miércoles , 30 octubre 2024
Un comercio estatal.

A menos estatización, más frutas

Según los últimos datos oficiales, en 2016 la gestión privada superó en ventas de frutas a los mercados agropecuarios estatales.

LA HABANA  | Orlando Freire Santana – Antes de que Fidel Castro llegara al poder en 1959, las frutas abundaban en Cuba, y a precios asequibles a todos los bolsillos. Entonces apenas había intromisión estatal en la producción y comercialización de esos renglones. Eran proverbiales, por ejemplo, los puestos de inmigrantes chinos esparcidos por pueblos y ciudades, los que ofertaban todo tipo de frutas, no solo las más conocidas.

Sin embargo, llegó el Comandante y las frutas se perdieron. Comenzaron los planes estatales con campos sembrados de un solo cultivo, lo que no permitía la inclusión en ellos de algún que otro frutal. Además, las frutas que se cosechaban tenían que ser comercializadas únicamente por la Empresa Estatal de Acopio, una entidad que carecía con frecuencia de transportes y envases para cumplir cabalmente su misión.

Era lamentable el panorama que apreciaban los viajeros que circulaban por carreteras aledañas a poblados como Jagüey Grande, en la provincia de Matanzas. Las frutas caídas de los árboles, y echándose a perder porque la Empresa de Acopio no las recogía. Mientras tanto, el ciudadano de a pie no tenía un mango o una guayaba con que hacer un simple jugo.

Por el contrario, la oferta de frutas aumentaría cada vez que la iniciativa privada hacía acto de presencia. Así ocurrió hacia 1981, cuando se crearon los Mercados Libres Campesinos, y después a partir de 1994, con la aparición de los mercados agropecuarios de oferta-demanda.

Los resultados del recién finalizado año 2016 confirman la superioridad de las formas privadas de gestión sobre las estatales en lo concerniente a la comercialización de las frutas.

De acuerdo con datos extraídos del resumen «Ventas de Productos Agropecuarios. Indicadores Seleccionados», emitido por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), las ventas físicas de frutas en los mercados arrendados, los puntos de venta y los mercados de oferta-demanda —todos gestionados mediante formas no estatales— superaron a lo vendido en los mercados agropecuarios estatales. Ello a pesar de la estrategia gubernamental de incrementar el número de este último tipo de mercado.

Según el citado resumen, que incluye las ventas de mango, guayaba, fruta bomba, piña, aguacate y otras frutas no cítricas, las formas no estatales comercializaron 38.627 toneladas de frutas, mientras que los mercados agropecuarios estatales solo llegaban a las 31.627 toneladas.

Mas, las autoridades no iban a cejar en el empeño de dirigir un proyecto que potenciara la producción de frutas, quizás pensando más en la hipotética exportación de esos renglones que en su presencia en los mercados nacionales.

Así las cosas, en junio de 2008 el gobernante Raúl Castro orientó crear la primera cooperativa frutícola del país. Una acción que se complementó en octubre de 2012 con la aparición del Movimiento de Cooperativas de Frutales, que ya abarca a más de 200 unidades productoras.

En días pasados se celebró en la provincia de Ciego de Ávila el VII Encuentro Nacional de Cooperativas de Frutales, que reunió a más de 200 productores de ese renglón productivo. En la cita se habló, entre otros temas, de la necesidad de diversificar las producciones de frutas frescas, y de lograr producciones competitivas que permitan aumentar las exportaciones, sobre todo tomando en cuenta los precios favorables que exhiben actualmente las frutas en los mercados internacionales.

Pero a pesar del camino recorrido por el Movimiento de Cooperativas de Frutales, los funcionarios del Ministerio de la Agricultura y de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) que presidieron el VII Encuentro Nacional, al parecer, no se hallan satisfechos.  Hubo consenso en el sentido de que los resultados productivos aún se hallan por debajo de las potencialidades con que cuenta el país.

Sería una lástima que gobernantes y cooperativistas que integran el referido movimiento no adviertan la evidencia que la vida insiste en demostrar: la abundancia de frutas no se consigue por medio de una mayor presencia estatal, sino permitiendo que productores y comercializadores trabajen sin restricciones.