Las constantes mentiras que se lanzan desde el poder para manipular la opinión pública es un asunto serio en este país
La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – La manipulación de datos, el fariseísmo profesional y el chancleteo mediático para tergiversar la realidad cubana en el tema salud, revienta diques de contención ética en Cuba, y lanza al ruedo de lo verosímil hechos y situaciones que hacen bajar la guardia al lector, e indignan a muchos de los cerca de un millón de cubanos que padecen Diabetes Tipo 2 y sobreviven, a duras penas, en el país.
El deterioro de instalaciones hospitalarias, policlínicos y centros especializados en algunas dolencias prevenibles o enfermedades crónicas como la Diabetes Mellitus II, ponen a miles de pacientes a merced de la estructura burocrática y la desidia profesional que, sumadas a la carencia de insumos, personal especializado y medicamentos, convierten al tan cacareado sistema de atención primaria y demás instancias evaluativas, en uno de los círculos del infierno cubano.
Sin embargo, y más allá de estas y otras inocultables evidencias, Ileydis Iglesias Marichal, directora del Instituto Nacional de Endocrinología en Cuba, aseguró a Prensa Latina que “la exitosa función del Programa Nacional de Atención al Diabético, encaminado al tratamiento, manejo de las prevenciones y complicaciones de la enfermedad, es el de mejor control glucémico en América Latina”, avalado por la desacreditada y oportunista Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Entre otros logros atribuidos al programa de marras, la funcionaria, quien al parecer no tiene madre (diabética), asegura que cada paciente cubano con esta enfermedad cuenta con un glucómetro para medir el nivel de azúcar en la sangre, pero no señala que por tener un precio de 70 Cup, pocos diabéticos –la mayoría pensionados y en la tercera edad–, pueden comprarlo.
Además, no añadió que quienes logran tener el glucómetro no tienen garantizado conocer el nivel de azúcar en sangre, pues en la mayoría de las ocasiones, cuando aparecen las tabletas de Glibenclamida (5mg) o la Metformina (500 mg), no vienen los biocensores ni las lancetas que permitan la medición, dejando al paciente en un total estrés e indefensión ante la enfermedad u obligados a comprar en la bolsa negra estas tabletas y accesorios, a dólar cada cajita para un mes.
En días recientes, debido a la avalancha de quejas sobre la falta de los biocensores en numerosas redes farmacéuticas ubicadas en diferentes territorios de la geografía nacional, una funcionaria de BioFarmaCuba expresó a los medios de información nacional que éstos estaban garantizados, pero que algunas farmacias los vendían de forma liberada, pese a estar controlados en un tarjetón que debe garantizar todo lo concerniente a medicamentos y accesorios para enfermedades crónicas.
Marisol Ojeda, una paciente de la tercera edad aquejada de diabetes, aseguró para Cuba Sindical que en la farmacia de 124 y 35, en Marianao, esta forma de venta provoca malestar en la mayoría de los clientes, pues hasta personas que las compran para revender a un dólar o más las cajitas con las lancetas y los biocensores, se llevan entre diez o veinte y dejan sin la posibilidad de medirse “el azúcar” a quienes lo necesitan y nada pueden hacer para remediar la situación.
Por su parte, Idelfonso Arias, un enfermo crónico que sufre de “pie diabético”, aseguró que si bien las autoridades médicas cubanas se jactan de la creación del Heberprot-P, que reduce los índices de amputación en un 70 por ciento, de suministrar los medicamentos y accesorios en tiempo para cada paciente no se tendría que pasar por el riesgo y las curas para no perder una extremidad.
Otra criterio en torno al tema, expresado por un señor que se encontraba en la larga fila de cada martes (día que deben entrar los medicamentos a esa unidad), es que no sólo faltan estas cosas para mejorar la calidad de vida de los diabéticos –y hasta evitar una muerte prematura–, sino también el cuarto de pollo y la bolsa de leche en polvo que conforman una dieta que casi nunca se ve y que muchos no reciben por falta de cuños, modelos y la corrupción existente en el sector.
Además, se preguntan muchos casi a coro: ¿Por qué, si padecemos una enfermedad crónica, incurable, cada año nos tenemos que volver a realizar las pruebas correspondientes, con todo lo que implica para los enfermos pasar un día en ayuno con la poca alimentación que tenemos, la transportación, la interminable espera en consultorios y policlínicos, el mal trato y la burocracia que se debe sufrir en esta gestión? ¿Para que te vendan la leche y el ridículo pedacito de pollo?
Otra de las mentiras que matan –o al menos descuajiringan al paciente diabético en Cuba– es la supuesta eficiencia del programa nacional de pesquisas que, desde la atención primaria de la salud hasta los más elevados sistemas de tratamiento garantiza el control y calidad de cada diabético en el país, cuando la realidad es que apenas se realiza el seguimiento, o no se hace, como aseguran algunos pacientes aquejados con esta enfermedad.
No son pocas las notas en la prensa sobre la expulsión de una enfermera de la familia por no atender a un diabético que vive solo y con relativa gravedad en su dolencia, como sucedió con un anciano residente en la calle Laguna y Perseverancia, Centro Habana, abandonado a su suerte por los trabajadores de la salud en esa zona de la capital, según denunciaron vecinos de la comunidad.
Asimismo, varios pacientes que residen en San José y Gervasio, en la misma municipalidad, aseguran que en décadas de residir en ese lugar y víctimas de la dolencia, ni médicos ni enfermeras los han visitado en el lugar, y muchos menos realizado pesquisas sobre quién muestra síntomas, debutó, o está a punto de morir, en un entorno de desatención general y marginalidad.
Las constantes mentiras que se lanzan al aire para manipular la opinión pública nacional e internacional desde el poder, es un asunto serio en este país bajo un régimen que para aparentar humanismo, solidaridad y logros en el sector –bien distantes de la realidad para el cubano de a pie–, engañan, hacen fintas y tergiversan, sin importar si alguien, que no sean ellos, tiene que morir. | vdominguezgarcia4@gmail.com