jueves , 21 noviembre 2024

Una estafa electrizante

La señora Diany, sin un ápice de sensibilidad, denunció de que el consumo de su metro contador había sido alterado.

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – No acabo de comprender a mis coterráneos cubanos. Se han pasado seis décadas diciendo –al meruco del tanque del inodoro, a la saya o el pantalón colgados en el escaparate, a la puerta cerrada y a las moscas que buscan (infructuosamente) restos de comidas en los alrededores del fogón– que la revolución no sirve, es un fraude, una mentira, y sus líderes, papelaceros de salón.

Sin embargo, ahora que se han realizado cambios profundos –como sustituir a un dirigente inepto por otro más obtuso, la diplomacia de carrera por la de solar, el CUC por el dólar, los estantes vacíos de mercados en ruinas por otros más pelados que un plátano pero con aire acondicionado el primer mes, el encarcelamiento de los opositores al gobierno por el permanente acoso y la sistemática detención, en fin, un gobierno inservible por una dictadura digital– también hablan mal.

Por eso es que me indigna y sofoca la denuncia formulada por la ciudadana Diany Rodríguez, residenciada en Barbosa, Santa Fe, contra nuestros aguerridos, corruptos y manipuladores obreros técnicos y directivos de la Unión Eléctrica (UNE), quienes cumplen las orientaciones de pensar como país, y alteran aquí, roban allá y desvían recursos hacia cualquier lugar, como exige la sexagenaria situación coyuntural del país, cual un hecho habitual o pasatiempo tradicional de la robolución.

Como señalara más o menos el Apóstol de Cuba, José Martí, nuestro vino es amargo, pero es nuestro vino, y hay que tomárselo a pulmón, los lectores-cobradores de contador, inspectores y otras fuerzas “vivas” del país, serán borrachines, estafadores y manipulan el consumo de la electricidad, pero militan en el partido comunista, firman códigos de ética e integran el comité.

Pero a pesar de sus incontables méritos revolucionarios y a su encomiable labor, la señora Diany, sin un ápice de sensibilidad, denunció ante la dirección de la UNE de que el consumo de su metro contador fue alterado, sin comprender que fue un pequeño error al sumársele sólo 450 KW de más, algo que elevó en una nimiedad su pago, de 89 a 563 CUP.

Y es ahí donde comienzo a hervir de indignación. ¿Qué pueden significar 474 pesos cubanos a una mujer sola, con dos hijos que tienen garantizada la leche hasta los siete años de edad, derecho al Salbutamol si son asmáticos y el medicamento existe en la farmacia, además de tener acceso a un uniforme escolar al año –sin zapatos– y pueden soñar “Ser como el Che” al menos en la dolencia respiratoria, pues el resto sería una pesadilla colosal?

¿Se ha detenido a pensar la ciudadana Diany cuántos hijos y amantes tiene ese pobre lector que se equivocó? ¿Sabe las botellas de ron que se toma el atribulado inspector? ¿No ha interiorizado que si le cobraron de más pueda ser porque sólo saben sumar por culpa del bloque imperialista, pues de la resta se encarga la revolución en la libreta de racionamiento, los salarios que devenga un trabajador y en los derechos constitucionales de la población?

Entiendo que haya pasado las de Caín para comprar dos libras de carne de puerco, tres de tomates y una de yuca, además de cinco libras de arroz para la cena de fin de años –fue a finales de diciembre el “sumadicidio”– pero me niego a pensar que en Barbosa tuviera esa opción, pues la gran mayoría de los cubanos despidió el año viejo con potaje, pan y jurel.

No obstante, estoy seguro de que nuestras perínclitas y baboseantes autoridades le darán una satisfacción por el mes que tardó en recibir la mínima diferencia monetaria con la que la tumbó el lector, y la resarcirán por los gastos en que incurrió de almendrón en almendrón desde su casa a Santa fe, las pránganas y refrescos gaseados que consumió en ese guirigay.

Además, quién sabe si Lis Cuesta ¿Caro?, Primera Comilona, perdón, Dama del país, le regale una de sus carteras donde cabe una mesa buffet con comensales y todo, en esos eventos culinarios que organiza en el hotel Iberistar Packar, bendecidos por Frei Betto, desde su militancia en la Teología de la Liberación Estomacal, al estilo Gastrocul 2019 y Cuba Sabe 2020, con platos tradicionales de la cocina cubana para los mandantes cubanos.

Tal vez se indignen Dayni y sus dos hijos ante la vulgaridad de una brocheta “Mar y Tierra” elaborada a base de langosta, pescado, camarón, filete de res, pechuga de pollo, aceite, pan, sal, pimienta blanca, vegetales mixtos y aguardiente, o una Cazuela colonial de pescados y mariscos, un Bacalao a la cubana, el  Pavo relleno con moros y cristianos o una Pulpeta de carne de res por ser “platos tradicionales” en la mesa de los cubanos, pero esto es lo que consumen las sacrificadas, frugales o inapetentes autoridades máximas del país.

Así que no monte en cólera por esa pequeña estafa de 474 pesos cometida por un noble trabajador y cabalgue de nuevo un almendrón, diríjase a la casa de los gobernantes y verá cómo ellos no emplean lavadoras, radio receptores, reproductoras, televisores pantalla plana de 120 pulgadas ni aire acondicionado –lavan a mano y se abanican con un cartón– para dar el ejemplo, ahorrar electricidad al país y que no los tumbe un lector cobrador.

Eso se lo aseguro yo, Nefasto, el cobrador de la luz. | vicdominguezgarcia55@gmail.com