lunes , 25 noviembre 2024

El presidente censurado

Don Tomás, primer presidente de la República de Cuba, el más honrado de todos y gran amigo de José Martí.

La Habana | Tania Díaz Castro – Ningún presidente de la República mereció el respeto de Fidel Castro. El que más ha sido censurado es don Tomás Estrada Palma (1835-1808). Mandaron a derribar su estatua en 1961 en la Avenida de los Presidentes, del Vedado habanero, sin importarle que fuera el más honrado de todos y gran amigo de José Martí.

Tanto Fidel Castro ha cambiado la historia de Cuba, que don Tomás es un personaje maléfico para los actuales estudiantes de cualquier nivel, sólo por haber sido un sincero admirador de los Estados Unidos, de su prosperidad, de su modo de vida, de sus leyes y libertad.

Para nada se ha tenido en cuenta que el buen gobierno de Estrada Palma, elegido gracias al apoyo de todo un pueblo que lo amó y respetó, tuviera grandes logros gracias a la ayuda de Estados Unidos. Al llegar a la presidencia, el tesoro público era de medio millón de dólares y al retirarse, a los cuatro años, había un superávit de 20 millones de dólares. Así pudo realizar grandes beneficios a la educación, la industria, y mejoras para los veteranos.

Aunque estaba convencido de que la anexión a Estados Unidos era lo mejor para Cuba, puesto que dudaba que la isla lograra buenos gobernantes como ocurrió, jamás propuso esa idea y sí un respaldo norteamericano para evitar una guerra civil o enfrentamientos de sangre.

En 1925, el Dr. Emilio Roig de Leuchsenring, primer Historiador de La Habana, al referirse a aquellos momentos, escribió: Terminadas nuestras luchas emancipadoras con la ayuda eficaz y poderosa que nos prestaron los Estados Unidos, intervinieron ellos de manera directa en la formación y establecimiento de la nueva República, esta quedó ligada a la nación norteamericana por un Tratado Permanente, que fue la primera enmienda de la Constitución, en la que se establecen derechos y deberes entre ambos países.

Tuvo don Tomás una vida fructífera y ejemplar. Fue uno de los primeros que se incorporó a la guerra del 68, junto a su madre Candelaria. Al año y medio cae prisionero, después logra ir hacia Estados Unidos y funda allí, junto con José Martí, el Partido Revolucionario Cubano.

Ya en el poder, escribió a un amigo: Promoveremos las inversiones de capitales americanos en todo género de empresas en la isla y desarrollaremos entre ambos países un comercio recíproco que afianzará la prosperidad interior de nuestra patria.

Fue opuesto a repartir cargos públicos, donde se cobraba sin trabajar; política que continuó a lo largo de los años y que casi desapareció en 200, con Raúl Castro como sucesor de su hermano, quien liberó en unos meses a más de un millón de trabajadores que sobraban del Estado.

Hace unos días, llamó la atención que el presidente del Instituto de Historia de Cuba, René González Barrios, se refiriera, nada menos que en el periódico Granma, a la prisión que sufrió la octogenaria madre mambisa de don Tomás, un episodio rara vez mencionado en la prensa nacional. ¿Será al fin reivindicado Estrada Palma, como se lo merece, por su honradez, honestad y sinceridad política, dotes que tendrán que ser reflejadas si algún día se escribiera la verdad sobre su vida?

Su pecado vaya usted a saber si hoy lo ve el castrismo realmente como un pecado, dado el apoyo que brinda a los presidentes izquierdistas reelectos de América Latina, fue que don Tomás quisiera ser reelegido; y, sobre todo, acudir a la ayuda del gobierno norteamericano, con el fin de controlar una revuelta popular en su contra.

Sobre este hecho, el célebre historiador Jaime Suchlicki, señala que los cubanos carecían de responsabilidad política y que la tendencia era solucionar los conflictos a través de la violencia. ¿Pero no fue positiva aquella revuelta popular de los liberales, que evitó la reelección de don Tomás para un segundo mandato?

A continuación renunció, y meses después murió de pena, más que de pulmonía, mientras que la tendencia de los cubanos a recurrir a la violencia política continuó manifestándose a través de todo el siglo XX, hasta llegar, lamentablemente, a una dictadura que lleva más de medio siglo.