miércoles , 30 octubre 2024
El médico Ángel Molina, estudiando una radiografía en el hospital Julio Trigo, La Habana, 2017 (El País)

Causas y azares del déficit de personal médico en las instalaciones sanitarias cubanas

La Habana (Sindical Press) – El déficit de personal médico en las instalaciones sanitarias cubanas ha generado un considerable declive en la prestación de servicios de la salud en Cuba, tanto en la base o atención primaria como en la secundaria y terciaria con mayores niveles de especialización. Según opinan expertos y analistas sobre el tema, la crítica situación actual tiene sus antecedentes en las decisiones políticas tomadas a lo largo de seis décadas por las máximas autoridades gubernamentales del país.

De acuerdo con un artículo titulado “Misiones médicas cubanas: 60 años de amor a la humanidad”, publicado en Cuba Debate el 21 de mayo del 2023 y reproducido este domingo en el Semanario Sierra Maestra, “el 23 de mayo se cumplirán 60 años de la primera misión médica cubana en el exterior”, fecha en la que arribó un grupo de 50 profesionales de la salud a Argelia.

Esta primera misión, organizada con el supuesto propósito de apuntalar la prestación de salud ante el abandono de ese territorio africano por los colonialistas franceses, fue el pistoletazo inicial que desató una creciente ola de colaboraciones médicas internacionales que, con diversos objetivos asistenciales, fue derivando en detrimento de la atención sanitaria dentro de la isla.

Pero si bien en las primeras tres décadas de ser implementada la exportación de personal médico cubano al exterior, aún se reportaban índices de calidad en las instalaciones sanitarias nacionales –gracias a la ayuda de la URSS y del bloque de países socialistas de la Europa del Este–, estos medidores de la salud en Cuba comenzaron a depauperarse, vertiginosa y progresivamente, con la caída del Muro de Berlín que sepultó bajo sus escombros al sistema comunista y sus satélites.

Sin embargo, en medio del desastre político, económico y social que generó la desaparición del socialismo real y sumergió a la isla en un nombrado, eufemísticamente, “Período Especial en tiempos de paz” –o como lo definiera el pueblo cubano: el nada que comer por aquí, nada por allá y nada por ninguna parte–, las autoridades del régimen continuaron con su cruzada médica ideologizante, aunque esta vez sin ningún atisbo de “humanismo” si no con un carácter comercial.

Es decir que, de las tan cacareadas consignas de un ejército de batas blancas que brindaba servicios por altruismo y solidaridad de forma gratuita, las brigadas médicas cubanas en el exterior pasaron a ser una especie de dotación de esclavos modernos encargados de recaudar divisas para sostener las apetencias de poder del amo estatal que, sin el menor escrúpulo, diezma considerablemente el número del personal médico en las instalaciones sanitarias cubanas.

Estas misiones médicas cubanas al exterior, conjuntamente con el éxodo masivo de trabajadores cubanos de la salud, son las causas fundamentales del déficit de personal médico en las instituciones sanitarias de la Isla, y, junto a la carencia de medicamentos y otros insumos deficitarios en el sector, la razón principal de la mala atención médica a lo largo y ancho del país.

Misiones internacionalistas

En los últimos años, apremiado por obtener divisas que le ayuden a solventar la crisis general que golpea la Isla, el gobierno cubano ha incrementado el número de misiones médicas internacionales, a tono con una modalidad de “exportación de servicios profesionales de salud” que ha generado en la última década, según estadísticas oficiales, un promedio de 11 000 millones de dólares anuales, convirtiéndose en la fuente principal de la captación de divisas para el régimen

Según el Anuario Estadístico de Salud y la prensa local, entre 2015 y 2018, Cuba llegó a desplegar a más de 50. 000 cooperantes (la mitad de ellos, médicos), en 68 países. Hasta marzo de 2020, la Unidad Central de Cooperación Médica (UCCM), reportó que la Isla contaba con 28.729 colaboradores de la salud en 59 países; en 2023, con 23 792 en 56 naciones, y en lo que va de 2024, se encuentran colaborando en el exterior, 54 brigadas con más de22 600 colaboradores.

En total, según se vanaglorian y no dejan de repetir como un karma las autoridades del régimen, funcionarios del sector y amanuenses con títulos de periodistas, a lo largo de 60 años, alrededor de 600 mil trabajadores de la salud cubanos han prestado servicios en 165 países, dejando en un estado de precariedad sanitaria a decenas de miles de pacientes en su propio país.

Estas alarmantes cifras indican, como bien señala el artículo de marras, que los cubanos no somos humanos o que las autoridades del régimen nos quieren animalizar. Al menos, esa es mi opinión.

Éxodo del sector o hacia otros países

El éxodo de trabajadores de instituciones sanitarias hacia otros sectores se debe a diversas causas: la búsqueda de mayor remuneración, mejores condiciones laborales, proximidad del centro de trabajo al hogar, problemas familiares, desacuerdo con los métodos de dirección y la realización de funciones no afines a su especialidad. También cabe mencionar la falta de medicamentos y la carencia de insumos médicos como vendas y jeringas, catéteres, material de quirófanos y de esterilización, así como el deterioro o inexistencia de los equipos médicos de diagnósticos (glucómetros, tensiómetros) que les impiden realizar con certeza y calidad su labor.

Como dice un viejo refrán, “con estos truenos no hay quien duerma”. Así, decenas de miles de médicos, enfermeras y técnicos de la salud, así como auxiliares de enfermería, asistentes de terapia ocupacional, higienista dental, técnico quirúrgico, técnico de resonancia magnética y otros, prefieran vender rositas de maíz en la ventana de su hogar, trabajar como maletero en un hotel, fregar platos en Miami, sacudir alfombras en Estambul o cantar boleros en un puticlub de Madrid.

El propósito es dejar atrás la interminable pesadilla que provoca el régimen castrista en todos los sectores laborales de la sociedad, sin la esperanza de que a corto ni mediano plazo exista una mejoría –a menos que el pueblo se lance para la calle en un nuevo estallido social, sin importarle la represión. Seguro de que fuera de Cuba encontrarán un lugar que les devuelva la dignidad.

No por gusto que se contabilicen solo en 2022 –si creemos en la cifra oficial– una considerable muestra de 12.065 médicos menos. Además, hay un déficit de 7.414 enfermeros y 3.246 estomatólogos. Sumando otros datos publicados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), esto representa 31.308 trabajadores de la salud que ya no ejercerán en el país.

Por lo tanto, yo, como tantos otros cubanos que seguimos aquí por voluntad propia o por falta de posibilidades para abandonar este devorador caimán, estoy seguro de que, si esto no cambia pronto, para sacarnos una muela, hacernos un análisis de orina, atajar un catarro y curarnos del oropouche y la chikungunya tendremos que ir a un brujero en Nigeria o a un médico en Haití.