jueves , 21 noviembre 2024

Culto al remiendo

Entre temores, chivatos, policías y remiendos, transcurre la larga travesía por los caminos de la supervivencia hacia destinos inciertos.

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – Algunos suelen calificarlos como magos y no exageran, sin sus habilidades muchos cubanos sentirían los golpes de la miseria con mayor rigor y decenas de centros fabriles hubiesen tenido que ser clausurados.

Y es que la silenciosa y ardua labor de los integrantes de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR), ha sido vital para alargarle el tiempo de uso a un considerable número de armatostes, algunos en explotación desde las primeras décadas del siglo XX, con su estela de improductividad e ineficiencia, pero necesarios en el diseño propagandístico del régimen relacionado con la inexistencia de bancarrotas y la garantía del pleno empleo.

Gracias a esas inventivas no han terminado en la basura, tornos, motores, locomotoras, tractores, ómnibus, automóviles y ni que decir de productos domésticos, tales como colchones, televisores, radios, camas, sillones, cocinas y un largo etcétera.

Los puntuales arreglos constituyen una parte esencial del modelo creado con los moldes del marxismo-leninismo.

Parafraseando al otrora hacendado cubano, José Manuel Casanova, quien dijo que “sin azúcar no hay país”, pues con toda seguridad es preciso decir, alto y claro que “sin remiendos no hay socialismo”.

En la edición del semanario Trabajadores de este lunes, 14 de mayo, se detalla que los innovadores y racionalizadores de la provincia de Sancti Spíritus, en el centro del país, aportaron más de 14 millones de pesos a la economía local, con alrededor de mil doscientas inventivas, concebidas para, según el texto, sustituir importaciones, la fabricación y recuperación de piezas de repuesto y el ahorro de portadores energéticos.

Más allá de la grandilocuencia de la nota informativa se esconden las limitaciones de una política que favorece el estancamiento, a partir de la sobrevaloración de una iniciativa creada en función de maquillar el fracaso del centralismo económico.

¿Qué pueden hacer los parches en una economía que necesita multimillonarias inversiones, a lo cual la cúpula de poder se opone con ambivalencias retóricas y decretos que ralentizan y limitan tales oportunidades?

Es lamentable que la ideología continúe marcando las pautas de una transición hacia un capitalismo de Estado, bajo el dominio del partido único.

Los hechos explican, con claridad meridiana, que la miseria fue, es, y a todas luces seguirá siendo, un instrumento de poder.

Así que la tropa de remendadores profesionales tiene el trabajo asegurado en un poscastrismo que se revela como una réplica casi exacta del pensamiento y la voluntad de Fidel y Raúl.

El detalle que llama la atención de esta actitud continuista, basada en la multiplicidad de los esfuerzos por reparar, incluso los trastes más obsoletos, es el divorcio entre la complicada labor que realizan y los bajos honorarios que reciben.

Los inventores espirituanos exigen que se les pague acorde al valor del problema resuelto, pero esta es una demanda raramente solucionada en los términos que esperan los afectados.

El aumento salarial, si es aprobado por las instancias pertinentes, suele quedar restringido a lo meramente simbólico.

Las esperanzas de una remuneración justa son tan lejanas, como resultan ser para cualquier trabajador en Cuba, sobre todo los que laboran en las entidades del Estado.

A pesar de la permanencia de las anomalías, no se detendrán las innovaciones, aseguró Antonio González Jiménez. El compromiso del citado innovador de cumplir los planes a pesar de las adversidades, responde a un entorno viciado por la unanimidad en torno a lo decidido por los representantes del núcleo del Partido y del sindicato, en cada centro laboral.

Es obligatorio aparentar complacencia en cada turno de trabajo dedicado a “moldear hierros viejos”, aunque los sueldos no alcancen para cubrir las necesidades básicas.

Se trata de una regla no escrita a nivel nacional.

Pudiera interpretarse como parte de un viejo contrato social que los jerarcas del poder se encargan de reparar y presentarlo como nuevo de paquete.

Entre temores, chivatos, policías y remiendos, transcurre la larga travesía por los caminos de la supervivencia hacia destinos inciertos.