jueves , 21 noviembre 2024

Envejecimiento poblacional en Cuba: Un mal que espera en la esquina.

La Habana | Cuba Sindical Press – Las autoridades cubanas reconocen la problemática del envejecimiento poblacional en la Isla, y su desfavorable impacto sobre los niveles y ritmos de crecimiento de la economía nacional, así como en el orden social.

Bajo las condiciones actuales, evadir esta situación o pensar en erradicarla no es la posición más acertada. Lo correcto sería diseñar e implementar una estrategia para enfrentar la existencia de una masa adulta que supera la capacidad productiva de bienes y servicios a la población económicamente activa.

Interesante sería develar las posibles causas del fenómeno, que no son del todo a decir del gobierno: resultado directo de la política de salud y la educación que ha alcanzado el país. Otros factores motivan de forma catalizadora en primera instancia este hecho.

El tema migratorio es sin dudas uno de los factores claves. La tensa situación económica, panorama habitual de la nación (agudizado tras el denominado “período especial”), unido al disfuncional sistema político, impulsa a los cubanos y cubanas a buscar fuera de su tierra oportunidades de trabajo que les permita alcanzar una estabilidad económica y las libertades políticas que todo ser humano requiere. Los más jóvenes constituyen el grupo de avanzada en esta difícil contienda, pero quien se aventura a ella prefiere asumir sus riegos que permanecer bajo las precarias condiciones en las que transcurre su vida en la Isla.

En el caso de las personas de mayor edad, varios factores limitan su movilidad migratoria. En primer lugar, la disminución de las capacidades físicas y mentales para desarrollar trabajos. El segundo elemento, de carácter subjetivo, apunta a la resignación ante la realidad.

La problemática de la contracción de los nacimientos de niños y niñas limita el crecimiento y la reposición efectiva y necesaria de la fuerza laboral. Vuelve el factor económico a desempeñar un papel determinante en esta situación. Las familias cubanas, sobre todo las más jóvenes, se ven ante la necesidad de limitar la constitución de un núcleo familiar debido a las carencias materiales.

El aumento de la esperanza de vida incide en la complejidad del problema. Y aunque el crecimiento de este indicador es la meta de toda sociedad, en el caso de la Isla –al igual que otros países que conviven con esta problemática– resulta una agravante al problema antes mencionado.

Por otro lado, el nivel cultural alcanzado por los cubanos también repercute significativamente en el número de hijos que proyectan tener. Hace algunos años, incluso bajo condiciones económicas más difíciles, las familias cubanas tenían un número mayor de hijos. En el presente, el cambio de la dinámica social, propia del desarrollo de la humanidad, hace que la mujer opte por priorizar su preparación y plantearse otros objetivos.

Al analizar la evolución histórica de la población residente por sexo (ver anexo No. 1), se aprecia que de forma general y hasta el año 2012 (con la única excepción de los resultados arrojados por el censo de 1899), existe una tendencia al crecimiento dentro de la población cubana. Según datos consultados desde el censo de 1774, la tasa promedio de crecimiento[1] asciende a 1,31. Por tanto hace más de 240 años la población cubana ascendía aproximadamente a 171 mil 620 habitantes y desde entonces este valor ha estado en ascenso, hasta el presente donde esta cantidad es 65,07 veces mayor que la censada en aquel entonces.

Otro aspecto de interés es el cambio en la composición por sexo de la población criolla. Desde el censo efectuado en 1899, se recoge la cantidad de hombres y de mujeres. En aquella temprana etapa, el 51,8% de la población estaba compuesta por hombres, mientras que las mujeres constituían minoría y representaban el 48,1%.

Este comportamiento se mantuvo por largo tiempo, incluso en el censo efectuado en 1931, cuando la población masculina alcanzó el 53,0%, el más alto registrado en la historia de Cuba. Sin embargo, la composición comenzó a variar desde ese mismo año, a tal punto que en el censo efectuado en 2012, el 50,1% de la población registrada eran mujeres. Según informaciones estadísticas publicadas (no censo), en los últimos 4 años registrados (2013, 2014, 2015 y 2016) el comportamiento ha sido similar, incluso se puede apreciar una ligera tendencia al incremento de la población femenina. Incluso las proyecciones realizadas por los especialistas de la Oficina Nacional de Estadística de Información (ONEI) indican que en los próximos 15 años el comportamiento será similar.

La estructura por edades de la población cubana desde 1907 hasta la actualidad (cierre de información correspondiente al año 2016) constituye una prueba cuantitativa del cambio experimentado por los habitantes de la isla (ver anexo No. 2). En la primera década del siglo XX la población en edad laboral ocupaba el 58,8% del total y apenas el 4,6% de la población sobrepasaban los 60 años. El relevo de la fuerza laboral activa, o sea los menores de edad, representaban el 36,6%, cifra que respaldaba objetivamente la continuidad a largo plazo de la actividad productiva y de servicios en el país.

El comportamiento serial de la estructura por edades de la población ha evolucionado de forma desfavorable. Aunque la población en edad laboral se incrementa hasta 5,0 puntos porcentuales, se experimenta un significativo incremento de los hombres y mujeres que superan los 60 años y más. Además, el grupo llamado a constituir el relevo de la fuerza trabajadora activa se contrae hasta un 55,0% con relación al primer valor registrado y, según proyecciones realizadas por los especialistas de la ONEI, el comportamiento de este fenómeno en los próximos 15 años se agudizará. Incluso con un elemento adicional que dinamiza esta situación y es el hecho de pronosticar una disminución significativa de la población en edad laboral, y el incremento del resto de los grupos que se encuentran bajo la responsabilidad económica de estos.

En el año 2016 la distribución de la población residente de acuerdo a grupos de edades (rango igual a 5 años), muestra cuantitativamente el fenómeno del envejecimiento tocando a las puertas de la nación (ver anexo No. 3). Los grupos o rangos de edades que preceden a aquellos que incluyen la población en edad laboral (entre los 18 años a los 60 años en el caso de las mujeres y 65 años para los hombres), presentan valores relativamente bajos, tomando en consideración la responsabilidad que estos grupos tienen de constituir el relevo de la fuerza laboral de la nación. Estos grupos apenas sobrepasan el 20,1% del total de la población, mientras que las personas mayores de 65 años representan el 14,5%. Debemos agregar que, en el caso de las mujeres, su etapa de retiro laboral se procesa a los 60 años, por tanto la cifra anterior es realmente un poco mayor.

Gráfico No. 1: Población residente por grupos de edades.

 

Fuente: Elaboración del autor a partir de los datos publicados en el Anuario Estadístico de Cuba, 2016.

Por lo tanto, aproximadamente el 60,0% de la población cubana se encuentra en edad laboral y de ella sólo el 65,2% constituye la población económicamente activa, o sea los hombres y mujeres que realizan una actividad económica de cualquier tipo. Esta situación incide de forma directamente proporcional en el incremento cuantitativo de la relación de dependencia[2]. Sobre los hombros de los que asumen la actividad laboral recae pues la responsabilidad (en ascenso) de sustentar las poblaciones incapacitadas para esta práctica, valor que en la isla se incrementa peligrosamente.

El valor de la relación de dependencia expresada por mil habitantes de 15 a 59 años de edad cerró en el 2016 con 564. La cifra en comparación con períodos anteriores está en clara elevación (ver anexo No. 4). Las provincias cubanas que presentan el valor más elevado, y por tanto una situación más difícil, son Villa Clara (610), Sancti Spíritus (585), Pinar del Río (583), Holguín (579), Guantánamo (575) y Santiago de Cuba (574).

A partir de estudios recientes, se ha proyectado para próximos períodos un incremento gradual y significativo de esta relación, incluso con valores nunca alcanzados. Por tanto, la situación reclama atención inmediata.

Desde el punto de vista financiero, los gastos erogados para afrontar esta problemática van en ascenso.

Al analizar los valores de los últimos 6 años, el valor cuantitativo del incremento asciende a 627,8 millones de pesos, resultado que, de acuerdo con las proyecciones realizadas y el escenario esperado, debe tender a un progresivo incremento a largo plazo.

Gráfico No. 2: Gastos del régimen de seguridad social.

U/M: Millones de pesos

 

Fuente: Elaboración del autor a partir de datos publicados por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) de Cuba.

Desde el punto de vista socioeconómico, varios son los retos que se han de afrontar para convivir armónicamente con esta problemática. En primer orden se ha de atender el aspecto económico que garantiza la subsistencia de esta población y quienes deben cargar con la responsabilidad de su manutención indirecta. Para ello, es imprescindible el incremento de la productividad del trabajo y la eficiencia en la producción y los servicios. Para lograrlo se pueden utilizar diferentes vías, pero sin dudas una de las más efectivas es la introducción de las nuevas tecnologías y la innovación.

Respecto al sistema nacional de salud, este debe promover el fomento y la promoción de la salud ocupacional, con el fin de prolongar la vida útil de la fuerza de trabajo.

En resumen, el factor económico se revela como el asunto transversal de la problemática.

Hoy es posible conocer el origen de los descalabros. Está identificada su evolución y no faltan propuestas para paliar la situación. Existen conclusiones acertadas y objetivas de la inminencia del fenómeno, pero no existe capacidad económica ni política efectiva para enfrentarlo.

[1] Esta tasa promedio de crecimiento se obtiene mediante la media de los valores de crecimiento de la población experimentados entre uno y otro censo.

[2] Se asumen la relación de dependencia de la edad como: la relación entre la población infantil y adulto mayor con respecto a la población adulta, y se calcula de la siguiente forma: RDE =  (J+V)/A * 1000. Donde: J (infantil): Población de 0 – 14 años; V (adultos mayores): población de 60 y más años y A (adultos): población entre 15 – 59 años.

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