violentos está empujando a Hong Kong hacia una situación muy peligrosa», advirtió.
Además de criticar que «algunos activistas extremos han alterado la naturaleza de las protestas, recurriendo a la violencia», denunció los ataques contra los símbolos nacionales de China y los eslóganes revolucionarios que cantan los manifestantes. Al igual que en días anteriores, una bandera china fue arrancada de su mástil y arrojada al mar, lo que Pekín considera un ultraje a la soberanía nacional.
«¡Liberad a Hong Kong! ¡La revolución de nuestro tiempo!», gritaban los manifestantes en sus marchas por toda la ciudad. Un día más, la Policía volvió a disparar una lluvia de gases lacrimógenos. Desde que empezaron las protestas el 9 de junio, los antidisturbios han lanzado ya más de un millar de rondas de estos gases y detenido a más de 500 personas de entre 15 y 75 años, pero la revuelta sigue vive en Hong Kong.| Pablo M. Díez@PabloDiez_ABC