La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – Se necesita ser un redomado tonto de capirote para creer que los trabajadores cubanos se sienten dueños de los bienes y recursos de su centro laboral, cuando hasta el salario correspondiente por su desempeño no les alcanza para un mes, y se paga de forma irregular. Sólo los demagogos, cínicos, tracatanes y voceros del sindicalismo oficial, creen que la guardia obrera tiene porvenir.
Por eso, considerar que la guardia obrera es “una cuestión de conducta”, “la fórmula ideal para crear conciencia, fortalecer el sentimiento de pertenencia y los valores éticos y Patrióticos del trabajador”, no es más que una monserga comunista que no la creen o entienden ni los palurdos burócratas que para su propio bien quieren resucitar esta engañifa sentimental, ni para el dócil amanuense, Ramón Barreras Ferrán, autor del anodino teque en el Trabajadores semanal.
A pesar de reconocer que la realización de la guardia obrera no anda bien en el país, estos supuestos guardianes de la legalidad laboral y responsables del control y custodio de los bienes estatales, que por enésima vez quieren endilgar al trabajador, son los primeros en desviar los pocos recursos materiales de la empresa socialista cubana, improductiva a nivel nacional
Suman cientos los casos de tropelías en todos los centros laborales de la nación, donde los actos de corrupción de administrativos, líderes sindicales, y dirigentes políticos de núcleos del partido o la juventud comunistas -que incluyen desvíos de recursos, falsificación de documentos, alteración de nóminas y el robo directo en la entidad-, en no pocas ocasiones sean adjudicados al trabajador.
De ahí que pocos obreros quieran asumir de forma voluntaria ese rol, sin pasar por alto que la mayoría trabaja por necesidad, en centros laborales no afines a su perfil laboral, y cuando lo hacen es para “resolver” –robar- lo que con su salario no pueden adquirir, o el Estado no les facilita comprar, siendo los que lo producen, además de no sentir vínculo afectivo alguno con la entidad.
Como si no bastara, ese obrero que se desmelenaba en una guardia obrera, un trabajo voluntario o una movilización, perdió los incentivos que esto representaba para obtener, por esos supuestos méritos, una lavadora Aurica, un televisor Krim 218, un radio Veff u otro tareco que, como trueque o moneda de cambio. se le otorgaba al trabajador, entre aplausos, banderas y el Himno Nacional.
Es de ilusos, después de cesantear a más de medio millón de trabajadores estatales a jugársela sin serias garantías en el trabajo informar, que los coatures o cómplices de la debacle socio laboral en el país (la Central de Trabadores de Cuba, CTC), tenga el cinismo de enviar a sus dirigentes a convencer a unos obreros recelosos de lo que les podrá pasar, velar por algo que no les pertenece.
De poco servirán cánticos, consignas, asambleas, congresos y gastadas promesas para convencer a los trabajadores de que asuman de forma voluntaria un papel que no se corresponde con la crisis política y socio laboral bajo la que vive la clase obrera cubana si no aumentan los salarios, mejoran las condiciones para trabajar, se les facilitan implementos de protección, reciben parte de las ganancias del plantel, y se les creen otras condiciones y beneficios por el desempeño de su labor
La conciencia, el patriotismo y el sentido de pertenencia eran verdes y se las comió el chivo de la necesidad y la desilusión. Si quieren una guardia obrera sin pagar en especie o efectivo, que arríen las banderas del baboseo político, la carnavalización ideológica, la pachanga sindicalera oficial, y expriman el presupuesto para pagar a un integrante del Cuerpo de Vigilancia Popular (CVP).
De no cumplirse con las necesarias mejora en las infraestructuras de las empresas cubanas, con los recursos financieros indispensables para cada entidad, y no se logre una productividad que beneficie directamente al trabajador, la guardia obrera, más que una conducta voluntaria, tendrá que ser impuesta a través de la coacción, como es habitual en el país.