La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – El periódico Granma ha dado a conocer, con bombo y platillo, que el 81,9% de los trabajadores por cuenta propia en el país pertenecen a los sindicatos de la oficialista Central de Trabajadores de Cuba (CTC). En el artículo “El sindicato, apoyo para el trabajador cuentapropista” (edición del 24 de mayo), el órgano oficial del Partido Comunista asevera que “desde la ampliación de esta modalidad en el 2010, ha sido interés de la CTC acompañarlos, apoyarlos y protegerlos”. Como veremos más adelante, el verdadero interés oficialista ha sido otro.
Es de destacar que en este caso la relación trabajador-sindicato no es la habitual. Aquí la iniciativa no parte de los cuentapropistas, sino de las autoridades sindicales –que es como si dijéramos gubernamentales–, las cuales visitan a los cuentapropistas en sus lugares de labor, e incluso en sus hogares con tal de reclutarlos para los sindicatos.
Una vez captados por la CTC, a muchos cuentapropistas les ha parecido lógico constituir sindicatos formados únicamente por ellos. Sin embargo, esa posibilidad ha sido bloqueada sistemáticamente por los mandamases de la referida central sindical.
Veamos lo que planteó al respecto –en el mismo artículo de Granma– el señor Rodolfo Jiménez, funcionario de la CTC: “Se ha valorado la posibilidad de un sindicato único para los trabajadores por cuenta propia, pero la práctica ha demostrado que es más factible atender las demandas de cada trabajador por especialidad. La Central tiene creados 16 sindicatos que organizan a los trabajadores no estatales por las actividades económicas que desempeñan: gastronómicos, arrendatarios, artistas, usufructuaros…”
O sea, que la CTC ha incorporado a los cuentapropistas a sindicatos mixtos, formados también por trabajadores estatales, lo que indudablemente resta espacio a las demandas de los trabajadores del sector no estatal. Entonces queda claro que el objetivo principal de los gobernantes cubanos al sindicalizar a los cuentapropistas no es acompañarlos, apoyarlos ni protegerlos, tal y como no se cansan de pregonar, sino hallar la manera de controlarlos mejor. Evidentemente, el fantasma del sindicato independiente Solidaridad, que contribuyó a la caída del comunismo en Polonia, les quita el sueño a los sindicaleros oficialistas.
Hay temas en los que, si de veras la CTC quisiera actuar para proteger a los cuentapropistas, podría comenzar a trabajar de inmediato. Uno de ellos es la seguridad social, una esfera donde los trabajadores por cuenta propia resultan discriminados, y en la que el desconocimiento de las leyes por muchos funcionarios intermedios dificulta sobremanera la atención a recibir.
Resalta el tratamiento diferente que reciben los trabajadores estatales y los cuentapropistas en los casos de enfermedad común. Los primeros comienzan a ser subsidiados a partir del cuarto día de su enfermedad, mientras que los segundos deben esperar seis meses después de la presentación del certificado médico para recibir el subsidio de la seguridad social.
Con respecto al desconocimiento de los funcionarios, en fecha reciente trascendió la denuncia de un cuentapropista de la localidad avileña de Morón, el cual fue a presentar su jubilación al cumplir los 65 años –edad de jubilación para todos los hombres cubanos, con independencia del sector donde laboren–, y se encontró con que los funcionarios de la Dirección de Seguridad Social de ese territorio se aferraban al criterio de que debía esperar hasta los 67 años.
Sin embargo, la CTC no parece preocuparse mucho por estas cosas. Lo suyo se circunscribe a que los cuentapropistas paguen puntualmente los impuestos, y que declaren suficientes ingresos personales en las Declaraciones Juradas para no contrariar a la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT). Y por supuesto, como tarea fundamental, la CTC se encarga de trasmitirles el mensaje ideológico proveniente de las altas esferas del poder.