sábado , 23 noviembre 2024

Cubanos al borde de un ataque de nervios

La incertidumbre entre los trabajadores es proporcional al número de fracasos de cuantas reformas se han realizado en seis décadas.

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – La tan llevada y traída Tarea Ordenamiento, que a partir del 1 de enero de 2021 dejará unificada la dualidad monetaria y el desastre cambiario que rige en el país, y la cual contempla un aumento salarial que trae aparejado la subida de precios en los productos y servicios que se ofertan a la población, será otro experimento fallido en medio del desabastecimiento y la escasez de una economía que apenas se mantiene en pie, según el criterio de los especialistas y la opinión del pueblo en general.

El nivel de incertidumbre que muestran los trabajadores del sector estatal, privado, cooperativo y otros que conforman el escenario laboran en la actualidad es proporcional al número de fracasos de cuantas reformas se han realizado en el país en más de seis décadas de revolución. “Ver para creer”, es la expresión más común de quienes esperan que las nuevas medidas sean no sólo una tabla de salvación para el poder sino un contexto donde se pueda vivir del salario sin tener que robar.

Pero de acuerdo con muchos especialistas y opiniones de la población, si se comparan los aumentos salariales con el alza de los precios de los servicios básicos y los productos de primera necesidad, las cuentas no dan, y menos con la anunciada pretensión de eliminar subsidios, gratuidades y otras supuestas bondades de un régimen que sólo maniobra cuando siente que está en riego su permanencia en el poder, pero en cuanto sale del atolladero vuelve a su posición anterior: reprimir, vedar, poner trabas, prohibir y coartar la libertad de producir si no es bajo presión.

Nadie se anima a creer el cuento de Marino Murillo de que la intención del gobierno es recuperar el papel del salario en la satisfacción de las necesidades del trabajador y la distribución de las riquezas entre los que trabajan, cuando el lema gubernamental es exportar todo lo que sea exportable, sin tener en cuenta que quienes producen esas riquezas puedan disfrutarlas también.

Por otra parte, según Miguel Díaz Canel, “no se permitirán precios abusivos o especulativos, los cuales se enfrentarán socialmente con medidas de contención y severas sanciones” —es decir, con la alianza entre la “chivatería popular” y las expeditas medidas de una draconiana “ley”—, cuando es el gobierno quien eleva los precios en sus instituciones y crea otras en Moneda Libremente Convertible a las que no tiene acceso ningún obrero cubano si no recibe remesas del exterior.

Para el economista cubano Pedro Monreal, la desacertada secuencia anunciada por el régimen para llevar a cabo el ordenamiento económico y la unificación monetaria apunta a tendencias inflacionarias en el país.  “No hay ‘mapas’ para una hiper-devaluación de 2300%. Mucho menos si viene acompañada de la quintuplicación de salarios y pensiones, un aumento aproximado de precios de 780% en la canasta normada y la contracción de la producción agropecuaria por segundo año consecutivo”, agregó en torno a la situación.

Por otra parte, quienes sufrirán los embates de los aumentos sextuplicados, o más, en los precios de la tarifa eléctrica, el agua, la transportación, el gas,  la canasta básica y hasta en el acceso a eventos culturales, espectáculos recreativos y deportivos —que dejarán de ser un “derecho del pueblo” para convertirse en espacios para la élite gubernamental, sus acólitos, los nuevos ricos y  funcionarios vinculados a cada sector— son los cubanos de a pie, quienes se encuentran al borde de un ataque de nervios ante el canto de sirena gubernamental y el escepticismo que predomina en el país.

Para Pedro Rincón, un jubilado del sector de la educación en la capital, la Tarea Ordenamiento no es más que una cortina de humo para encubrir la crítica situación política y económica que tiene a Cuba al borde de un estallido social, o un supuesto acto de generosidad para engolosinar a los incautos que aún no han aprendido que detrás de la zanahoria de falsas promesas revolucionarias llega a escondidas el garrote cromañón del poder gubernamental.

Carel Martínez, dueño de una modesta cafetería, dice haber perdido la inversión de su negocio y hoy carece de capital para reinvertir. Para él, las nuevas medidas no mejoran su situación, y las “facilidades” que dice poner a su disposición la cúpula del poder llevan precios tan exorbitantes que nada podrá hacer para sacar a flote su negocio.

Según expresó Ana María Cásate para Cuba Sindical, una jubilada del Instituto Superior de Diseño Industrial, si los 1528 pesos que devengará como mínimo por su jubilación no le alcanzarán para comer y vestir a la vez —como tampoco nunca le alcanzó el salario que devengó hasta el día de hoy—, todo es una parafernalia gubernamental montada bajo una enorme presión.

Estas tres opiniones resumen y dan una visión general de una población que vive al borde de un ataque de nervios y, aunque deseosa de tener esperanzas, después de tantas las frustraciones dejadas por las promesas de mejoras tras cada experimento de la revolución hoy oyen tocar campanas y no brincan como los perros de Pavlov. | Vicmadomingues55@gmail.com