jueves , 21 noviembre 2024
Ulises Guilarte de Nacimiento, miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba y secretario general de la oficialista CTC.

El arte de fabricar espejismos

La realidad es un mentís a la retórica de la CTC, cuya finalidad es mantener a la clase obrera secuestrada.

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – En el venidero XXI congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), no habrá espacio para nuevas rondas de promesas que terminan en el fondo del baúl de los recuerdos, discursos anodinos y convocatorias a superar los errores de siempre.

Según el miembro del Buró Político y secretario general de la entidad sindical oficialista, Ulises Guilarte de Nacimiento, el cónclave a celebrarse entre los días 20 y 24 de abril, será el punto de partida para acciones que pongan fin al estancamiento productivo, mejoren los sistemas de pagos, se sustituyan las importaciones y la eficiencia deje de estar en la lista de los asuntos pendientes de una solución.

Cuesta creer en esos cambios que potencialmente ayudarían a recomponer el tejido socioeconómico nacional lastrado de dificultades a causa del exceso de controles y prohibiciones que el partido ha codificado como parte de su voluntad de conservar intactas las bases del sistema de partido único y economía centralizada.

Las expectativas del funcionario chocan con la proverbial tozudez del puñado de hombres que detentan el poder real, cuyo objetivo es garantizar la continuidad del modelo. Las aperturas realizadas y las que se implementarán progresivamente en un lapso impredecible, no solo están limitadas al ámbito económico, también hay barreras ideológicas que cierran el paso a las transformaciones que contemplen la necesaria descentralización, con todos los efectos asociados a esta iniciativa y la legitimación de los derechos fundamentales, como la libertad de expresión y asociación.

El máximo dirigente de la CTC, repite su papel de vocero. Nada puede hacer más allá del libreto que le escriben los ideólogos del Comité Central. Por tanto, ese entusiasmo que mostró en el intercambio que sostuvo recientemente con los 64 delegados e invitados, de la provincia de Guantánamo, a la máxima cita del proletariado, es pura ficción.

La realidad cubana, la que se estructura a partir de las vivencias cotidianas, marcadas por las privaciones y la represión científica, al estilo de la que inventó el escritor inglés George Orwell, en su libro 1984, es un mentís a la retórica insulsa del dirigente de uno de los organismos, cuya finalidad estriba en mantener a la clase obrera secuestrada.

Basta recordar que las empresas y fábricas controladas por el Estado conservan el predominio en la esfera laboral. Alrededor del 70% está bajo la tutela de burócratas designados por su fidelidad absoluta al dogma “revolucionario”.

Los trabajadores por cuenta propia tampoco escapan al dominio gubernamental. Su independencia es relativa. El desamparo jurídico, el asedio de los inspectores estatales, las limitaciones para publicitar sus servicios y la ausencia de un mercado mayorista, convierten su labor en un permanente calvario.

No hay dudas de que la disfuncionalidad del sistema, persistirá antes y después de la magna cita, donde participarán más de 1000 personas.

Los golpes existenciales, entre los que destaca la miseria endémica, continuarán siendo parte indivisible de un estilo de vida forjado por “nuestros salvadores” y además una situación creada para desmoralizar a los cubanos de pie. Ningún empleo estatal proporciona los recursos para enfrentar la galopante inflación. Los cuentapropistas sufren contratiempos similares. Les resulta extremadamente difícil alcanzar niveles mínimos de rentabilidad, debido al complejo universo de restricciones y asedios. Detrás de ese panorama, cobra fuerza el mercado negro, con su interminable secuencia de sobornos y corruptelas.

El XXI congreso de la CTC no promete nada que sea digno de celebrar.

Estamos a las puertas de otro performance tan aburrido como todos lo que planifica la élite verde olivo.

Ulises Guilarte de Nacimiento, más que un dirigente honesto y capaz, es un solícito vendedor de falsas expectativas, un virtuoso en el arte de fabricar espejismos.