domingo , 24 noviembre 2024
La pipa del agua, en La Habana.

Sin agua y con “apagones”: los ciclos interminables de una tragedia.

La falta de un suministro estable es un asunto que golpea a amplias zonas del territorio nacional, desde hace décadas.

La Habana, Cuba| Cuba Sindical Press – Ya son varios los conatos por la falta de agua en varios sitios de La Habana.

Más de un millón de capitalinos padecen la falta del vital líquido, y no se avizoran soluciones duraderas en lo que resta de año. El déficit de los suministros es cubierto con el envío irregular de camiones cisternas, gestionados por los representantes del gobierno a nivel municipal, pero no es suficiente para cubrir las necesidades de los miles de afectados.

El agua se ha convertido en un producto de lujo en la urbe capitalina.

Por un cubo de 10 litros se paga (por la izquierda) hasta 10 pesos. Así que llenar un tanque de 55 galones que tiene aproximadamente 200 litros, costaría unos 200 CUP (10 USD), en un país donde el salario mensual promedio es de menos de 1 USD al día.

Los comerciantes ilegales suelen transportar su mercancía, en grandes y viejos recipientes, montados sobre carretillas rústicas, desde otros barrios, a sabiendas que vaciarán sus depósitos en un santiamén.   

La compra-venta de agua, siempre ha existido y no solo en La Habana. La falta de un suministro estable es un asunto que golpea a amplias zonas del territorio nacional, desde hace décadas.

Algunas de las principales causas del repunte de una crisis que, podría agudizarse aún más, se cifran en el mal estado de las tuberías del sistema hidráulico, la ausencia de precipitaciones y la contaminación de gran parte de la red fluvial debido a la ausencia de eficaces políticas ambientales y el constante vertimiento de desperdicios industriales.

Basta saber que el 70 % de las redes que conducen el agua están deterioradas, lo cual explica que la mayor parte no llegue a su destino. 

El cúmulo de averías, la nula capacidad financiera para asumir una reestructuración capital y, por otro lado, la habitual indolencia de una burocracia, acostumbrada a dilapidar los pocos recursos asignados, cierra la puerta a la esperanza de disfrutar de un servicio estable que impacte favorablemente en la calidad de vida de amplios segmentos de la población.

Por si fuera poco, los “apagones” han retornado con fuerza. Los cortes eléctricos suceden a diario, en diversas localidades de la Isla y parece que los paliativos serán temporales. Las plantas generadoras son viejos artefactos llenos de remiendos y no hay capital para implementar la necesaria modernización. A tales razones, habría que agregar, la merma en los envíos de petróleo barato desde Venezuela, lo que obliga a una redistribución de los planes energéticos y por consiguiente a un ajuste en las prioridades.

Es muy probable que la situación socioeconómica continúe cuesta abajo.

A menos que la élite de poder asuma la responsabilidad de acelerar y ampliar las reformas económicas, la situación podría llegar a ser insostenible.

Existe la posibilidad de que las protestas espontáneas que han tenido lugar a raíz de las carencias sean más frecuentes y con un mayor número de implicados. Eso no quiere decir que deriven en una gran muchedumbre, pero pueden llegar a ser inmanejable si las condiciones de vida empeoran sobremanera en los próximos meses.

Nadie puede predecir los límites del aguante. Y es claramente visible que la pasividad del pueblo cubano va dejando de ser un monolito con los tirones de una crisis que lejos de terminar, se agrava.

La apuesta del gobierno por conservar intactos los códigos del atrincheramiento hace más probable un cambio a través de la ruptura y el caos.

No tengo dudas de que las transformaciones van a ocurrir, pese la patológica testarudez de los mandamases.

La historia no se equivoca y la vida en la Tierra confirma que nada es eterno.