miércoles , 30 octubre 2024
Jóvenes asisten a una feria de búsqueda de empleo en Pekín (REUTERS).

Doble desafío para la economía china: un mercado laboral imposible para los jóvenes y una población envejecida

La Liga de la Juventud Comunista instó a los jóvenes universitarios a “arremangarse e ir a las tierras de labranza”.

(Infobae) – China se enfrenta a dos importantes desafíos para el sostén de su economía: el envejecimiento de su población y las dificultades de sus jóvenes para encontrar trabajo. El mercado laboral del gigante asiático no entusiasma a los universitarios y muchos de ellos prefieren retrasar la búsqueda de empleo para seguir estudiando hasta encontrar el puesto deseado.

El desempleo juvenil en China alcanzó su máximo histórico en abril al situarse en el 20,4%, según la Oficina Nacional de Estadística (ONE) del país, y se espera que este año egresen unos 11,6 millones de estudiantes, unos 820.000 más que el año pasado. Las autoridades ya lanzaron una campaña para ayudar a los recién graduados a encontrar trabajo y planean crear hasta un millón de puestos de prácticas en el sector público. Sin embargo, la falta de movilidad social en China refuerza el creciente descontento en su juventud.

A esto hay que sumarle que en el año 2035 unos 400 millones de chinos (el 30% de la población) tendrán 60 años o más y que está empeorando la proporción entre trabajadores y dependientes porque se calcula que 228 millones de miembros de la generación del baby boom chino de 1963-72 se jubilarán a lo largo de la década. Además, las estadísticas señalan que en 2022 China contaba con 2,26 personas en edad de trabajar por cada anciano, pero se prevé que en 2042 esa cifra descienda a 1,25. Y esto representa una gran presión para los jóvenes que invirtieron en su educación.

“Es una desafortunada realidad que los licenciados tengan que rebajar su nivel y trabajar en sectores a los que no necesariamente habrían aspirado”, explicó Jane Golley, experta en economía china de la Universidad Nacional de Australia, en un artículo de la revista Time.

“El desempleo juvenil es un problema más acuciante que el envejecimiento de la población”, advirtió a Time Keju Jin, profesor asociado de la London School of Economics y autor de The New China Playbook. “La reducción anual del 1,1% de la población activa no se compara con el hecho de que la generación más productiva y mejor formada no pueda encontrar trabajo”.

Este escenario también es problemático para la economía de China porque los jóvenes chinos representan casi el 20% del consumo, según un estudio de Goldman Sachs, y el desempleo juvenil afecta negativamente a las arcas del país. Esto se puede percibir, por ejemplo, en el fondo de pensiones básico de China para empleados urbanos, que tenía reservas suficientes para cubrir 18,5 meses de prestaciones en 2012 pero alcanzaba a sólo 11,2 meses en 2021.

Por otra parte, esta crisis ha generado quejas en las redes sociales chinas y funcionarios del régimen se han encargado de responder sin ánimos de complacer. Por ejemplo, la Liga de la Juventud Comunista instó en marzo a los universitarios chinos a “quitarse los trajes, arremangarse e ir a las tierras de labranza” y el presidente Xi Jinping añadió que los recién graduados deben “comer amargura”, una expresión que hace referencia a la necesidad de soportar las dificultades.

Expertos señalan que uno de los recursos de China para tratar de resolver esta problemática sería dirigir parte de sus reservas de divisas hacia programas sociales donde más se necesitan. “Por supuesto, hay muchos intereses creados que no quieren que su dinero vaya a parar a los fondos de pensiones. Y luego está la cuestión de la eficacia del gobierno: su capacidad para hacer lo que hay que hacer”, advirtió Golley a Time.

La Oficina Nacional de Estadística de China declaró que el régimen de Xi Jinping prepara medidas “concretas y específicas” para impulsar las tasas de empleo juvenil y aseguró que las cifras mejorarán “paulatinamente” a medida que la economía siga recuperándose tras el impacto sufrido en los casi tres años de ‘COVID cero’.