La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – Las recientes argumentaciones del secretario de la Confederación Francesa Democrática de Trabajadores (CFDT) Mariano Fandos a una carta enviada por Gilda Chacón Bravo, quien se desempeña en la secretaría de Relaciones Internacionales de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), puso una vez más de manifiesto el rechazo –de tintes fundamentalista, que prevalece dentro de la única organización sindical permitida en la Isla– al ejercicio de los derechos humanos, en este caso el relacionado con la libertad para que los trabajadores puedan organizarse al margen del Estado, y por otro lado, el irrestricto apego a los valores democráticos del representante de la entidad del país europeo.
La renuencia del funcionario a participar en una campaña internacional promovida por la Confederación Sindical Internacional (CSI), vinculada al venidero 1 de mayo, al enterarse de la participación de la CTC, fue el detonante de una respuesta plagada de alusiones ofensivas y razonamientos que buscan legitimar el exclusivismo del sindicato oficialista que es parte indivisible del poder establecido en Cuba por el partido comunista desde que llegó al poder en enero de 1959.
El señor Fandos, con un lenguaje sosegado y sin ambages, puso en contexto la importancia del pluralismo y el respeto a las libertades fundamentales para alcanzar una funcionalidad realista de los gremios sindicales en todo el mundo, algo que la élite de poder en Cuba, de la cual es parte el secretario general de la CTC, persiste en catalogar como un pensamiento burgués y estrechamente ligado al llamado neoliberalismo, un término que la izquierda usa comúnmente para estigmatizar el capitalismo, sin detenerse en los diversos modelos que existen en el mundo basados en la economía de mercado, el pluripartidismo y la institucionalidad de la sociedad civil.
Su función es autentificar a toda costa unas estructuras de poder que mantienen a los trabajadores bajo condiciones de semi-esclavitud y sin opciones para tan siquiera un alivio.
Una leve protesta, individual o colectiva, por los bajos salarios o los pésimos ambientes laborales, suele convertirse en una pesadilla. Existe un margen para canalizar ciertas demandas, pero rara vez llegan las soluciones.
Las consignas patrióticas y la lucha contra el embargo estadounidense constituyen parte del blindaje ideológico que anula o minimiza el efecto de las críticas.
La aptitud del señor Fandos indica que los apoyos internacionales a la dictadura van declinando, a pesar de los recursos que se invierten tanto en publicidad como en garantizar los soportes diplomáticos.
En medio de las abiertas connivencias, los silencios cómplices y las vacilaciones a la hora de señalar las fallas del sistema de mando centralizado –pieza central del bloqueo interno y ahogo de las fuerzas productivas–, surgen voces que merecen ser destacadas en el ámbito sindical democrático.
Esta vez, desde Francia, llega un espaldarazo a las agrupaciones sindicales independientes, que insiste en llevar adelante sus agendas de cambio, más allá de los sostenidos episodios de censura, que incluyen detenciones, multas, actos de repudio y cárcel.
El sindicalismo libre es uno de los objetivos a alcanzar en la larga lucha por redefinir los pilares de la nación cubana.
Debe quedar claro, que sin una verdadera emancipación de las fuerzas productivas no hay desarrollo sostenible.
Los funcionarios de la CTC persisten en defender lo indefendible.
El socialismo cuartelero no tiene futuro, a no ser en las monsergas que aparecen a diario en los periódicos y los noticiarios.
Gracias, señor Fandos.