Profesionales ejerciendo en otros países cuentan su tránsito y comparan sus actuales condiciones con las que dejaron en la Isla.
Matanzas (Brenda González / DDC) – La emigración está produciendo en Cuba una descapitalización humana difícil de revertir y una de las áreas en las que el país está perdiendo más profesionales es la salud.
Según datos publicados por la Oficina Nacional de Estadística e Información, en 2022 había en la Isla 12.065 médicos, 7.414 enfermeros y 3.246 estomatólogos menos que en 2021.
A la cifra de profesionales que ya no forman parte del sistema sanitario, se suma la de aquellos que trabajan para el Gobierno en el exterior. En 2023 eran 37.000, de acuerdo con cifras oficiales.
¿Queda algo del sistema de salud en Cuba?
No solo disminuye el número de profesionales disponibles para atender a los cubanos. Los hospitales están seriamente deteriorados y desabastecidos de insumos, y las farmacias carecen de medicamentos. Los cubanos dan diariamente testimonio de esta realidad.
En septiembre de 2023, el grupo empresarial de las industrias biotecnológica y farmacéutica BioCubaFarma reconoció que en el país faltaban 251 medicamentos de fabricación nacional, un 40% de ellos parte del cuadro básico.
«No hay sistema de salud bueno si no hay medicinas o recursos. No importa cuánto un profesional quiera hacer si no tiene los medios para ello. Los que nos formamos y trabajamos allá, llevamos el dolor de haber visto más de un paciente morir por no tener antibióticos, un laboratorio adecuado, un ventilador respiratorio», expresa Aliuska Hernández Rodríguez, de 52 años, especialista en Medicina Interna con diplomado en Terapia Intensiva, residente en Estados Unidos tras cruzar la frontera de México.
«Gran parte del mundo vive engañado sobre la ‘grandeza del sistema de salud cubano’, muy lejos de la verdad. No vale decir que tenemos una medicina a la que toda la población tiene acceso, si quienes acuden a ella pueden morir por las carencias. Un sistema de salud donde ciertas clases sociales —porque sí existen las diferencias— tienen asistencia médica de excelencia y el resto no».
La escasez de medicamentos afecta principalmente a quienes padecen enfermedades crónicas, como diabéticos, hipertensos, enfermos de cáncer y epilépticos. Pero centenares de personas esperan también por operaciones que no pueden realizarse en la Isla. Muchos han acudido a las redes sociales para suplicar ayuda de otros países.
Eduardo Santiesteban Álvarez, de 55 años y especialista en Oncología, vive en Colombia desde 2014. El de Cuba «fue un buen sistema hasta que empezó a esclavizar y exportar a los médicos», opina. Entonces, «perdió la lógica».
«En cuanto a los profesionales de la salud, mi respeto y admiración. La escasez ha aunado la capacidad de pensamiento clínico, nadie los puede igualar».
Para José Antonio Santana Cazorla, de 62 años, especialidad de Medicina Interna y también residente en Colombia desde 2014, en cuanto a profesionales el sistema de salud cubano «es el mejor».
«Lo que no está de acuerdo es la atención al trabajador, que demerita lo anterior. Los salarios insuficientes para tener una vida digna, en dependencia de lo que aportan a la salud del país».
Jacqueline Román Pastoriza, neuróloga de 53 años, ejerce en Perú, donde vive desde 2015. Considera que los profesionales cubanos «son excelentes, con gran poder de resolución, amor a la profesión. En Cuba se estudia Medicina por vocación, porque no te da otro tipo de satisfacción, solo profesional».
«El sistema de salud cubano ya es más mito que realidad», dice por su parte un médico de 57 años, especialista en Medicina Familiar y Cuidados Intensivos, que pide permanecer en el anonimato. «Los profesionales viven muy mal, la tecnología por lo general es obsoleta, y la de punta está en muy pocos centros, donde la mayoría de las personas no pueden alcanzarla, sin hablar del acceso a medicamentos novedosos, inexistente», enumera este doctor residente en Estados Unidos, que escapó de una misión en Venezuela en 2012.
En Cuba los médicos hacen «magia»
Sin recursos básicos y con los hospitales en ruinas, en Cuba los médicos tienen que «hacer magia» para intentar curar a los pacientes, consideran los profesionales consultados.
«Mi experiencia de trabajo en Cuba puede dividirse en dos partes: los primeros años como especialista me sentí realizado, muy contento con el trabajo y rodeado de excelentes compañeros y profesores de los cuales aprendí mucho. Ya en los últimos años no me sentí bien por la mala atención que había, además de nuestros salarios y las condiciones, sobre todo en los turnos de 24 horas», recuerda Santana Cazorla.
«Adoro la Medicina y dondequiera que esté y pueda voy a ejercerla», afirma por su parte Hernández Rodríguez. «En Cuba uno trabajaba frustrado debido a la carencia de recursos. Salí de allí en 2002 y ya era desesperante la escasez».
«Por un lado, disfruté de una profesión que amo, pero tuve muchos sinsabores en el camino, desde un salario paupérrimo que no alcanzaba para nada, falta de opciones para hacer por tu cuenta, no tenía derecho a escoger otro camino laboral, hasta el estrés de trabajar sin condiciones y ser muy maltratado por el Sistema de Salud», señala el especialista en Medicina Familiar y Cuidados Intensivos.
La emigración como salvavidas
El colapso del sistema sanitario, la frustración por no poder ayudar a los pacientes, las duras condiciones de trabajo, las escasas opciones de superación y las presiones de las autoridades han hecho que muchos profesionales de la salud vean como única salida la emigración.
Para miles de ellos la puerta de salida han sido las llamadas «misiones internacionalistas». A las condiciones laborales en la Isla se ha sumado el descontento por que el Gobierno cubano se quede con al menos un 75% de lo que pagan en salarios los países de destino.
«Había regresado de cumplir una misión internacionalista en Venezuela y no tenía deseos de reincorporarme a trabajar en el país. En segundo lugar, y más importante, decidí emigrar para ver si era posible traer a mis hijas conmigo, quería que se desarrollaran profesionalmente fuera de la situación del sistema en Cuba», cuenta Santana Cazorla, quien pudo llegar a Colombia con una visa de turismo.
Hernández Rodríguez dejó Cuba con 30 años. «Allí ejercía como intensivista, y salía del trabajo a coser o bordar para tener dinero y comer. La mayoría de los días estaba frustrada y desencantada de la Medicina, porque tenía un límite como médico y veía morir a la gente por falta de recursos».
«Decidí emigrar a otro país porque, a pesar de estar en la cúspide de mi profesión, de haber consagrado toda mi vida a estudiar y superarme como profesional, no me servía para vivir. No tenía solvencia económica, no podía comprarle ni un par de zapatos a mi hija», relata Román Pastoriza.
A pesar de que en 2024 se introdujeron aparentes mejoras salariales al sector de la Salud, que tuvieron en cuenta las guardias nocturnas, los años de servicio y la complejidad y riesgo del trabajo, los salarios siguen siendo irrisorios ante el crecimiento constante de la inflación en Cuba.
«La libertad y el derecho de poder vivir mejor fueron los factores fundamentales para emigrar. Quería dar a mis hijos la opción de vivir dignamente», señala el doctor cuya identidad se mantiene en reserva.
Empezar de nuevo
Ser médico no ha salvado a estos cubanos del proceso de adaptación a nuevas realidades. «Lo más difícil para volver a trabajar fue el sistema de computación. Cuando llegué a Colombia, con 52 años, no tenía conocimientos, y aquí todas las consultas, la historia clínica, la emisión de exámenes, laboratorio, todo se hace a través de la computadora. Poco a poco lo fui solucionando», dice Santana Cazorla.
Román Pastoriza tuvo que empezar desde abajo. «A pesar de tener una experiencia profesional, de ser máster, de tener una categoría, me tuve que multiplicar por cero, fue casi como si recién hubiera terminado la especialidad», relata.
Vincularse al sistema de salud de otro país representa para los médicos un proceso de homologación, pruebas de nivel profesional y un permiso de trabajo. No todos lo consiguen.
«Siento realización profesional y personal, porque desde joven mis deseos fueron llegar a ser especialista en Medicina Interna, y parecerme a mis profesores. Lo logré y ocupé cargos como jefe de servicio de la Unidad de Cuidados Intermedios del Hospital Provincial de Matanzas, fue una gran satisfacción. En estos momentos me encuentro en la dirección de un servicio de Medicina Interna. Me siento muy orgulloso de lo que estoy alcanzando», afirma Santana Cazorla.
«Actualmente soy clínico informático, y sí, ha valido la pena emigrar. Ser libre es algo supremo. En estos años he vivido y disfrutado mucho más de lo que viví en Cuba. Me gusta mi trabajo y veo en él futuro. En mi opinión, Cuba comunista es un infierno», señala el especialista que pidió no se revelara su identidad.
Hernández Rodríguez asegura que continúa logrando metas profesionales y personales. «Disfruto mi trabajo y puedo destinar tiempo y energía al disfrute de la vida. Actualmente soy médica de Medicina Interna y Geriatría, y tengo mi propia oficina, hago atención primaria de salud», explica.
«Tengo mi familia, mi esposo y un hijo al que hemos podido darle amor y preparación. Ha nacido en el lugar donde puede lograr lo que quiera, será quien determine sus metas y limitaciones. He ayudado a mi familia a pisar el mismo suelo para que logren sus sueños», añade esta doctora.
Razones que marcan la diferencia
«La diferencia entre ejercer la Medicina en Cuba y en otro país es simplemente que en otro país logras tus objetivos personales y económicos», opina Román Pastoriza. «Puedes tener una vida normal, puedes tener solvencia económica, viajar, asistir a congresos en otros países con tu dinero, no tienes que esperar a que nadie te invite ni te pague. Una se siente realizada, eres independiente, no necesitas de las migajas de nadie como en Cuba», argumenta la neuróloga.
En muchas ocasiones la aspiración de emigrar queda frustrada por la negativa de las autoridades a conceder la carta de liberación a los médicos cubanos; aunque en septiembre de 2022 el Ministerio de Salud Pública afirmaba en una nota informativa que los profesionales de especialidades como Medicina General Integral y los médicos recién graduados que no tenían regulación alguna.
A juicio de Santana Cazorla, «la principal diferencia entre ejercer la Medicina en Cuba y fuera del país es el salario que ganan los trabajadores de la salud. En Cuba, para realizar esa abnegada labor, con horarios de 24 horas de trabajo y sin sábados ni domingos, el salario no es, ni remotamente, digno de un profesional».
El salario promedio de un médico varía según el país donde resida. Pero en todas las naciones mencionadas en este trabajo supera los 10 dólares la hora.
En Cuba ese sería un salario medio mensual (teniendo en cuenta todos los sectores de la economía y la tasa de cambio en el mercado informal).
«El sistema de salud de Colombia es un negocio, el paciente no es lo más importante, y me ha chocado mucho la mala preparación médica. En Cuba abunda la excelencia profesional, pero lo frustrante es la escasez de medios diagnósticos, medicamentos e insumos, y no es el bloqueo el causante», señala Santiesteban Álvarez.
En Estados Unidos «existe un sistema de salud donde se hace prevención; tienes que pagar, pero es preferible a no tener lo necesario para salvarte», comenta Hernández Rodríguez. «Depende de tus posibilidades: si pagas muy poco, y es el Gobierno el que paga, y si ganas más, pagas más. Todos tenemos acceso a lo mismo. Por supuesto, tiene imperfecciones, pero hay más posibilidades de sobrevivir si te enfermas».
«La diferencia principal es de recursos disponibles. Aquí puedo hacer todo lo que debo por mis pacientes, desde medicaciones hasta utilizar los más avanzados medios diagnósticos. Y somos recompensados por nuestros servicios, no tengo que coser o bordar cuando termino de trabajar para alimentar a mi familia», concluye._