lunes , 23 diciembre 2024

Carta de Nefasto a la relatora de la ONU contra el trabajo forzoso en Cuba

No se obliga a ningún profesional cubano a cumplir una misión internacionalista, se les ordena suavemente y amenaza con ternura.

La Habana, Cuba (Sindical Press) – Mi muy querida y calumniosa Relatora Especial contra el trabajo forzoso en Cuba. En Cuba no se obliga a ningún profesional a cumplir una misión internacionalista, se les ordena suavemente, amenaza con ternura y se coacciona –de negarse– con dejarlos como al mítico Chacumbele Pi, en medio de la calle con una mano delante y otra atrás, pues todos los bienes que poseen, y hasta sus propias vidas, se los deben a las bondades del socialismo y la revolución.

De perder la memoria –es decir, hacerse los chivos con sonsera y no ir por las buenas–, tampoco se les obliga, sino se les advierte que, en lo concerniente al trabajo, el único empleador en Cuba es el Estado, y todo lo que se mueve sobre o bajo el agua, surca el cielo patrio o se arrastra por la tierra baldía del país es administrado por una manada de Elefantes del partido comunista, apoyado por una jauría de sindicatos oficialistas y reprimido por una escuálida recua de la policía política.

Sepa usted, señora, que luego de escuchar consejos tan sanos y mensajes tan altruistas, ninguno se resiste a cumplir la misión solicitada por los obesos dirigentes del Partido. Este sentido de lealtad, entrega y pertenencia, esta fe en las promesas de la Seguridad del Estado y otros cuerpos persuasivos, les hace temblar y flagelarse de fervor como antiguos y devotos monjes capuchinos.

Todo lo que se mueve sobre o bajo el agua, surca el cielo patrio o se arrastra por la tierra baldía del país es administrado por una manada de Elefantes del partido comunista, apoyado por una jauría de sindicatos oficialistas y reprimido por una escuálida recua de la policía política.

No importa si la misión es en Alaska, Eritrea, Irlanda o Ecuador, bajo una intensa nevada en el Tíbet o entre las cenizas de un volcán en erupción. Poco les interesa, como a las hienas, no follar ni bañarse en dos años o en seis. Si les está prohibido es para que no sean infieles a las hambreadas parejas que dejaron en Cuba y para que se les ablande la piel con el frío o se les curta con el calor.

En cuanto a las infames denuncias de que los misioneros cubanos no ven sus contratos, y mucho menos conocen cuánto les pagan, ni el monto que le roba las autoridades cubanas o las lascas que se lleva la Organización Panamericana de la Salud, son pobres dineritos y menudeos que alcanzan un leve 85% del salario real que devengan por su labor, para, por supuesto, llevar el altruismo y la solidaridad de la robo(i)lución castrista a otros pueblos del mundo o de la región.

Como podrá ver la confundida dama, en estas normas no existe nada forzoso ni de obligatoriedad. Son métodos de convencimiento que no pueden eludir para el bien de su salud financiera y mental, pues, de no aceptar estas justas condiciones, apenas podrían comprar con su salario mensual en Cuba una libra de pan, un cartón de huevos, un kilo de leche en polvo y una col.

Además, ¿con qué dinero podrían costear el arreglo de las goteras del techo, el agrietamiento de las paredes, los muelles del colchón, el derrumbe parcial de la cocina, las baldosas rotas del piso,  comprar un televisor, una motorina o hasta incluso una casa, si no es gracias a la misión? Todos no tienen la suerte de tener una hija jinetera o parientes que les manden remesas desde el exterior.

No tengo la menor duda, cochambrosa y dilecta relatora, que usted se encuentra confundida por haber sido víctima de la guerra mediática que en las redes sociales, algunos periodicuchos y varias organizaciones internacionales de derechos humanos han desatado contra el trabajo forzoso a que son obligados miles de trabajadores cubanos durante sus misiones en el exterior.

Y como ha quedado demostrado en esta misiva que le escribo, más que una farsa y componenda con el imperio yanqui, esas denuncias son una infamia contra la transparencia y justeza de la revolución ¿Conoce usted otro gobierno que, para salvaguardar la dignidad y salud de su pueblo, prohíba por ocho años el regreso a la Isla de algún profesional que abandonó una misión? ¿O que de regresar sin permiso lo pueda encarcelar por igual tiempo para que no contamine a los demás?

Si, querida mía. Eso se llama Higiene Social Revolucionaria, y no trabajo forzoso ni violación de los derechos humanos como asegura Usted. Aquí los profesionales cumplen sus misiones por convicción ideológica, altruismo financiero y solidaridad estomacal. Quien no lo crea así, tiene que marcharse al exterior o vivir en Cuba como el Chacumbele Pí que arriba le mencioné.

Eso se lo aseguro yo, Nefasto El Relator de la revolución.