La CTC anunció que apoya la desprotección de los trabajadores suspendidos que no admitan las ofertas de reubicación del régimen.
La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – Uno de los principales efectos de la pandemia del coronavirus ha sido el cierre de numerosos centros de trabajo en todo el país, con la consiguiente declaración de “interruptos» (trabajador que queda sin trabajo y percibe temporalmente un tanto por ciento salarial) a esos colectivos laborales.
Desde el primer momento, las autoridades indicaron la reubicación de la mayoría de esos trabajadores, especialmente en ocupaciones que fuesen de interés para el gobierno. Y no hay faena en estos tiempos que resulte de mayor interés para los gobernantes que la agricultura.
No hace mucho, el presidente Díaz-Canel declaró que los cubanos debían acostumbrarse a vivir de la agricultura, y por tanto hacia ese sector debían ir las principales inversiones y también la fuerza de trabajo. Acto seguido, el segundo hombre del gobernante Partido Comunista, José Ramón Machado Ventura, informaba que en breve se les darían las indicaciones a las autoridades provinciales para que comenzaran las movilizaciones masivas hacia las tareas agrícolas.
Incluso no faltan criterios de que las autoridades retardan la vuelta a la normalidad pos pandémica con el objetivo de que más trabajadores sean reubicados en la agricultura debido a la no reapertura de sus centros de trabajo.
Durante una reciente Mesa Redonda de la televisión cubana, la ministra de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó, informó que un total de 5 mil 101 trabajadores permanecían “interruptos” en sus casas sin recibir ningún tipo de garantía salarial. ¿El motivo? Pues que no habían aceptado las ofertas de reubicación que les habían sugerido. No es difícil imaginar que dichas ofertas tuvieran que ver con labores agrícolas, las cuales se tornan tormentosas en medio de las altas temperaturas que hemos estado padeciendo en esta primavera.
Esos trabajadores y sus familias han quedado totalmente desamparados. ¿Qué podrían realizar para no morirse de hambre? Por supuesto que no pueden acudir a la venta de algún tipo de mercancía o propiedad, ya que las autoridades los juzgarían, multarían o en el peor de los casos los encarcelarían por la práctica de una actividad económica ilícita –una acción policial que por estos días de coronavirus se ha vuelto cotidiana, con amplia cobertura informativa de la televisión como para atemorizar a cualquier ciudadano, incluso a aquellos que cuentan con licencia para ejercer el trabajo por cuenta propia.
Entonces, ante tamaña desprotección, es probable que algunos trabajadores hubiesen pensado en acudir a los sindicatos oficialistas con tal de resolver su situación.
Sin embargo, para los que imaginaron esa posibilidad, unas declaraciones del secretario general de la oficialista Central de Trabajadores de Cuba (CTC), Ulises Guilarte de Nacimiento, pueden haberles caído como el clásico “jarro de agua fría”.
Porque el mandamás de la CTC acaba de declarar que “si hay menos actividad, el sindicato no puede defender que las personas ganen sin trabajar, y ahí se refuerza una de nuestras misiones, porque representar en el socialismo también es representar los intereses de la Revolución” (periódico Trabajadores, edición del lunes 18 de mayo).
Es decir, que el señor de Nacimiento apoya a las autoridades en la desprotección de los trabajadores suspendidos que no admitan las ofertas de reubicación propuesta por el gobierno. Todo lo contrario a lo que debía hacer –y hace en la mayoría de las naciones– un dirigente sindical.
Lo sucedido no es más que una nueva muestra del papel que cumplen los sindicatos oficialistas en una sociedad como la cubana. Ellos no representan a los trabajadores. Solo sirven para movilizarlos en aras de cumplir las directivas gubernamentales. Si se trata de representar –y ya lo dijo el propio Ulises–priorizan los intereses de la maquinaria del poder.