jueves , 21 noviembre 2024

En defensa del almendrón

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – La caricatura que muestra a un chofer de almendrón (auto particular), con los ojos desorbitados al verse rodeado en el interior de su coche por decenas de rutilantes taxis del sector estatal, es una hiriente burla que pretende humillar a quienes con sus propios medios, bajo cruentas medidas y el asedio de la maquinaria represiva gubernamental, han garantizado la transportación en el país.

Publicada este domingo en el diario Juventud Rebelde bajo la firma de Adam, la caricatura pretende vender la imagen del triunfo del transporte estatal sobre el privado, en una apuesta que se convertirá, como siempre, en un bumerán, cuando la tortilla se vuelva y el caricaturista con su parentela tenga que acudir de nuevo al almendrón, si no quiere sufrir horas de espera bajo la lluvia o el sol, en un país al que las penurias y la ineficiencia lo convierten en un Estado medieval.

Y como en Cuba las buenas nuevas propiciadas por el Estado duran lo que un merengue en la puerta de una escuela –desde la reparación de una ciudadela ante el paso de un ciclón hasta la venta de huevos liberados por otro aniversario del natalicio de Fidel–, esta supuesta mejora del transporte en ciertas rutas de la capital será efímera como la caricatura de marras y su autor.

Al parecer, este “caricastrista” de patriotero humor colorao, tiene un auto heredado de un padre militar o comecandela de salón, o tal vez lo compró con las remesas que le envía del exterior un pariente ex comunista que explotó, o quién sabe si a méritos ganados por su incondicionalidad y sumisión al régimen que no se atreve a tocar con sus garabatos si no es para postrarse a sus pies.

Muy pronto canta victoria este señor, quien de seguro ya no recuerda u olvidó el arribo de decenas de miles de Camberra, Skodar, Leyland, Hinos, Chevrolet y Ford para la transportación, y sin embargo llevamos seis décadas caminando a pie, montados en bicicletas o apretados como sardina en lata o diez en un sofá dentro de aquel engendro bautizado El Camello que aún circula por algunos lugares del país.

Más cerca en la historia del sistemático fracaso nacional del transporte estatal, ¿puede hacer una caricatura de los cocotaxis, los cuales garantizarían la transportación de pasajeros en la capital y otros sitios de Cuba por tramos y en moneda nacional, todos o en su gran mayoría trabajando por la izquierda y cobrando en divisas, más allá de la promoción en los medios y las rutas a transitar?

¿Puede este gracioso señor trazar siquiera un esbozo de por qué los taxis asignados a hospitales, funerarias y otros sitios de interés social, se salen de sus carreras y dejan abandonado al enfermo o al muerto para cobrar en divisas un viaje a la playa o a un cabaret? ¿Nunca se benefició con uno de estos viajes furtivos que denotan el irreversible nivel de corrupción en un país donde los salarios de los trabajadores estatales no alcanzan para el mes? ¿Piensa que eso se acabó?

Si le pregunto esto es porque precisamente este domingo, cuando ya circulaba su burlona y triunfante caricatura por toda Cuba, uno de los paneles y un taxi de los que tal vez copió en su caricatura para apretar al almendrón, cargaban en primera y C, en El Vedado, a un grupo de turistas extranjeros hospedados en una casa particular, mientras se armaba una trifulca en la piquera de quinta y D porque anunciaron (a las 7 p.m) que ya no habría carros para Alamar.

De haber estado allí, hubiera visto como la despedidora de los taxis tuvo que abandonar la caseta ante el acoso de una multitud desesperada por llegar a su hogar, y que a los plazos y la paciencia que les pedía la operadora de pizarra de Quejas y Sugerencias sólo gritaban desde sus celulares cosas como ¿ya esto se jodió? ¿votamos y ya? ¿todo es una farsa?, antes de acudir al fiel almendrón.

Así que no se burle y recuerde que el pasado 7 de diciembre la no circulación de los almendrones paralizó la capital. Y que cuando los choferes que manejan estos nuevos autos estatales no aguanten más trabajar doce horas seguidas para pagar al fisco sumas desorbitantes –y luego comenzar a ganar para sí– y abandonen el empleo estatal, tal vez se necesiten caricaturistas para manejar, y ahí espero verlo a usted, dando el frente, la espalda o el costado por la revolución.

Los conductores del sector particular, con sus altas y bajas pues existe de todo en la viña del Señor, más que una caricatura burlona merecen un monumento en cada plaza cívica del país, por contribuir como nadie a la transportación local y nacional, en medio de limitaciones, escarnios, chantajes y falta de todo para trabajar, provocados por el caos y las carencias de la revolución.  | vdominguez@gmail.com