viernes , 22 noviembre 2024

Constructores y contratistas valoran devolver sus licencias tras el freno al sector privado

La casi totalidad de estos trabajadores y brigadas de construcción privadas provienen de la Oficina del Historiador de La Habana

La Habana | Jorge Enrique Rodríguez – Trabajadores y contratistas de varias brigadas de construcción privadas de La Habana valoran entregar sus licencias por considerar que la decisión del Gobierno de paralizar la entrega de permisos para negocios en diferentes actividades disminuirá drásticamente su clientela.

«Si sacamos bien las cuentas, es preferible no pagar la licencia ni los impuestos y enfrentar las multas de los inspectores por trabajar ilegal», opinó Miguelito Zamora.

«Las medidas que toma el Estado contra los cuentapropistas al final conducen a que la gente siempre recurra, como única salida, a la ilegalidad, el invento, el soborno. Todos queremos el camino correcto, pero ellos mismos lo bloquean».

La queja de estos constructores es una de las primeras señales de cómo el freno al crecimiento de negocios como el arrendamiento de viviendas, habitaciones y espacios, y las cafeterías de alimentos ligeros, entre otros, podría afectar emprendimientos que prosperaron a la par.

«Al prohibir nuevas licencias para ejercer estas actividades, las brigadas de construcción se quedan casi sin trabajos», dijo Leonel Rodríguez.

«Hay que entender que estas brigadas surgen con el boom de los negocios más lucrativos: los hostales, los restaurantes, las cafeterías de primera, y no para reparar o construir las viviendas del cubano de a pie», añadió.

Estos negocios buscan clientes que puedan pagar «técnicas, materiales y mano de obra especializados, todo súper costoso. Ahí están a la vista de todos: locales que nada tienen que envidiarle a los del primer mundo. ¿Qué cubano de a pie se puede dar el lujo» de costear eso?, preguntó.

Muchos hostales y negocios privados abiertos en La Habana han tenido como respaldo capital de familiares residentes en el exterior o de extranjeros que utilizan a algún cubano como «cara visible» para cumplir con la legislación del Gobierno.

La casi totalidad de los trabajadores y contratistas de brigadas de construcción privadas que aprovecharon el crecimiento de esos negocios provienen de la Oficina del Historiador de La Habana y de sus empresas de restauración.

«Tienen entrenamiento en el uso de herramientas modernas y el conocimiento de materiales de primer nivel», dijo una arquitecta de la empresa estatal Puerto Carena.

«Todas estas brigadas están muy bien organizadas, tienen arquitectos, albañiles restauradores, contratistas experimentados, diseñadores de interiores, todos avalados por la Oficina del Historiador. Cuando observas su trabajo terminado, es evidente la diferencia. No surgieron para reparar simples viviendas, sino para contribuir al incremento del turismo internacional y la inversión extranjera».

Tanto las herramientas como los materiales utilizados en la construcción, reparación y mantenimiento de inmuebles que realizan las brigadas privadas son altamente costosos. La mano de obra, siempre en CUC, está lejos del bolsillo ciudadano: un masillado de paredes con masilla de cal en pasta y yeso cuesta 12 CUC el metro cuadrado; un enchape de pisos con losa de porcelanato o un encofrado de losas, ascienden a 15CUC el metro cuadrado.

‘A buscar yumas… como siempre’

Aron Jiménez es contratista privado con 15 años de experiencia y cree que el Estado sabe bien lo que hace con sus nuevas medidas: «frenar a los emprendedores cubanos porque estamos ganando la lucha por atraer al turismo».

«Lo del ordenamiento y el control es la bola de trapo. ¿Acaso se olvidaron que el primer disparo lo recibieron, hace un año, las inmobiliarias y los gestores de compra-venta de viviendas? Ahora hay que vivir de cazar a los ‘yumas’ (inversores extranjeros), que vengan con planes de abrir un negocio. Pero eso no es todos los meses y al final muchas de estas brigadas van a desaparecer si no vuelven a permitir licencias para los cubanos».

Aunque queda la opción de aquellos cubanos con determinada solvencia económica, que reciben remesas familiares o que han reunido un capital para reparar o construir viviendas, esto no representa «un mercado amplio para las brigadas de construcción privadas», apuntó Vitico Camino.

«Es verdad que siempre cae una pinchita extra, de alguien que quiere enchapar la cocina, o el baño, o cambiar las losas del piso. ¿Pero cuántos cubanos pueden hacerlo si es evidente que Cuba se cae a pedazos por donde quiera? Y no solo hablamos de la mano de obra, que siempre se ajusta para no llevar recio a nadie, sino también de los materiales con sus precios exorbitantes que la mayoría de la gente no se puede pagar».

«En este negocio, si las cosas no vuelven a su nivel, ganará el que mejor logre jinetear a los ‘yumas'», coincidió Evelio López.

«Ya no contará la calidad de tu trabajo, la innovación de tus diseños o la experiencia de tus arquitectos y contratistas, sino el que más extranjeros encuentre. La batalla la ganará quien tenga relaciones» con las empresas estatales que tratan con inversores foráneos.

El Grupo Nosotros, una de las brigadas de construcción privada más cotizada en La Habana, prevé hacer un recorte en su plantilla.

«No tengo otra opción si queremos sobrevivir siendo rentables en medio de este temporal. Es eso o entregar todos la licencia», lamentó su jefe, Leonel Rodríguez.