El pueblo exige que no haya violencia y llama a los militares a que no repriman y se les una.
(DDC) – De nuevo hay protestas públicas en Cuba. En varios puntos del país. La gente sale a las calles a reclamar que terminen los apagones y el desabastecimiento alimentario impuestos por el Gobierno. La gente grita «Patria y Vida» y pide libertad.
Lo ha hecho pacíficamente, exigiendo que no haya violencia y llamando a los militares a que no repriman y se les una, porque también los militares son pueblo expuesto a esas mismas condiciones de vida.
Frente a esto, las autoridades han intentado (hasta el momento) no empeorar las cosas. La primera secretaria del PCC en Santiago de Cuba procuró dialogar con quienes protestaban. Miguel Díaz-Canel, presidente y primer secretario del PCC, reconoció la existencia de protestas y explicitó las peticiones de estas. «Varias personas han expresado su inconformidad con la situación del servicio eléctrico y la distribución de alimentos», escribió en su cuenta de X.
Que a continuación se refiriera a «enemigos de la revolución» que intentan aprovechar las protestas, «terroristas radicados en EEUU», y terminara responsabilizando al «bloqueo que pretende asfixiarnos», es la retórica de siempre. Como son las maniobras de siempre propagar imágenes de los lugares de protestas vacíos y en paz o dedicar en las próximas horas una Mesa Redonda al tema «Estados Unidos, la mafia de Miami y las campañas anticubanas».
Lo nuevo en el modo en que las autoridades están manejando estas protestas es su reconocimiento de que en Cuba existe gente inconforme por sus condiciones de vida y que alzan sus voces. Lo nuevo en las autoridades es su propósito de entender estas protestas como problema económico, no político. De este modo, esas autoridades pueden sentirse finalmente interpeladas por quienes protestan. Pueden permitirse, de este modo, dialogar con el pueblo en protesta.
Las autoridades saben que otro 11J significaría un riesgo muy alto para ellas. En tanto quienes protestan no quieren ser reprimidos, pero no se conforman con vivir como están viviendo.
Toca a los dirigentes del régimen resolver las causas de las protestas. Exigirles a esos dirigentes que abandonen sus usuales recursos propagandísticos sería completamente inútil. Pero es preciso exigirles que no desplieguen más violencia policial y judicial y resuelvan los problemas del país. Con represión —esto es seguro— no conseguirán nada. Ni para la población que exige comida y electricidad, ni para ellos.