jueves , 21 noviembre 2024
Manifestantes protestan contra los resultados oficiales de las elecciones que declaran vencedor a Nicolás Maduro, Caracas, 29 de julio de 2024. (AP)

Declaración conjunta del GIRSCC y la ASIC

(CubaSindical) El régimen de Venezuela ha mostrado ante el mundo la continuidad de su vocación autoritaria, después de lograr la conservación del poder, ya casi absoluto, tras el escrutinio del Consejo Nacional Electoral (CNE), una de las herramientas institucionales del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) para alcanzar, con total impunidad, sus objetivos políticos.

La decisión del CNE, dada a conocer en la madrugada del 29 de julio, confirmó las sospechas de una grosera falsificación de la realidad, al otorgarle la victoria, por un margen de 7 puntos porcentuales (51,2%-44,2%), al candidato oficialista, Nicolás Maduro Moros, frente al representante de la oposición, Edmundo González Urrutia, apoyado, en todo momento, por los miles de seguidores de la opositora María Corina Machado durante la campaña.

Todas las encuestas a boca de urna favorecían a los antagonistas de los artífices y herederos de la revolución bolivariana, iniciada por Hugo Chávez en 1998 a partir de las orientaciones de su amigo y mentor Fidel Castro.

Son incontrastables las evidencias de que un número significativo de votantes, en todos los colegios electorales, eligieron la opción del cambio. La holgada ventaja reflejó las ansias de la mayoría de los venezolanos en terminar con el largo mandato de un régimen corrupto y violador de los derechos humanos que se valió de un proceso aparentemente democrático para dar un golpe de estado a través de las urnas. De no ser por la manipulación, el candidato antichavista de la Plataforma Unitaria hubiera vencido con más de un 30% de diferencia.

Ante el infame escamoteo de la voluntad popular, nos sumamos a la ola de repudio internacional de gobiernos, personalidades y agrupaciones de la sociedad civil.

El fraude debe ser denunciado, sin ambages, por todos los canales posibles. Ya hubo un proceder similar en el 2013, cuando Nicolás Maduro se impuso a Henrique Capriles, en un proceso plagado de irregularidades.

Esta vez, el dictador y sus secuaces deben quedar expuestos a la repulsa hasta tanto no accedan a permitir un recuento que valide una derrota acreditada por 25 años (1999-2024) de pésima gestión económica, extrema pobreza, represión y el mayor éxodo en la historia del país.

El pueblo venezolano merece y necesita el apoyo incondicional, frente a una élite cuya legitimidad se basa en la fuerza y el engaño.

Nunca vacilaremos en patentizarles nuestra solidaridad. Confíen en que este revés es solo una breve pausa en el camino a la emancipación. Venezuela será libre, a pesar del empecinamiento de los sátrapas en coartar el ejercicio pleno de los derechos fundamentales.