miércoles , 30 octubre 2024
Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba

Democracia social de utilería a lo cubano

Del matrimonio gay a la “libertad de expresión”, la nueva constitución se debate en el teatro de la Asamblea Nacional

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – Anima y reconforta conocer que nuestras diputadas y diputados debaten sobre la discriminación por la orientación sexual, el color de la piel y la práctica religiosa en Cuba. Me invade la emoción cuando imagino a Gudelio y Yurisley tomados de la mano frente a un juez, un cura, un babalaw, un miembro del PCC –igual les da–, que los una en matrimonio hasta que la muerte los separe.

Gracias a Dios, Mariela Castro Espín y a la perseverancia de la comunidad LGBTIQ, ellos no sufrirán la expulsión de un centro laboral o la universidad, ni serán condenados al ostracismo social o enviados por las autoridades a las Unidades militares de Ayuda a la Producción (UMAP), donde bajo el lema “El trabajo os hará hombres”, se les purgaba de su “enfermedad”, y dejaban de ser considerados seres extravagantes por su conducta impropia dentro de la sociedad cubana.

Mucho menos leerán que “este país virilísimo, con su ejército de hombres, no debe ni puede ser expresado por homosexuales ni seudo homosexuales. Porque ningún homosexual representa a la revolución, que es un asunto de varones, de puño y no de plumas, de coraje y no de temblequeras, de entereza y no de intrigas, de valor creador y no de sorpresas merengosas”, como escribió Samuel Feijóo en su artículo “Revolución y Vicios”, para el Diario El Mundo, en 1965

Según añadía Feijóo, “no se trata de perseguir homosexuales, sino de destruir sus posiciones, sus procedimientos, su influencia. Higiene Social Revolucionaria se llama esto”. Conceptos homófobos compartidos entonces por una revolución que, tras sólo varias décadas arrancando de raíz estos vicios, en un ejercicio de sincera constricción eréctil-político-ideológica, se diera cuenta que la homosexualidad no es una enfermedad social contagiosa, sino una orientación sexual progresista.

Y este acto de justicia social, no de higiene sexual, hay que ponderárselo a nuestras diputadas y diputados encargadas de hacer cambios a la constitución cubana, para que este país virilísimo, con su ejército de hombres, como decía Feijóo a tono con la revolución, hoy también pueda ser representado por lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, intersexuales, queer, y cualquier otra forma de asumir la sexualidad y enrumbar la gozadera, sin que sean víctimas de la discriminación.

De igual forma, resulta exultante conocer el hallazgo antropológico de nuestros científicos sociales revolucionarios, quienes después de investigar con rigor durante 60 años, hoy pueden certificar que nuestros negros no fueron hechos “personas” por la revolución, sino que ya lo eran; ni son privilegiados por tener un canal de la televisión para ellos solos –el Deportivo–, como dijo a Esteban Morales un amigo ante sus argumentos sobre la existencia de la discriminación racial en Cuba.

Además, devuelve el alma al cuerpo, la circulación a los pies y el entusiasmo saber por voz de la unanimidad coral de nuestros parlamentarios que la revolución sí ha llegado a los negros a lo largo de su itinerario, a contrapelo de lo expresado al New York Times por Roberto Zurbano, quien ni después de desdecirse en un galimatías cantinflesco revolucionario, pudo conservar su empleo.

Pero, a pesar de estos pequeñísimos contrapunteos raciales, mi optimismo renace de la auténtica pasión que muestran nuestras diputadas y diputados sobre el tema, luego que han merendado. Se nota en el brillo de los ojos, la gestualidad manual o la cadencia de los cabezazos, que la mortadela del bocadito no es de la normada, el queso no era fundido ni el refresco instantáneo.

De ahí que, con la vitalidad a tope, el sentido de responsabilidad alce vuelo y quién sabe si ya para diciembre los afrodescendientes dejen de ser mayoría en las cárceles y asentamientos marginales y comiencen a engrosar –sin ser músicos o deportistas de renombre–, el selecto club de líderes gubernamentales, la partidocracia y militares que viven en el reparto Kholly, Siboney o Miramar.

Y hasta tal vez, por la inclusión racial que dejarán las reformas constitucionales para la sociedad, los negros y mestizos dejen de ser la excelsa minoría en los empleos bien remunerados del país, como los de las empresas extranjeras y el turismo nacional, entre otros donde la empleomanía de “color” sólo se visibiliza en la cocina y el jardín, cual seres alérgicos a la dirigencia y el confort.

El otro de los puntos que me hace hipar y revolcarme de risa por el suelo, de tanta felicidad, es el de la discriminación por prácticas religiosas. Nuestras diputadas y diputados, sabedores de que hoy la religión cristiana no es el opio de los pueblos, ni la Regla de Osha-Ifá o santería un salvaje y burdo ritual de prácticas tribales africanas, abren puertas y ventanas a la religiosidad en el país.

Ocultas y superadas las disposiciones nacidas del Primer Congreso de Educación y Cultura, donde quedó prohibida la práctica u ostentación de cualquier tipo de religión africana –incineradas las planillas en las que te preguntaban ¿tiene creencias religiosas?, cuya respuesta positiva te negaba el acceso al paraíso de la revolución. Gracias a la eficacia de una democracia social de utilería, hoy se puede ser ateo y creyente a la vez, algo así como la soga y el ahorcado, o el fuego y el papel.

Dejadas en el pasado, al menos en teoría, la discriminación por la orientación sexual, el color de la piel y la práctica religiosa, hoy se debate la libertad de expresión que, según el presidente Díaz Canel, es un derecho de toda la población. Promesa que hoy permite a mi vecina llamarle barrigón o mentiroso a un dirigente sin ir por desacato a la prisión, y que a otros colegas, como a mí, no se nos cite a una estación policial ni se nos impida viajar al exterior por nuestras opiniones; pienso yo.

De ahí que, si las reformas a la constitución no forman parte de la democracia social de utilería implantada en el país hasta hoy, tal vez Gudelio y Yurisley en realidad se casen, Esteban Morales rehaga su amistad con el criticón, Roberto Zurbano recobre su empleo y cualquier persona pueda ser ateo al amanecer, pastor evangélico en la tarde y en la noche sacerdote de Ifá, a tono con los mil rostros de una revolución que nadie ha podido cuestionar sin sufrir algún tipo de represión. | vdominguezgarcía4@gmail.com