jueves , 21 noviembre 2024

Festejos por los avances de la “Reinvolución”

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – El arribo a los 61 años del triunfo de la “reinvolución” cubana en este 2020 ha demostrado que nuestro socialismo es próspero, sostenible y democrático. El hecho de que en sólo seis décadas hayamos alcanzado un desarrollo similar a la época Precolombina, denota los esfuerzos por venerar, como símbolo de continuidad, la impronta legada por nuestros ancestros aborígenes.

Que hoy podamos mostrar a este mundo desequilibrado por el neoliberalismo y la tecnología los avances en materia del uso de hierbas medicinales, una transportación alternativa, ecológica, sin humo que contamine la atmósfera, y una alimentación orgánica distante de pastas, adobos y hamburguesas, es gracias a que en Cuba “pensamos como país”, y si nos dejan “vamos por más”

De ahí que durante los festejos por el triunfo de esta constante “reinvolución”, en que los líderes pidieran a la población que celebraran como si el tiempo hubiera retrocedido seis lustros atrás, se suplieran con teas los fuegos artificiales, sonaran trompetillas en lugar de tambores y se hiciera silencio antes que bullicio frente al avestruz asado en sustitución del “tradicional” lechón.

Si, porque fue un éxito ver como en el hato Bayamo-Yara-Manzanillo, y en el cacicazgo de Santiago-Palma Soriano y Bungo Dos, cientos de indígenas agradecidos se aglomeraban frente a un asador y disputaban a codazos y dentelladas; unos, el pescuezo del avestruz, y otros la cola de la iguana que se doraban sobre el carbón, como regalo de los caciques a sus huestes tribales.

Pero lo más impactante de la celebración fue la feria de oportunidades político-cultural, donde el Behique o brujo de la tribu, con taparrabos verde olivo, sandalias chinas “me cago en diez” y flechas rusas en el carcaj, anunció a través de una caracola roja que lo alcanzado no será nada comparado con lo que vendrá, y tiró la primera flecha para inaugurar el Areíto La Coa de Canel.

El cacique de la región, algo pasado de peso y de alcohol, hizo entrega de El Taparrabo de Oro al indígena más destacado en la producción, quien con gran inventiva sustituyó el pan por casabe, el keroseno por marabú y la leche de los indiecitos por guarapo y pru, dándole un aire de auténtica identidad nacional a los productos normados por la libreta de racionamiento en la comunidad.

Sin embargo, lo que más llamó la atención en estos festejos por las nuevas victorias de la reinvolución fue la exposición del nuevo parque de vehículos de tracción animal, con sus carretas Guarina, las yuntas de bueyes todoterreno Hatuey, y las arrias de mulos sin retroceso Guamá, toda una promesa para los transportistas del país, pues no tendrán que preocuparse por el combustible, las piezas de repuesto, el precio de las gomas, ni cuántos baches tiene el terraplén.

Otra muestra que también despertó alborozo entre los indígenas reunidos para los festejos fue el surtido Stan de la nueva farmacopea cubana HierbaFam, encargada a partir del presente año de garantizar los medicamentos para las enfermedades endémicas del país, con raíces para saciar el hambre, hierbajos y bejucos que en cocimientos alivian la tos, regulan la obsesión por huir del país, los deseos de robar o prostituirse, y mágicos emplastos contra la ceguera de la población.

Además, el elevado nivel de las ofertas gastronómicas para la ocasión dejó bien claro que en Cuba sí se puede comer, y bien, sin pertenecer al Consejo de Ministros o al Comité Central, como demostraron las iguanas al pincho con sal, pescuezo de avestruz al alimón, jutías a la bandolera, estofado de Cui-Cui en salsa de calcañal de indígena al sopor, entre otros platos exquisitos de la nueva cocina revolucionaria cubana, a sólo seis décadas de la entrada de los bárbaros al país.

En cuanto a las bebidas, elixires y esencias que hicieron las delicias de quienes empinan el codo más de lo normal, se ofertaron los rones de la Empresa Alcoholifanes S.A. con marcas del prestigio de Pisotón de Mamut, Salta Patrá y Jim de la Selva, entre otros de la solera Havana Fu, así como el elixir Crema de Cola de Cocodrilo, la esencia Trino de Yaguasín, y el vino Voy Abajo, Comandante.

La fiesta de fin de año, amenizada por la agrupación musical Rumbo Equivocado, la camerata Escasez Eterna, Los números que no dan la cuenta, del ilusionista Murillo, los elevados falsetes del dúo Díaz-Canel, el cuerpo de baile de Villa Marista -con la coreografía de Gladys Begerano-, la dirección escénica a cargo de Machadito y la general de Gil Fernández, fue un rotundo exitazo.

Hoy el imperio se retuerce de indignación y envidia frente a su nuevo fracaso al no poder impedir con sus sanciones los ríos de alegría y aguas albañales en los que chapotea la isla; el cúmulo de alimentos por buscar que nos dejó el viejo año, y sobre todo, la unidad que como un juego de yaquis tirado al azar, muestran los cubanos en torno a los alicaídos revuelos de su insigne partido.

Eso se los aseguro yo, Nefasto El aborigen. | vicdomínguezgarcía55@gmail.com