jueves , 21 noviembre 2024
El presidente asignado, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, recorrió los pasillos de la VI Feria de Negocios.

Feria de ilusiones en los dominios del socialismo criollo

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – El mes pasado el Ministerio de Economía y Planificación de Cuba convocó a la VI edición de la Feria de Negocios, en los predios de Expocuba, el sitio donde se celebran este tipo de eventos, siempre acompañados de exhortaciones y compromisos, desde las más encumbradas figuras del poder, a dar el salto definitivo hacia el desarrollo sostenible, entre otros propósitos no menos loables y necesarios, pero a la postre olvidados entre un mar de indolencias y torpezas.   

Por allí estuvo el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros Miguel Díaz-Canel, con su acostumbrada batería de observaciones esperanzadoras, respecto a un inminente cambio de dinámica de la economía nacional, empantanada en los terrenos de la ineficiencia por decenas de factores, básicamente internos y causados por la tozudez política e ideológica de la vieja guardia del partido.

El mandatario cubano, según reflejó la versión digital del semanario Trabajadores, “destacó las potencialidades productivas, de sustitución de importaciones, encadenamientos, nuevos desarrollos y de exportaciones”.
Por otro lado, llamó a priorizar la eliminación de las trabas burocráticas que impiden el desarrollo.

Las expresiones del mandatario designado por Raúl Castro, hay que verlas como parte de un ciclo retórico con escasa incidencia en una realidad montada sobre los ejes doctrinales del Estado-partido, todavía sujetos a los manuales del marxismo-leninismo.

Es obvio que los cambios económicos autorizados por el general de ejército en el período que asumió la presidencia del país (2008-2018), terminaron diluyéndose en los intereses del reducido grupo de poder, del cual él continúa siendo el líder, que persiste en conservar intacta la vieja mentalidad del ordeno y mando. Algunos pensaron en la paulatina estructuración de una copia del modelo chino, pero la realidad, echó por tierra tales previsiones.

Una breve ojeada a las reformas promovidas en el llamado período raulista, indica una aplicación parcial y sin las debidas articulaciones para una funcionabilidad aceptable.

Por ejemplo, el Decreto-Ley 300 autorizó la entrega de tierras ociosas en usufructo con la intención de reducir las importaciones de alimentos, sin embargo, aún se continúan importando grandes volúmenes de productos, cuyas erogaciones monetarias se mantienen cercanas a los 2000 millones de dólares anuales.

Entre el 2008 y el 2015 se entregaron un total de 1,7 millones de hectáreas a unas 200 000 personas y el desabastecimiento, la pésima calidad de las ofertas y los altos precios, dan fe de un soberano fracaso.

En cuanto a la reducción de las abultadas plantillas en el sector laboral –controlado por el Estado– mediante el consentimiento del trabajo autónomo, medida que entró en vigor en noviembre del 2010 con la autorización para el ejercicio de 178 actividades, ampliada, en la actualidad, a más de 200, se puede observar que el fiasco es rotundo e imposible de ser superado si no se derrumban los muros de las prohibiciones absurdas, los impuestos excesivos y la falta de un mercado mayorista.

Un número indeterminado de trabajadores por cuenta propia han entregado sus licencias a raíz de las difíciles condiciones para lograr un mínimo de rentabilidad. La mayoría de los que se mantienen activos están obligados a acudir a las vías de aprovisionamiento que facilita el mercado negro.

Es una pena que la irracionalidad del tímido y segmentado plan de transformaciones haya contribuido a que las redes de corrupción continúen extendiéndose en todos los estratos sociales. ¿Es real el interés del gobierno en que la población tenga las herramientas para superar los límites de la miseria? La actuación del liderazgo comunista demuestra lo contrario.

Las palabras del viceministro primero de Economía y Planificación, René Hernández, en la inauguración del recinto ferial, refrendan la palabrería que brota de la boca de los altos funcionarios acostumbrados a la práctica de esas poses ceremoniales condenadas a disiparse como volutas de humo en medio de la indiferencia y los reconcomios que habitan en los barrios y ciudades de todo el país.   

El alto funcionario dijo que ese era un “espacio para que los actores de la economía promovieran sus ofertas, conocieran su mercado, exploraran nuevas oportunidades e identificaran otras potencialidades”.

Sin palabras.