La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – Si la dignidad es la “cualidad del que se hace valer como persona, se comporta con responsabilidad, seriedad y con respeto hacia sí mismo y hacia los demás y no deja que lo humillen ni degraden”, según el diccionario VOX, ¿de qué habla la Declaración del Ministerio de Salud Pública de Cuba, emitida ante la decisión tomada por Jair Bolsonaro sobre los “colaboradores” cubanos que forman parte del proyecto Mais Médicos para Brasil, instaurado por Dilma Roussef?
No dudo de la responsabilidad de los médicos cubanos ni del respeto hacia los demás –sobre todo si son extranjeros–, pero, en cuanto al que se deben a sí mismo y no dejar que los humillen o degraden, es otra historia. ¿Se respeta a sí mismo quien firma por necesidad un contrato donde otros deciden el monto del salario a cobrar y las condiciones en las que ha de realizar su trabajo?
¿Acaso no es degradante y humilla ser despojado de más de la mitad del salario generado por sus servicios en otro país, o estar sujeta su permanencia en la misión a los devaneos políticos y al condicionamiento ideológico impuestos por el Estado patrón cubano a quienes cumplen labores en el exterior, como si en lugar de profesionales de la salud fueran soldados en zafarrancho?
Resulta conocido que para la mayoría de los profesionales cubanos la necesidad manda, pero de ahí a que la precariedad económica personal los compulse a convertirse en voceros ideológicos de quienes los explotan, no les permiten viajar con sus familiares a una misión en el exterior y, además, los alejan de sus pacientes de la Isla para obtener bienes materiales y un salario que aún reducido a menos de la mitad supera veinte veces al que obtienen en Cuba, nada tiene de digno.
Por todo eso y otras cuestiones disimuladas bajo el tapete humanista que tiende Cuba sobre las “misiones” internacionalistas –ya sean médicas, deportivas o culturales–, es que lo expresado y la decisión tomada por Bolsonaro respecto a la solidaridad y el supuesto altruismo revolucionario, no son ofensas contra los colaboradores cubanos, sino un rasgón del antifaz de quien los esclavizan.
Según las sudoraciones éticas, los rubores morales y la indignación patriotera de los voceros del régimen y algunos de sus beneficiarios en el exterior, el fascista, homófobo, racista y misógino Jair Bolsonaro –quien pese a todos estos calificativos peyorativos ganó las elecciones a los “angelitos” del Partido de los trabajadores de Brasil–, calificó a los colaboradores cubanos como esclavos.
Pero la realidad es que Bolsonaro sólo se hizo eco de un informe presentado por la Walk Free Foundation, en el que se denuncia como “esclavitud moderna” las condiciones de trabajo de los profesionales cubanos, bajo el concepto de que “cualquier situación de explotación que una persona no puede abandonar a causa de amenazas, violencia, coerción, abuso de poder o engaños”, se considera hoy un trabajo esclavo.
¿O es que acaso puede un médico cubano negarse a cumplir una misión en el exterior orquestada por el Estado sin tener que pagar las consecuencias de su falta de compromiso con la revolución? ¿Alguno de los profesionales ha reclamado la entrega completa de su salario o que les permitan llevar sus hijos y pareja a la misión? Seguro que no. Es mucho el miedo y ventajoso el autoengaño.
De acuerdo con la declaración, las modificaciones anunciadas por el electo presidente de Brasil al Programa Mais Médicos, concertadas entre la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Ministerio de Salud de Brasil, más el Convenio de Cooperación entre la OPS y el MINSAP, son ofensivas e inadmisibles para la permanencia de los colaboradores cubanos en el Programa.
Sin embargo, y más allá del trasfondo político que puede tener la decisión, las modificaciones propuestas por Bolsonaro, entre las que sobresale la obligación de aprobar el Examen Nacional de Convalidación, es aplicado a todos los médicos extranjeros y a los brasileños que se gradúan en el exterior, de los que sólo aprueban un 10 por ciento y pasan a ser parte del Programa Mais Médicos para Brasil, según estudios e investigaciones sobre el tema realizadas en el 2016.
En cuanto a las exigencias de realizar contratos individuales a cada profesional cubano, así como pagarles de forma directa e integra el salario acordado con el trabajador, más que un ejercicio mercantil, como denuncian las autoridades cubanas, es un acto de justicia con quienes de los 5000 dólares que deben obtener al mes, sólo reciben alrededor de 1200 de las autoridades cubanas.
Esta violación de las normas establecidas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) no aparecen recogidas en la Declaración del MINSAP, como tampoco que OPS recibe de la parte cubana 5000 dólares por cada colaborador, hecho que la obliga a cerrar los ojos ante el despojo de que son víctimas los profesionales cubanos.
El tinglado político armado por las autoridades de la isla en torno a las supuestas razones que obligan a retirar de Brasil los cerca de 8500 colaboradores médicos cubanos, sube de tono, alcanza titulares, pero deja al desnudo la manipulación y mascarada de un acto que, más que de principios, es de una burda y desesperada ofensiva ideológica y propagandística desde la cima del poder, donde quienes menos importan son los que dan los servicio de salud y quienes los reciben. | vdominguezgarcía4@gmail.com