Cuba importará cerca de 1.800 millones de dólares de alimentos en el 2017, mientras campesinos exigen más apoyo y libertades.
Rosa Tania Valdés (www.martinoticias.com) – Por qué el gobierno comunista seguirá comprando los alimentos en el extranjero el próximo año es la pregunta sin respuesta que se hacen los campesinos cubanos, atados de pies y manos en medio de frenos burocráticos y falta de recursos para hacer producir la tierra.
El reciente anuncio de que Cuba importará en el 2017 unos 1.750 millones de dólares en alimentos, -unos 82 millones más que en el 2016-, avivó el malestar de campesinos consultados por Radio Martí.
“¿Qué hace Cuba comprando coco en el extranjero, qué hace Cuba comprando yuca?”, cuestionó el campesino Iván González, de Villa Clara, durante una entrevista con el periodista Adriel Reyes, de Radio Martí.
“La tierra cubana es fértil, es una tierra buena. Lamentablemente es lo que te digo, el campesino tiene deseo de trabajar la tierra pero no tiene tecnología, no tiene apoyo”, recalcó.
Las limitadas reformas económicas impulsadas por Raúl Castro en el 2011 esperanzaron a algunos que aceptaron arrendar tierras abandonadas por décadas.
Promesas incumplidas
El tiempo pasó. Desde la falta desde semillas y tecnología hasta las trabas internas y la escasa oportunidad a la iniciativa privada hizo dar marcha atrás hasta a los más optimistas.
“Bajo las reglas que impone este gobierno, al campesino le es muy difícil producir alimentos para el pueblo”, dijo el pequeño agricultor Rolando Pupo, de San Juan y Martínez.
La anunciada liberalización de la venta de insumos como semillas, pesticidas y fertilizantes tampoco se concretó hasta ahora debido a que los mercados mayoristas aún no existen.
En cinco años el gobierno solo logró implementar la quinta parte de las reformas que buscaban sacar a flote el sistema.
Un reporte de Reuters indicó a mediados de año que los problemas rurales de la isla han frenado el crecimiento económico de Cuba, cuyas autoridades acaban de anunciar que el país entró en recesión. Cifras oficiales indican que la economía decreció al 0,9 por ciento en el año que culmina.
Campesinos se quejan de no contar, por ejemplo, con un banco que apoye al campesino, contó Pupo.
“Este modelo de producción y cómo están organizadas las estructuras de comercio, de venta y compra de los productos agropecuarios no estimula a la producción”, sentenció.
Por si fuera poco, este año el gobierno decidió retomar el control sobre la distribución de alimentos y topar los precios para hacer frente a la escasez.
La demora en la recogida de las cosechas resultó en la pérdida de cultivos de tomates y plátanos en sitios como Artemisa, según indicó Reuters meses atrás.
Otra frustración llegó cuando se supo que el Gobierno eliminó del Proyecto del Mariel a la firma estadounidense de tractores Cleber.
«Una vez que ha sido evaluada la propuesta (de Cleber) desde el punto de vista tecnológico, se concluyó que no es el tipo de inversión que nosotros queremos atraer en la zona», dijo a medios en noviembre la directora general del Mariel, Ana Teresa Igarza.
Campesinos como el granmense Emiliano González lo tienen claro.
“Hay tantos problemas dentro que parece que lo que ellos prefieren es comprar (la comida) en el exterior a altos precios y no potenciar la agricultura aquí adentro”, concluyó.