La Resolución 17 emanada del cónclave de la ADS enfatiza una vez más la inconsistencia del castrismo como sistema político
LA HABANA, Cuba | Cuba Sindical Press – A menos de dos años de que el régimen de partido único cumpla seis décadas en el poder, la relación entre el Estado-patrón y los trabajadores se mantiene en las mismas coordenadas.
Mientras en los congresos, tribunas y medios de prensa se proclama la armonía del patronato estatal con sus empleados, que suman alrededor del 80% de la población laboralmente activa, la realidad apunta hacia el lado contrario.
Todo el material propagandístico, nuevo o reciclado, que sale a la palestra con el propósito de legitimar una relación que recuerda el apogeo del sistema esclavista, choca con el desencanto de quienes en Cuba trabajan por menos de un dólar diario sin ninguna protección laboral, impedidos de realizar contratos colectivos y de irse a huelga cuando el diálogo deviene en un círculo vicioso para beneficio de los explotadores.
Parte de estas anomalías se plasmaron en la Resolución 17 titulada “Democracia y Paz para Cuba”, una de las acciones derivadas del Congreso Constitutivo de la Alternativa Democrática Sindical de las Américas (ADS) que tuvo lugar en la ciudad de Bogotá entre el 16 y el 21 de abril del presente año. La iniciativa pone al descubierto el fundamentalismo de la clase política nacional que ha demostrado con creces su incapacidad para construir un modelo productivo sostenible.
En el documento no hay circunloquios que impidan una interpretación cabal del talante represivo de los gerifaltes del partido. Cada renglón muestra que el modelo implantado en Cuba no es para servir a los proletarios, ni nada que se le parezca.
El poder real y absoluto lo detenta una burguesía rapaz y dispuesta a defender sus privilegios a como dé lugar.
Las evidencias indican que las teorías de Marx y Lenin fueron el instrumental idóneo para la articulación de una de las estafas más notables del siglo XX.
La revolución cubana fue una invención mediática. Un mito que desafortunadamente persiste e interfiere en el reconocimiento de lo que realmente es: una dinastía totalitaria que ha convertido a la nación en un almacén de ruinas materiales, la doble moral en una conducta generalizada, la miseria en un signo de identidad nacional, el miedo en una especie de patrimonio para las cuatro generaciones que han crecido bajo el estigma de las unanimidades, la necesidad de escapar hacia donde sea y de robar para poder sobrevivir.
La Resolución 17 emanada del cónclave bogotano enfatiza una vez más la inconsistencia del castrismo como sistema político. El término no identifica ninguna ideología, se trata de un conjunto de artimañas elaboradas por Fidel Castro y su camarilla para encaramarse en las cumbres del poder para toda la vida.