Esta irrebatible y contundente muestra de soberanía de Díaz-Canel contempla también otras medidas que harán temblar la paupérrima economía norteña.
La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – Las soberanas respuestas con las que el presidente cubano Miguel Díaz-Canel imagina o piensa neutralizar las nuevas medidas económicas impuestas por el gobierno de Los Estados Unidos a la isla, vigentes desde el 21 de octubre, son, entre otras de igual corte, mendigar petróleo a bajos precios en Ciudad de México, pedir lo que le puedan dar en Dublín y solicitar socorro a Moscú.
Con similar propósito de burlar las “expresiones de impotencia” del gobierno estadounidense, aterrizó en Minsk, capital de Bielorrusia, para negociar un trueque comercial justo y equitativo donde la parte cubana podrá entregar algunas cosechas de plátanos burros que se cultivan en Cuba para el turismo extranjero, a cambio de carritos limpia nieves que ayuden a descongelar las montañas de hielo que hace décadas se acumulan en los refrigeradores de los cubanos de a pie.
Esta irrebatible y contundente muestra de soberanía, que a través de un “tuitazo” anunciara el mandatario cubano al despavorido enemigo, contempla también otras medidas que harán temblar la paupérrima economía norteña, al prohibir la exportación de las hamburguesas Prodal a los Estados de Montana y Tennessee, así como la venta de carbón hecho con Marabú, a Michigan.
Otro ejemplo de la libertad de acción que da la soberanía al mandatario cubano para responder a la administración Trump, es la posibilidad de continuar llenando las calles de Caracas de agentes disfrazados de médicos, obreros, cantantes y deportistas en la misión Barrio Adentro, tanto como de asesores militares y miembros de la inteligencia cubana especializados en el arte de reprimir y crear caos en un cerro, una ciudad, un país, un continente, y si es necesario, a escala universal.
En el plano interno, las contramedidas soberanas de mayor impacto contra la inmoral actitud y la cruel violación de los derechos humanos de la población cubana por parte de Los Estados Unidos son, sin dudas, las de recrudecer la represión a los opositores pacíficos, sindicalistas y periodistas independientes, miembros de la sociedad civil y el pueblo en general, ampliando el espectro de delitos y la prolongación del tiempo de su estancia en pestilentes calabozos y cárceles de Cuba.
Además, no quedan descartados del paquete de respuestas soberanas que implementará Díaz-Canel, la desaparición, junto a los jabones y el detergente en moneda nacional, de productos alimenticios como los huevos, el pescado, la sal y el pan, los que sumados a las ya inexistentes carnes de res, mariscos y pollo, resultan innecesarias en la dieta de un revolucionario cabal.
También se inició la recogida de dólares estadounidenses en toda la nación, con el firme propósito de alimentar una hoguera gigante en la Plaza de la Revolución, para que las carretas tiradas por bueyes cargadas de tamarindo y las arrias de mulo con sus cerones llenos de hierba buena y abre camino, se orienten hacia el Comité Central y bajen la tensión arterial que tantas respuestas soberanas y prosperidad provoca en los integrantes del buró geriátrico del partido.
No hay duda de que los norteamericanos se las verán negra si dejamos de enviarles el chocolatín para desayunar, el guayafongo que hoy hacen la delicia de los educandos de esa pobre nación y, sobre todo, los barcos cargados con gajos de junquillo picante para darle sabor al sopón colectivo que consumen los trabajadores de Dakota del Sur y los desempleados de Washington y New York.
Como nuestros lectores podrán apreciar, las soberanas respuestas de Díaz-Canel sumirán en el caos y pondrán de rodillas al imperialismo yanqui, eso, sin emplear las reservas de dignidad y patriotismo que tenemos guardadas para otro momento coyuntural de apenas seis décadas, y como muestra de que “no los necesitamos ni le tenemos ningún miedo”, como expresara Fidel.
Eso se los aseguro yo, Nefasto El soberano.