Sólo una pereza política e ideológica explicaría el mantener ese ritualismo, salvo que se sea comunista o social demócrata europeo.
Maryland | Comparto la idea que la lucha contra el totalitarismo hoy pasa por la batalla cultural en su más amplia acepción. Por inercia se imponen tradiciones ajenas al pensamiento democrático que son más cómodas de aceptar que combatir.
Eso pasa con la celebración del Primero de Mayo.
El Primero de Mayo es un fetiche. No hay ninguna razón para seguir celebrándolo como un ritual de los trabajadores y sus organizaciones.
Solo por una especie de pereza política e ideológica que nos lleva a la “costumbre”, se explica el mantener ese ritualismo, salvo que se sea comunista o social demócrata europeo (a este último se le podría aceptar por razones históricas).
Para la segunda mitad del siglo 19, las relaciones laborales en los Estados Unidos estaban marcadas por la violencia. Se registraba una reacción desproporcionada de parte de los patrones, quienes usaban tropas de choque mercenarias y fuerzas policiales contra los trabajadores y, muy especialmente, contra las corrientes políticas y sindicales europeas que llegaban junto a las maletas de los inmigrantes (alemanes, italianos, polacos, etc.) y se trasladaban a los grandes centros mineros e industriales con las ideas del sindicalismo clasista y el anarco sindicalismo. Fuerzas, en suma, anticapitalistas, que propugnaban su destrucción como única forma de erradicar la explotación del “hombre por el hombre” con el instrumento de la lucha de clases.
En ese contexto se dieron las manifestaciones de mayo de 1886 que dieron origen a la fecha.
Fueron jornadas obreras heroicas, quizá la mayor hasta entonces registrada en cualquier país industrializado, brutalmente reprimida y cuyos dirigentes fueron apresados y condenados a largas penas y a muertes a cinco de ellos –los “mártires de Chicago”– ahorcados el siguiente año. Los condenados fueron puestos en libertad en 1893 por el Gobernador de Illinois, quien en su momento afirmó, que “no los perdonaba porque hubieran sufrido ya suficiente, sino por que él consideraba que ni ellos ni los ejecutados cometieron delito alguno”.
Los exegetas de la lucha de clase no refieren que la salvaje represión se desató después que una bomba fuera lanzada contra las fuerzas policiales, hiriendo a varios y matando a uno de ellos.
Normalmente, el ritual comienza recordando los mártires de Chicago y las jornadas del Haymarket, pero no se dice cuándo, quienes y por qué se declaró en 1890 el Primero de Mayo como día internacional de los trabajadores.
Esta fecha fue adoptada por la Segunda Internacional (organización de partidos políticos, no de sindicatos) en 1890 y que todavía reunía a comunistas y a socialistas. La fecha se asumió como parte de la campaña anticapitalista y antiimperialista contra el “capitalismo salvaje” que se desarrollaba en esa nueva potencia, los Estados Unidos de América, donde el individualismo y la posibilidad de movilidad social por el esfuerzo propio y no por reivindicaciones clasistas amenazaban la utopía comunista y socialista.
Se entiende que siga vigente para todos los movimientos marxistas, leninistas, trotskistas y maoístas. Pero no para las corrientes democráticas, salvo la excepción de la social democracia europea.
Es por ello que algunos se preguntan, sorprendidos ante la paradoja: “¿Cómo es posible que en los Estados Unidos, que fue donde se registraron los hechos, no se celebre el Primero de Mayo?”.
En realidad, es absolutamente lógico.
Es una fecha de origen y significado comunistas, disputada por los partidos social demócratas europeos, tal como se disputan el Himno de la Internacional “uníos parias de la tierra, en pie famélica legión…”, himno oficial de la Segunda Internacional.
Es por eso que, en la mayoría de los países de Europa Occidental, quienes encabezan el desfile son los partidos socialistas y luego marchan los sindicatos. La lucha por sus raíces es legítima y se entiende que la sigan ejerciendo, por lo que también podríamos decir que es una fecha del socialismo europeo, pero no debería ser una fecha de los trabajadores del mundo. Fuera de Europa, solo se explica por el comunismo exportado por la Unión Soviética y por el eurocentrismo característico del movimiento sindical internacional.
Su celebración en América Latina es un absurdo desde el punto de vista de un sindicalismo independiente de partidos políticos y gobiernos que asumen, con nuevos criterios el presente de cambios y se preparan para las mutaciones del futuro.
La historia sindical de la mayor parte de los países tiene su propia épica, no necesitan de tabúes; la mayoría del movimiento sindical debería reivindicar sus propios momentos históricos, repletos de heroísmos y significados.
El absurdo y la inercia fetichistas es tal, que un sindicato que se declara en contra de la lucha de clase y se orienta por las ideas del Partido VOX de España, “Solidaridad”, convocó al Primero de Mayo en Madrid.
Cada sindicato que sale a manifestar un Primero de Mayo debe preguntarse por qué esta celebrando junto a las más detestables tiranías del mundo.