La indefensión de los trabajadores hace catarsis en un escenario laboral sumido en la indolencia y la mala práctica sindical.
La Habana (Sindical Press) – Para la mayoría de los trabajadores cubanos la “dictadura del proletariado” preconizada por el castrismo desde los primeros días de su arribo al poder hace muchos años se convirtió en una tiranía administrativa. La indefensión de la clase trabajadora frente a las violaciones de sus derechos hace catarsis en un escenario laboral sumido en la indolencia y la mala práctica sindical.
Las más de 38 mil 355 quejas formuladas por los trabajadores a diversas instancias del sindicalismo oficial durante el año 2023 son una muestra del descontento de una clase obrera que no ve solución a sus reclamos, provenientes, en su gran mayoría, de sectores como la salud, agricultura, forestal y cultura, de acuerdo a varios medios y otras fuentes que abordan la cuestión.
Que a un 27% de los casos de reclamación les asistió la razón o parte de ella pone al desnudo el maridaje oficial entre las administraciones empleadoras y quienes están en la obligación de defender a los trabajadores, en una espuria unión patrocinada y bendecida por el partido comunista y la cúpula gubernamental que rigen a su antojo los macabros destinos del país.
Temas como el atraso de los pagos salariales y los montos de las jubilaciones son algunas de las principales reclamaciones enviadas que aún no han recibido una debida atención, según reconocen los propios voceros de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), en un alarde de transparencia que no es más que una mirada cínica e indolente a una crisis irreversible mientras el castrismo se mantenga en el poder.
La sumisión de la CTC desde la etapa “revolucionaria” de Lázaro Peña, bautizado en un guiño de complicidad por Fidel como “El capitán de la clase trabajadora cubana”, derivó, al radicalizarse la revolución en la década de los años 60, en otro cuerpo represivo que a la par de la Seguridad del Estado, el Ministerio del Interior, la policía nacional y las organizaciones culturales, deportivas o de masas controlan o reprimen al pueblo en interés de la casta verde olivo dominante en la isla.
Hasta el día de hoy, CTC no ha dejado de cumplir ese rol denigrante. De espaldas a la clase trabajadora en particular y del pueblo en general, esa organización político-sindical ha participado en los peores actos y decisiones dirigidos por el régimen para controlar o reprimir los intereses de los habitantes de la nación en su totalidad.
La participación de los trabajadores afiliados a los sindicatos de la CTC –únicos permitidos en Cuba– en campaña difamatoria o represiva orquestadas por la dictadura contra quienes critiquen o se opongan al partido comunista y al gobierno –que no es lo mismo, pero es igual–, demuestran el cambio de rol de la organización obrera, que pasó de defensora a verdugo de los trabajadores.
A tono con una de las deyecciones reflexivas realizadas por el mandatario cubano puesto a dedo Miguel Díaz-Canel, durante la clausura de un Pleno del Sindicato Nacional de Energía y Minas, en el año 2022, “la labor de los sindicatos es esencialmente política”; los obesos funcionarios y correveidiles de la CTC no han dejado de cumplir ese rol y hacer genuflexiones frente al poder.
De ahí que no resulte extraño para nadie que detrás de la manipulación de cifras y causas sobre las inconformidades de la clase trabajadora cubana dadas a conocer en un informe oficial se encuentre la garra peluda y abominable de la CTC.