La principal razón del descarrilamiento del sector no estatal es el volumen financiero de mipymes, fuera del control del régimen.
Miami (Emilio Morales/DDC) – La ofensiva del régimen cubano contra las MIPYMES es el nuevo episodio de contención del emprendimiento en Cuba. La historia se repite una vez más, quedando claro que al castrismo no le interesa en absoluto un cambio de modelo que ponga en riesgo su permanencia en el poder.
Cada vez que surge una reforma que implique al menos una ligera apertura del mercado, termina siendo descarrilada a toda prisa, como ocurrió en 2016, cuando en pleno deshielo con EEUU el régimen cubano abortó súbitamente las reformas para detener de un golpe el movimiento de crecimiento y expansión de emprendedores que se estaba viviendo en la Isla, y que ya sobrepasaba la cifra de 600.000 personas con una licencia para ejercer el trabajo por cuenta propia (TCP).
La última aberración aplicada por el régimen es el anuncio de un Instituto Nacional de Actores Económicos no Estatales (INAENE), una entidad que ha sido creada para estatizar el naciente y torcido movimiento de MIPYMES y el resto de las denominaciones definidas como «sector no estatal».
Todo indica que para el régimen cubano no es suficiente la crisis multisistémica que enfrenta, que ha llevado al país a una bancarrota total, y que además ha generado la migración de más de 1,87 millones de personas en los últimos tres años. No le es suficiente haber destruido la matriz energética del país y su industria azucarera. Tampoco le es suficiente haber llevado a la pobreza extrema a más del 90% de la población, haber elevado la inflación en más de 1.400% y haberse quedado sin líneas de créditos por ser mal pagador. Cualquier intento de cambio interno en la economía que signifique autonomía financiera para los ciudadanos o represente un peligro competitivo para las empresas estatales, sobre todo para GAESA, es abortado sin reparo, no importan las consecuencias. El objetivo principal es mantener el poder.
La irrupción de las MIPYMES en la economía cubana, a pesar de no ser un movimiento de libertad económica, ni tampoco desarrollarse en un ambiente de mercado con incentivos y condiciones que permitiesen el real desarrollo de un sector privado, se convirtió en un verdadero dolor de cabeza para el régimen cubano, toda vez que el movimiento de MIPYMES, a pesar de sus limitaciones, significó en la práctica una competencia peligrosa para GAESA. La principal razón de este calculado descarrilamiento ha sido el volumen de la actividad financiera de las MPYMES, el cual está totalmente fuera del control del régimen y de sus bancos.
La nueva mordaza al emprendimiento profundizará aún más la actual crisis
Las nuevas medidas anunciadas para intentar controlar las formas de producción no estatal realmente son draconianas. Esta vez la innovación del régimen en el terreno económico ha llegado lejos. En realidad, es un verdadero asesinato a mansalva del emprendimiento ciudadano y la confirmación de que el sistema continúa gestando su propia involución, que, sin lugar a duda, contribuirá a la profundización de la pobreza en el país y el aumento de la emigración. Su colofón ha sido la creación del mencionado INAENE y la prohibición de 125 actividades económicas para ejercer en el sector privado.
La nueva cruzada contra el emprendimiento ha sido materializada legalmente a través de seis decretos-leyes, dos decretos del Consejo de Ministros y 11 resoluciones. Estos instrumentos legales establecen que a partir de la entrada en vigor de estas medidas los socios de una MIPYME deberán ser cubanos con residencia efectiva, lo cual mata toda posibilidad de la participación de los cubanos residentes en el exterior. En otras palabras, han sepultado de un golpe la principal fuente de financiamiento externa que puede tener el sector privado en la Isla: los exiliados cubanos. Han cerrado toda posibilidad de inversión a los cubanos que viven en el exterior. Sin duda, una muy mala noticia para quienes empujaron el movimiento de MIPYMES desde EEUU haciendo tremendas campañas de lobby que incluían varias prebendas al régimen cubano, entre ellas la petición de sacar a Cuba de la lista de Estados que patrocinan el terrorismo. Este es el premio a la ingenuidad de quienes en el exilio y en la Administración Biden se desgastaron en empujar un visible carretón sin ruedas.
Las nuevas medidas dejan muy claro que el sector privado nunca tendrá un rol relevante en la economía cubana bajo el comunismo; su papel en el desarrollo de la economía del país será el de un «actor complementario», como ha sentenciado el Gobierno cubano. En el paquete de demolición del emprendimiento se incluye una fuerte regulación de precios para las MIPYMES, que abarca tope de precios, tope de margen de ganancia y obligatoriedad del uso de los canales digitales de pago establecidos por el Gobierno a través de una cuenta fiscal. A quienes no cumplan con estas regulaciones se les cerrará el negocio e incluso podrían enfrentar la cárcel. A partir de ahora, las MIPYMES perderán su autonomía para establecer los precios a los productos y servicios que ofertan, y tendrán que regirse por las normas de precios establecidas por el Ministerio de Finanzas y Precios.
Para rematar, todas las MIPYMES serán controladas a partir de ahora por el INAENE. Además, se eliminan los incentivos a las MIPYMES, como la exención de impuestos en su primer año de funcionamiento. También se elimina la exención de pagos para trabajadores por cuenta propia (TCP) en los tres primeros meses que realizan operaciones. Por otra parte, a las MIPYMES se le agregará una nueva carga impositiva municipal con el objetivo de «contribuir al desarrollo sostenible de los municipios».
Será muy difícil que el sector no estatal sobreviva a este cerco. Muchas MIPYMES tendrán que cerrar sus operaciones, al igual que cientos de TPC tendrán que entregar sus licencias. Las consecuencias de este disparate se sentirán pronto en el bolsillo de los cubanos, y se harán visibles en el incremento del desabastecimiento de productos en el mercado. Por otra parte, continuará la descapitalización de la fuerza laboral en el país, pues la emigración seguirá fluyendo como una hemorragia imparable.
¿Existe un sector privado en Cuba?
Desde que se implementó la Ley de MIPYMES, un mes después de las protestas del 11 de julio, quedaba claro que era una jugada del régimen para aplacar la protesta ciudadana y el descontento popular, además de una forma de intentar buscar créditos en el exterior, ya que el régimen cubano se había quedado sin líneas de créditos por no cumplir los pagos de la deuda externa con los acreedores. Las limitaciones y los controles bajo los cuales se permitían crear las MIPYMES así lo demuestran.
Tres años después de ser aprobada la Ley de MIPYMES, según las estadísticas publicadas por el Gobierno cubano, se han registrado alrededor de 10.500. En la práctica, no se sabe cuántas de ellas están realmente operando en el mercado. En realidad, es un numero pequeño de empresas si lo comparamos con los países de América Latina, quienes como promedio tienen mas de un millón de MIPYMES cada uno.
Llama la atención que solo 73 empresas de las 10.500 registradas tienen licencia para importar productos. Recientemente el Gobierno le retiró la licencia a 24 de ellas, por lo que ahora solo 49 conservan la licencia para importar productos. Esto significa que el resto de las MIPYMES son empresas revendedoras de productos, el 99,54% del total.
Cabe preguntarse entonces quiénes son los dueños de esas 49 MIPYMES que tienen el privilegio de tener una licencia para importar productos. Probablemente, una buena parte de ellas son de GAESA o de testaferros asociados a la cúpula del poder. Viendo esta realidad, ¿cómo es posible que las autoridades estadounidenses, expertos y académicos que habitualmente analizan el mercado cubano hablen de la existencia de un sector privado en la Isla? El sector privado sencillamente no existe en Cuba, y el que no lo quiera aceptar se engaña a sí mismo y a los demás.
Llama la atención que en el mismo período que se registraron alrededor de 10.500 MIPYMES se marcharon del país 1,87 millones de cubanos. Con esta realidad podría interpretarse que la Ley de MIPYMES no ha contribuido a frenar la descapitalización humana el país, pues su poco atractivo ha hecho que se mantenga claramente la preferencia de los cubanos por irse y probar suerte en otra parte, antes de usar la alternativa de invertir en una MIPYME en la Isla.
Los pocos que decidieron apostar por las MIPYMES ya sienten el rigor del «capitalismo a la cubana»: un mes después de implementado el tope de precios y el margen de ganancias a las MIPYMES, varios de los productos afectados por la medida (leche en polvo, pollo, aceite, salchichas, pasta alimenticia y detergente en polvo) han desaparecido de su listado de ofertas. Ahora la población solo tiene la opción de comprarlos en las tiendas de GAESA a un precio superior al que era ofertado en las MIPYMES. Sin duda, la medida funcionó para GAESA.
Conclusiones
El régimen cubano acaba de cometer otro garrafal error estratégico en el manejo de su empobrecida economía, al comenzar un proceso de estatización del sector no estatal, apenas tres años después de haber implementado la Ley de MIPYMES. Como si no fuera suficiente el lastre que ya representa para la economía del país el estado en ruinas y bancarrota en el que se encuentra todo el tejido empresarial estatal socialista en todos sus sectores y que tiene sumido en la pobreza y la miseria a todo la población, intentar estatizar lo que funciona más que un disparate es un suicidio económico y político.
La creación del INAENE no contribuirá a sanar el caos financiero creado por las medidas económicas implementadas en el pasado reciente (Tarea de Ordenamiento Monetario, las tiendas MLC, el mercado cambiario) y que dieron lugar a la crisis multisistémica que hoy enfrenta el país. En todo caso, aumentará la pobreza, el desabastecimiento de productos en el mercado, la inflación, el descontento social, la emigración y espantará aún más la inversión extranjera.
Mientras tanto, los apagones, la falta de medicamentos, alimentos, de transporte y agua potable siguen golpeando con crudeza a los cubanos. A esto hay que sumar el azote de las epidemias de dengue y oropouche, presentes en las 15 provincias del país, y la falta de higiene en las calles de las ciudades cubanas, abarrotadas de basura en todos sus barrios.
La vida se ha convertido en un eterno infierno para los cubanos sin que se visualice en el horizonte un ápice de esperanza para salir de esta crisis. Todo indica que el régimen ha perdido totalmente la brújula de cómo reinventarse. Para los cubanos quedan solo dos caminos: aceptar y adaptarse a la involución del sistema hacia un proceso de haitinización o intentar salir del régimen que los oprime.