Maykel González Vivero | Santa Clara | El Central y el América, dos hoteles de Santa Clara, han admitido pérdidas económicas en los primeros meses de 2018 por baja ocupación de sus instalaciones, lo que atribuyen a la competencia de los hospedajes privados.
A pesar del incremento de visitantes en el tercer polo turístico cubano, las administraciones de ambos establecimientos villaclareños lamentan numerosas dificultades para cumplir con el plan de ingresos correspondiente a este año, según el periódico Trabajadores. La más decisiva sería la vecindad de los hostales.
Los cuentapropistas poseen «una clientela asidua», asume la publicación oficial, y además «no tienen que regirse por las normas establecidas para la empresa estatal socialista».
«Estamos obligados a competir», dijo Jorge Hernández, jefe gastronómico de estos hoteles, en reunión con funcionarios de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), único sindicato legal en la Isla.
En la provincia de Villa Clara están registrados más de 400 hostales, la mayoría en Santa Clara, a pesar de los esfuerzos del Ministerio de Turismo para posicionar a la colonial Remedios como destino citadino.
Algunos de estos emprendimientos han ideado estrategias de imagen tan exitosas como la de Amarillo, Bed and Breakfast, que gestiona Saily González y suele presentar a sus clientes en calidad de «primer alojamiento gay friendly de Santa Clara».
Lo declaramos así «por razones comerciales», contó Saily a medios cubanos alternativos sobre el hostal, a pocas cuadras del decaído hotel Central. La emprendedora no se conforma con brindar hospedaje y aspira a «posicionarse como un lugar con servicios únicos en el mercado».
Quizá la diferencia entre la gestión privada y los hoteles regidos por «la empresa estatal socialista» se halle en el ingenio de los pequeños empresarios para construir un producto más personal, ajustado a las necesidades específicas de sus clientes en una ciudad con escasos atractivos urbanos y paisajísticos.
«La razón principal para visitar Santa Clara es una tumba», dice Yunier, en alusión al mausoleo del Che Guevara. El joven, graduado universitario, colabora en la administración del hostal de sus padres. «Si no te esmeras —explica— los clientes siguen el camino al día siguiente de haber llegado».
Frente a estas certezas de la competencia, los administradores del Central y el América han optado por «ampliar las ventas en los dos desayunadores» y promover el uso de sus instalaciones para «actividades nocturnas, eventos, bodas, quince», entre otros recursos convencionales.
En junio de 2017, un costarricense escribió en la web de TripAdvisor que el América garantizaba «una buena estadía», pero se quejó de la «pésima imagen» de las recepcionistas dormidas en el vestíbulo. «También me parece absurdo —añadió— que cobren por la caja de seguridad».
El Central, a su turno, ha sido criticado porque reabrió hace menos de un año con el portal cerrado a los peatones. Los inversionistas violaron las disposiciones patrimoniales y la decisión fue calificada por la prensa local de «lamentable error en nombre del turismo».
Con el frente vedado para los transeúntes y la mudanza forzosa de una parada de ómnibus, el Central parece aislarse de la ciudad en una operación acaso contraproducente para la aspiración de los visitantes que desean participar de la vida cotidiana.
El éxito de la competencia frente a estos establecimientos de Santa Clara probablemente no afectará a los dos hoteles que construye el Grupo Cubanacán en Sagua la Grande, el destino turístico más joven del país.
El Gran Hotel Sagua y el Palacio Arenas, sendos cuatro estrellas, serán promovidos en la próxima Feria Internacional de Turismo Cuba 2018 con la «ventaja» de carecer de competencia privada desde que el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social dejó de emitir licencias para alojamientos en agosto pasado.