La salida de Raúl Castro y la severidad de la crisis crean la primera posibilidad real de una transición política.
Washington | Carl Gershman – El anuncio de Raúl Castro durante el VIII Congreso del Partido Comunista de que abandonaba el cargo de primer secretario del Partido marcó el final de una era en la historia de Cuba, desde el punto de vista formal.
Raúl Castro, quien tiene ahora 89 años, asumió el cargo de primer secretario hace una década, con la promesa de realizar amplias reformas para reparar la moribunda economía del país. Pero esas reformas han fracasado miserablemente y el poder ahora pasa al puesto a dedo sucesor de Castro, el presidente Miguel Díaz-Canel, cuando Cuba enfrenta su peor momento económico y político de las seis décadas de Gobierno comunista.
La tarea de Díaz-Canel es mantener la continuidad y el control del Partido, pero la salida de Castro y la severidad de la crisis crean la primera posibilidad real de una transición política desde que el hermano de Raúl, Fidel Castro, ocupó el poder en 1959.
Como de costumbre, el Gobierno cubano le echa la culpa de sus problemas económicos a las sanciones de Estados Unidos, pero estas constituyen apenas uno entre muchos factores. El colapso económico de Venezuela implicó la sequía de una ayuda económica de cinco billones al año, y la pandemia destripó la industria del turismo que era la principal fuente de entrada de divisas.
Más importante aún, las ineficiencias estructurales de la economía planificada de Cuba han provocado una escasez crónica de dinero y exportaciones, a la que Raúl no fue capaz de hacer frente durante la década pasada.
El resultado ha sido una crisis económica más severa que la del «Período Especial», causada por la desintegración de la Unión Soviética en la década de los 90 del siglo pasado. Cuba se está quedando sin comida, según un informe; no hay medicinas en las farmacias, y el sistema de salud, considerado «la joya de la corona de la propaganda oficial», está ahora «al borde del colapso«.
La respuesta del régimen ha sido imponer un sistema de reforma monetaria llamado Tarea Ordenamiento que ha empeorado aún más la crisis. El analista económico Emilio Morales reporta que uno de los efectos «desastrosos» de esta reforma ha sido arrasar con los ahorros en dólares que los ciudadanos habían depositado en los bancos cubanos, mientras otro ha sido sentenciar a muerte a los pequeños emprendedores, cuyo trabajo fue legalizado por las reformas de Raúl y que han constituido el sector más productivo de la economía cubana.
De acuerdo a Pavel Vidal, profesor de la Universidad Javariana de Colombia, quien trabajó en el Banco Central de Cuba, la reforma monetaria «hundirá el valor real de los salarios de los trabajadores, a corto plazo, entre un 15 y un porciento». Predijo además una inflación «histórica» de entre 474 y 952 porciento.
Las terribles penurias que los cubanos están padeciendo ahora han provocado una intensificación sin precedentes de las protestas en el país comunista. El Observatorio Cubano de Conflictos reporta un incremento sostenido en el número mensual de protestas, de 42 en septiembre a 159 en febrero.
El aumento de la cantidad de celulares y del acceso a las redes sociales desde 2018 se han convertido en importantes herramientas movilizadoras que también han tenido el resultado de docenas de videos grabados por los ciudadanos, incluyendo uno, filmado el domingo 4 de abril, en el que unos vecinos le gritan «abusadores» y «asesinos» a unos policías.
El 10 de abril, la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), el grupo opositor más grande de la Isla, puso fin a una huelga de hambre colectiva de 21 días, cantando victoria después que el régimen levantara el «cerco» policial a su sede. Sacerdotes católicos y laicos de toda la Isla produjeron un corto video de solidaridad, en el que piden respeto por la vida y más libertad en Cuba.
El núcleo espiritual del levantamiento cubano ha sido el Movimiento San Isidro (MSI), que emergió de manera espontánea en 2018. Muchos de sus integrantes son afrocubanos. El 26 de noviembre, su sede fue allanada por agentes de la Seguridad del Estado, para interrumpir una huelga de hambre que realizaban para exigir la libertad del rapero Denis Solís.
Un día después, el 27 de noviembre, 300 artistas y músicos se reunieron en el Ministerio de Cultura para protestar por el arresto de Solís y por la represión contra la libertad artística. Esos artistas constituyen ahora el Movimiento 27N.
Artistas cubanos de renombre internacional que residen en el exterior y miembros del Movimiento San Isidro han producido la canción «Patria y Vida», un rap devenido himno de resistencia contra «tu revolución maligna», declarando que «somos la dignidad de un pueblo entero pisoteada». El himno cuenta con más 4,5 millones de reproducciones en YouTube desde su lanzamiento, el 17 de febrero. El título de la canción ha sido pintado en los muros y las paredes de las casas, y ahora a menudo la gente confronta a las autoridades diciendo «Yo estoy con Patria y Vida».
De cara al VIII Congreso del Partido, el Movimiento 27N emitió un manifiesto, pidiendo libertades políticas y civiles, la liberación de prisioneros políticos, la legalización de medios independientes, y reformas económicas, incluyendo la propiedad y la iniciativa privadas. Estas mismas demandas están contenidas en la petición del Proyecto Varela –firmado por más de 11.000 cubanos– que Oswaldo Payá entregó a la Asamblea Nacional de Cuba en mayo de 2002.
Los principales colaboradores de Payá en el Proyecto Varela y otros disidentes fueron arrestados diez meses más tarde, durante la Primavera Negra de Cuba. El propio Payá fue asesinado el 22 de julio de 2012, cuando un vehículo del Gobierno embistió el carro en que viajaba él hacia el Oriente de Cuba. Ha llegado el momento de resucitar esas demandas y terminar la pesadilla de la dictadura en Cuba.
Esto es el contexto para el desarrollo de la política de la Administración Biden hacia Cuba. Juan González, el director principal del Consejo de Seguridad Nacional para el Hemisferio Occidental, indicó a principios de este mes, en una entrevista con CNN, que los derechos humanos serán una prioridad para la Administración. «Joe Biden no es Barack Obama en cuanto a la política hacia Cuba», dijo. «El Gobierno cubano no ha respondido en ninguna forma» a la apertura de Obama en 2014, que normalizó las relaciones entre los dos países, y «la opresión contra los cubanos hoy es quizás incluso peor que durante la Administración Bush«.
Con la partida de Raúl Castro y Cuba en una crisis profunda e irreversible, el momento del cambio ha llegado. Enfocarse en elecciones libres y en un cambio democrático para Cuba resulta hoy tan oportuno como urgente.
Como declara el himno Patria y Vida, «se acabó», para el régimen: «El pueblo se cansó de estar aguantando. Un nuevo amanecer estamos esperando». No puede llegar demasiado pronto.
Carl Gershman es el presidente de la Fundación Nacional para la Democracia.